Catorce claves para conseguir una buena comunicaci¨®n con tu hijo
Este objetivo supondr¨¢ un mayor bienestar psicosocial de los ni?os y adolescentes y contribuir¨¢ muy positivamente en la formaci¨®n de su autoconcepto y autoestima
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Una de las cosas de las que m¨¢s me arrepiento en la educaci¨®n de mis hijos es cuando les hablo de forma incorrecta, aquellos momentos en los que pierdo el control. Esos en los que acabo explotando y genero una horrible onda explosiva que ti?e mi discurso de desprop¨®sitos y frases absurdas.
Esas situaciones en la que la bola de nieve se va haciendo cada vez m¨¢s grande y acabas diciendo exactamente eso que, al instante, te arrepientes de haberlo verbalizado. Donde grito, juzgo sin sentido y muestro mi peor versi¨®n.
Vivimos en una sociedad donde hay poco tiempo para escuchar, para pensar y conversar con tranquilidad. Todo es inmediato, fugaz. La vor¨¢gine del d¨ªa a d¨ªa, las prisas, los cientos de cosas por hacer nos llevan a vivir en un aut¨¦ntico caos y, en ocasiones, descontrol.
En muchas ocasiones escuchamos sin la intenci¨®n de entendernos, alzamos la voz sin sentido, perdemos la calma injustificadamente. Maximizamos situaciones con poca importancia, generalizamos situaciones como si fueran un clich¨¦, repetimos los mismos errores una y otra vez.
Escuchamos poco y mal, actuamos sin coherencia entre nuestras palabras y nuestro ejemplo, acompa?amos de forma incorrecta con broncas y amenazas injustas. Muchas de las conversaciones con nuestros hijos se convierten en interrogatorios llenos de reproches y etiquetas, de valoraciones err¨®neas.
Educamos desde la impaciencia, en funci¨®n de nuestros estados de ¨¢nimos, nuestras preocupaciones o niveles de estr¨¦s. Tenemos poco tiempo para educar desde la calma, conversar con tranquilidad para compartir momentos de forma distendida. Damos pocas oportunidades para las explicaciones, para rectificar, para aprender de los errores, para pedir perd¨®n.
Acabamos convirti¨¦ndonos en el peor ejemplo comunicativo que nuestros hijos pueden tener. Solucionando los conflictos alzando la voz y hablando sin respeto. Los gritos, las palabras mal sonantes, los mensajes contradictorios nos quitan autoridad, alzan muros, nos llenan de frustraci¨®n.
A menudo en las conversaciones con nuestros hijos nos dedicamos a evaluar en vez de escuchar con atenci¨®n, sin interpretar y aconsejar en lugar de comprender. Nos cuesta observar y empatizar.
Todo cambiar¨ªa si entendi¨¦semos que la comunicaci¨®n debe convertirse en el pilar de nuestro acompa?amiento, de nuestra forma de educarles, de quererlos. Mejorar la comunicaci¨®n con nuestros hijos es sin duda la asignatura pendiente de muchos padres. Tener una mala comunicaci¨®n nos genera impotencia, culpabilidad y mucha frustraci¨®n.
La comunicaci¨®n es fundamental para que nuestros hijos se desarrollen y crezcan en un ambiente en el que predomine la libertad de expresi¨®n, la confianza y la participaci¨®n. Una buena comunicaci¨®n facilita el desarrollo de una mentalidad positiva, colaborativa y emp¨¢tica. Todo comunica; nuestras palabras, nuestros gestos, nuestras miradas, nuestros silencios, nuestro tono de voz.
Comunicarnos con nuestros hijos de manera efectiva nos permitir¨¢ crear un v¨ªnculo afectivo que nos una a ellos, tener constancia de sus necesidades, preocupaciones o sentimientos y realizar una buena supervisi¨®n educativa.
El amor, el respeto y la paciencia son los tres ingredientes imprescindibles en toda comunicaci¨®n familiar. Nuestros hijos necesitan que estemos muy presentes en sus vidas a una distancia prudencial. Sentir que les tenemos muy en cuenta, que confiamos en ellos, que entendemos que crecen a pasos agigantados y que queremos acompa?arles en el camino.
