Sergio C. Fanjul, escritor: ¡°No quiero dar lecciones de paternidad, pero hay algo b¨¢sico: hay que querer ser padre y hay que estar presente¡±
El periodista y poeta publica ¡®El padre del fuego¡¯, un libro en el que relata los dos primeros a?os de vida de su hija Candela y c¨®mo la llegada de la peque?a coincidi¨® con uno de sus momentos m¨¢s tristes: la muerte de su madre
Escribir sobre lo que le pasa. Sobre todo lo que ocurre a su alrededor, ya sea en su casa, en la calle o en el mundo. Esto es lo que motiva al periodista, redactor en la secci¨®n de Cultura de EL PA?S, y escritor Sergio C. Fanjul (Oviedo, 43 a?os) a ponerse a crear historias, a narrar su propia historia. En su ¨²ltimo libro, El padre del fuego (Aguilar, 2024), relata los dos primeros a?os de su hija Candela y lo hace desde el amor, desde el asombro y tambi¨¦n ...
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Escribir sobre lo que le pasa. Sobre todo lo que ocurre a su alrededor, ya sea en su casa, en la calle o en el mundo. Esto es lo que motiva al periodista, redactor en la secci¨®n de Cultura de EL PA?S, y escritor Sergio C. Fanjul (Oviedo, 43 a?os) a ponerse a crear historias, a narrar su propia historia. En su ¨²ltimo libro, El padre del fuego (Aguilar, 2024), relata los dos primeros a?os de su hija Candela y lo hace desde el amor, desde el asombro y tambi¨¦n desde el dolor que provoc¨® que coincidiera la llegada de su primera hija al mundo y la muerte de su madre casi al mismo tiempo.
Usuario frecuente de las redes sociales, donde lleva contando su d¨ªa a d¨ªa desde hace a?os, reconoce que tiene r¨ªos de tinta sobre el Carrefour que hay enfrente de su casa o de sus paseos por su barrio madrile?o. ¡°Entonces cuando me enter¨¦ de que iba a ser padre, un acontecimiento vital tan relevante e importante, pues c¨®mo no iba a escribir sobre ello tambi¨¦n¡±. Al final, sus lectores, de los que obtiene mucho feedback en sus publicaciones, le convencieron y cedi¨® ante comentarios como: ¡°Escribe un libro que en el futuro le va a encantar a tu hija¡±. ¡°Y lo hice. Aunque no tengo del todo claro que le vaya a gustar cuando crezca. Veremos¡±, considera.
En los ¨²ltimos compases de la escritura, Fanjul fue tambi¨¦n ofreciendo en Mamas & Papas distintas columnas que adentraban al lector poco a poco en la aventura que estaba siendo para ¨¦l la crianza de Candela: ¡°Empec¨¦ a escribir sobre la llegada y nacimiento de mi hija en las redes sociales. Luego, cuando fui contratado para escribirlo, empec¨¦ a mandar cosas a la secci¨®n. Y muchas partes fueron construy¨¦ndose en paralelo. Hubo columnas que met¨ª en el libro y hubo partes del libro que convert¨ª en columnas¡±.
PREGUNTA. Tras nacer Candela, a los dos meses enferm¨® su madre: ?c¨®mo lo vivi¨®?
RESPUESTA. Ese es el quid de la historia. Por un lado, ten¨ªa un sentimiento de injusticia muy grande, porque a la vez que est¨¢bamos viviendo el nacimiento de Candela, que era una cosa bell¨ªsima y llena de alegr¨ªa, de pronto aparece el chasco de que mi madre estaba enferma. Vivir todo ese proceso horroroso de hacer pruebas y m¨¢s pruebas y no saber si es o no es c¨¢ncer, y mantener la esperanza, hasta que al final descubres que s¨ª, que es un c¨¢ncer y que es uno de los peores. Y esa injusticia habitaba tambi¨¦n en mi madre: la alegr¨ªa de conocer a su nieta y a la vez saber que se iba a morir.
P. ?C¨®mo fue el proceso de aceptaci¨®n de la muerte de su madre?
R. El c¨¢ncer de mi madre le permiti¨® estar bien casi hasta al final. Hasta que un d¨ªa entr¨® en barrena y se lo tuve que decir. Le dije que se iba a morir. Ella me dec¨ªa: ¡°Pero es que yo quiero estar con vosotros, quiero estar con la ni?a¡±. Y esto fue, es, supertriste. Por ello, no s¨¦ si la llegada de Candela antes de su muerte fue una bendici¨®n o no. Por un lado, es bonito que lo supiera, pero por el otro es una putada que cuando nace la ni?a y eres abuela, pues cojas y te mueras.
P. ?C¨®mo le ayud¨® Candela en el proceso de la enfermedad y posterior fallecimiento de su madre?
R. Es curioso porque al principio mucha gente me dec¨ªa: ¡°Tienes que refugiarte en Candela, porque es la luz y te va a sacar de esta tiniebla¡±. Pero, en realidad, los primeros d¨ªas estaba como enfadado y me molestaba su presencia. La ni?a, simplemente, estaba haciendo cosas de ni?a y yo estaba empezando con mi duelo y no entend¨ªa su alegr¨ªa, estaba viviendo una disonancia cognitiva, una en la que ella era tan feliz y no me dejaba a m¨ª hacer mi duelo. En ese momento, su presencia me recordaba la injusticia de que su abuela no fuera a verla crecer y tem¨ª quedarme en ese pensamiento para siempre. Menos mal que no fue as¨ª.
