Los riesgos de los castigos, ?por qu¨¦ no educan?
Reprender a nuestros hijos a destiempo y en demas¨ªa pueden acarrearles consecuencias como la baja autoestima y la falta de motivaci¨®n e iniciativa
Escarmentar o corregir con rigor a alguien por haber cometido una falta. Esta es una de las definiciones que la Real Academia Espa?ola de la lengua recoge en su diccionario sobre la palabra castigar. El castigo se asocia a la culpa y su aplicaci¨®n es amplia y subjetiva, desde prohibir al ni?o disfrutar de algo que le gusta, como quedar con sus amigos, hasta una azotaina. ¡°El castigo como gu¨ªa de educaci¨®n de nuestros hijos y en la escuela es un modelo tradicional y arcaico, por el cual se considera que aplicando correctivos f¨ªsicos o de p¨¦rdida de privilegios se consigue modificar la co...
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Escarmentar o corregir con rigor a alguien por haber cometido una falta. Esta es una de las definiciones que la Real Academia Espa?ola de la lengua recoge en su diccionario sobre la palabra castigar. El castigo se asocia a la culpa y su aplicaci¨®n es amplia y subjetiva, desde prohibir al ni?o disfrutar de algo que le gusta, como quedar con sus amigos, hasta una azotaina. ¡°El castigo como gu¨ªa de educaci¨®n de nuestros hijos y en la escuela es un modelo tradicional y arcaico, por el cual se considera que aplicando correctivos f¨ªsicos o de p¨¦rdida de privilegios se consigue modificar la conducta de una persona en la direcci¨®n que queremos. Es lo que nuestros padres y, sobre todo nuestros abuelos, entend¨ªan por con sangre la letra entra. Pero, el ser humano y el ni?o no es un agente pasivo que act¨²a como una marioneta a nuestro antojo. Es un ser activo con un temperamento y pensamiento propio y libre que decide c¨®mo actuar a pesar de que las consecuencias no siempre sean favorables. Adem¨¢s, no todos los modelos educativos son igual de eficaces para todos los ni?os, y la respuesta a las diferentes necesidades depender¨¢ de su personalidad conforme, a la gen¨¦tica y el ambiente en el que se han desarrollado¡±, explica Zaida Moreno Ramos, psic¨®loga general sanitaria, investigadora de la Unidad de Neuropsicolog¨ªa de Pediatr¨ªa del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid y neuropsic¨®loga del Instituto Psicoeducativo Elea.
Los riesgos de castigar a nuestros hijos a destiempo y en demas¨ªa pueden acarrear consecuencias como la baja autoestima del ni?o y la falta de motivaci¨®n e iniciativa, como en las siguientes situaciones que menciona Zaida Moreno, entre ellas:
- Cuando existe una discrepancia de valores entre ambos progenitores o de figuras de referencia para el ni?o, lo cual se traduce en diferentes puntos de vista sobre lo que es punible, lo que deriva en que, ante la falta de la coherencia en las normas, el ni?o se encuentre perdido y sin saber c¨®mo actuar.
- Si el premio o castigo no se aplica de manera inmediata, dificulta que el ni?o comprenda la relaci¨®n entre su conducta y la consecuencia de ella.
- En caso de que el castigo se aplique de manera generalizada siempre con todas las acciones del ni?o, se produce la situaci¨®n denominada indefensi¨®n aprendida que deriva en la sensaci¨®n de que da igual como el ni?o act¨²e, ya que siempre ser¨¢ castigado, lo que se traduce en falta de seguridad y confianza, as¨ª como en baja autoestima y falta de iniciativa.
- Cuando los castigos dejan de tener efecto porque el ni?o se acostumbra a ellos. En estos casos, es frecuente que se entre en una vor¨¢gine de ofrecer al ni?o est¨ªmulos punitivos cada vez m¨¢s intensos, incluso f¨ªsicos para que act¨²e como se pretende.
- Si el ni?o prefiere ser castigado a ignorado. En ambientes muy r¨ªgidos o donde no se les presta atenci¨®n suficiente a los ni?os, buscan llamar la atenci¨®n con conductas disruptivas o desajustadas, aunque la respuesta sea desfavorable para ellos, ya que llegan a sentirse c¨®modos al conseguir que se les haga caso.
Educar sin castigar a los hijos es posible
Las alternativas al castigo para educar a los hijos existen y se basan en cuestiones como ¡°la toma de conciencia que da valor a la norma. Si les explicamos por qu¨¦ es bueno o conveniente actuar de una determinada manera, es m¨¢s f¨¢cil que el ni?o lo integre en su vida. Asimismo, el desarrollo de la empat¨ªa ayuda a los hijos a comprender las consecuencias de sus actos, as¨ª como el hecho de que los padres identifiquen y visibilicen los aciertos de sus hijos y no solo los errores. Por otro lado, como alternativa a los castigos, tambi¨¦n se puede establecer un rinc¨®n seguro para expresar emociones, ya que muchas conductas ocurren porque los ni?os no saben controlarse o se bloquean. Se trata de que pongan nombre a su estado de ¨¢nimo, as¨ª como que tengan un modelo positivo en sus progenitores de autocontrol y de c¨®mo aplicar la firmeza con cari?o¡±, comenta la psic¨®loga Zaida Moreno.
Transmitir la idea a los hijos de que en los errores se encuentra un gran aprendizaje
Despenalizar los errores y dejar de castigarlos abre la puerta a que los ni?os comprendan que ¡°equivocarse y acertar forma parte del proceso de aprendizaje y debemos entender los errores como oportunidades de b¨²squeda, de nuevos replanteamientos de la situaci¨®n. Cuando unos padres, despu¨¦s de ensayar m¨¦todos y maneras de reconducir una conducta o aprendizaje de sus hijos o hijas no obtienen el resultado esperado, deben contemplar otra manera de plantear las cosas; ensayar otros procedimientos o crear nuevas situaciones de aprendizaje. Asimismo, lo que ha valido para ense?ar a un hijo, puede no servir para educar a otro. Cada uno necesitar¨¢ respuestas, modelos y ense?anzas distintas¡±, explica Francisco Javier Lastra Freige, psic¨®logo y decano del Colegio Oficial de Psicolog¨ªa de Cantabria.
Cuando se castiga a un ni?o por un comportamiento que se considera inadecuado, constituye ¡°una estrategia de bloqueo que conduce a la negaci¨®n de la conducta o limitaci¨®n del proceso, pero no, necesariamente, a la adquisici¨®n de aprendizaje. Deber¨ªamos potenciar la formaci¨®n de los ni?os a trav¨¦s del error, ya que cada uno puede encontrar el camino a la soluci¨®n desde diferentes procesos de pensamiento y acci¨®n. El castigo conduce m¨¢s al bloqueo que a la b¨²squeda y genera dosis de dolor que puede acabar cercenando la voluntad del ni?o¡±, concluye Lastra.
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