Una adecuada comunicaci¨®n familiar supondr¨¢ un mayor bienestar psicosocial de nuestros hijos y contribuir¨¢ muy positivamente en la formaci¨®n de su autoconcepto y autoestima. Las relaciones que establezcamos con ellos nos ayudar¨¢n a redefinir los roles paterno-filiales dentro de la familia.
?C¨®mo podemos conseguirlo?
- Al comunicarnos con ellos es necesario que sientan nuestro cari?o, mirarlos a los ojos, dedicarles tiempo de calidad. Demostrar inter¨¦s por todo aquello que nos explican y mostrar empat¨ªa hacia lo que dicen y sienten. Repetirles a diario lo maravilloso que es tenerlos en nuestra vida, lo orgulloso que nos sentimos con cada uno de sus progresos.
- Abramos canales de comunicaci¨®n que mimen, que protejan, que calmen. Busquemos momentos para conversar sin prisas, para rectificar positivamente, para conseguir una comunicaci¨®n fluida teniendo en cuenta las inquietudes, preocupaciones o dudas que tengan nuestros peque?os.
- Respetemos el espacio de intimidad que necesitan, sus ritmos vitales, reforcemos su papel dentro de la familia d¨¢ndoles protagonismo. Escuchemos sus opiniones con inter¨¦s y potenciemos que tomen decisiones.
- Tengamos muy presente que comunicarse no es imponer, suponer o chantajear. Es compartir aquello que nos pasa, sentimos o necesitamos con mucho respeto, evitando las interrupciones, los tonos sarc¨¢sticos y los dobles sentidos.
- Nuestros hijos necesitan sentir que comprendemos lo que sienten, que validamos sus emociones y los escuchamos desde el coraz¨®n. Que les dedicamos tiempo para que puedan expresar y compartir con nosotros todo aquello que les recorre por dentro ampliando y fortaleciendo nuestros v¨ªnculos.
- No olvidemos que la comunicaci¨®n afectiva y efectiva empodera, alienta a nuestros hijos a ser valientes, a esforzarse, a creer en ellos mismos. Que ayuda a nuestros hijos a sentirse amados y valorados.
- Llenemos nuestras conversaciones de un lenguaje positivo, de palabras que entiendan, que regalen oportunidades, que acompa?en los miedos.
- Escuchemos sin interrumpir, interpretar o anticiparnos a los acontecimientos buscando el momento adecuado para hablar.
- Eliminemos de nuestros di¨¢logos las frases autoritarias, los juicios de valores, sermones o comparaciones. Los gritos que ensordecen, que rompen v¨ªnculos, que asustan, humillan y llenan de impotencia.
- Pidamos perd¨®n cuando nos equivoquemos, escuchemos sin interrupciones, descifremos los silencios que tanto explican.
- Busquemos maneras creativas de resolver los conflictos. Consensuemos posibles soluciones para que estas sean satisfactorias para ambos lados.
- Aceptemos que nuestros hijos puedan tener gustos y opiniones diferentes a las nuestras, que vean la vida desde otro prisma, que quieran sentirse libres.
- Aprendamos a serenarnos antes de hablar, a tomar distancia cuando lo necesitemos, a hablar con voz serena y sosegada siendo muy conscientes de nuestros gestos.
- Entren¨¦moslos a dialogar, a pensar antes de actuar, a pedir perd¨®n o perdonar. A comunicarse sin hablar con gestos, miradas, caricias y abrazos que expresen todo los que les recorre por dentro. Eduqu¨¦moslos a expresar la fragilidad, la rabia o la frustraci¨®n.
Recordemos siempre que nuestro peor problema de comunicaci¨®n es que no escuchamos para entender, escuchamos para contestar. Hagamos de la comunicaci¨®n la mejor herramienta educativa para educar desde el amor y la comprensi¨®n.
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