P. ?C¨®mo vivi¨® su pareja todo este dolor?
R. Esto es importante porque nunca me lo preguntan. Liliana, durante esos d¨ªas, aunque nosotros intentamos repartir las tareas, evidentemente, y sobre todo el ¨²ltimo mes y medio de vida de mi madre, se ocupaba pr¨¢cticamente sola de la ni?a. Bueno, yo estaba all¨ª, pero me ten¨ªa que ocupar de la abuela. Me ten¨ªa que ocupar de la muerte, porque morirse es un l¨ªo monumental. Ten¨ªa que hacer de relaciones p¨²blicas, dar informaci¨®n a amigos y familiares, gestionar el calendario de visitas porque mi madre era muy conocida¡ Fue como cuando se mueren las folcl¨®ricas, hubo mucho revuelo. Adem¨¢s, la casa de mi madre tiene dos habitaciones, una en la que vivi¨® ella durante sus dos ¨²ltimas semanas de vida y otra en la que estaban Liliana y mi hija, una estaba llena de dolor y la otra llena de amor y juegos. ¡°?No vayamos a exponer a la ni?a al desastre!¡±, pens¨¦.
P. ?Le ayud¨® de alguna forma la presencia de Candela a la hora de afrontar el duelo?
R. En realidad no creo que tener a Candela me ayudara en el duelo, porque ella hizo que yo no pudiera dedicarme a pasarlo al 100%. El duelo, mi duelo, no pod¨ªa tener mucho protagonismo porque est¨¢bamos inmersos en la crianza y Liliana, adem¨¢s, estaba soportando tambi¨¦n una cosa tan dura como es la lactancia, y yo tampoco pod¨ªa estar pasando del tema y diciendo: ¡°Como estoy en duelo y triste, me desentiendo¡±. No pod¨ªa parar para lamerme las heridas, para preocuparme de mi depresi¨®n. Me parec¨ªa mal hacerlo porque ah¨ª estaba Liliana, echa polvo de dar mamar a la ni?a por las noches, y yo no pod¨ªa estar diciendo: ¡°No me apetece estar aqu¨ª con vosotras porque estoy triste¡±.
P. Coment¨® en la columna Con la llegada de los hijos, la vida conyugal ya no es lo que era, publicada en esta secci¨®n: ¡°Por mucho que t¨² como padre participes en la crianza de un hijo, la madre sigue con la carga principal del cuidado de un ni?o¡±. ?Puede desarrollar esta idea?
R. S¨ª, los padres desde que la mujer se queda embarazada, luego pare, luego la lactancia, cumplimos un papel muy secundario. Y entonces los se?ores que nos sentimos los protagonistas de la historia y de la vida social nos enfrentamos a un momento en el que somos meros testigos. Tengo la teor¨ªa antropol¨®gica de ficci¨®n que provenimos de una sociedad matriarcal, pero en un momento de la historia los se?ores se sintieron tan secundarios en el nacimiento que dijeron: ¡°Esto no puede ser. Tenemos que retomar el protagonismo. Porque no pintamos nada en la vida¡±. Y crearon el patriarcado. No s¨¦, es una idea, a lo mejor s¨ª, todo surgi¨® as¨ª.
P. Aun as¨ª, usted intenta esforzarse cada d¨ªa, ?c¨®mo?
R. Yo quer¨ªa ser un padre presente, no perfecto, pero presente, disponible y a favor de obra y aprendiendo con todos los conflictos que hay, pero sobre todo presente. Yo tuve un padre ausente y yo quer¨ªa estar ah¨ª. Tampoco quiero que en el libro parezca que doy lecciones de paternidad porque lo ¨²nico que digo es una cosa b¨¢sica: que hay querer ser padre y hay que estar presente.
P. ?C¨®mo hacen ese reparto de tareas? ?Cree que se puede conseguir una corresponsabilidad real?
R. Nosotros hacemos un reparto de tareas racional y todo eso, pero es que, al final, la biolog¨ªa ya ayuda a que la madre se ocupe m¨¢s, porque es la que pare, entre muchas otras cosas. Luego est¨¢n los roles adquiridos desde la infancia, los culturales, que hacen que tendamos a replicarlos. Y tambi¨¦n la sociedad en s¨ª misma est¨¢ hecha para que haya un reparto desigual. Lo que quiero decir es que la sociedad, la cultura, la biolog¨ªa, todo conspira para que el reparto recaiga m¨¢s sobre la mujer y creo sinceramente que es inevitable y nosotros tenemos que caminar por la utop¨ªa de la corresponsabilidad al 50%. Pero, en el fondo, no creo que sea posible, por mucho que se intente.
P. ?C¨®mo le afect¨® la llegada de su hija a su vida de pareja?
R. La pareja pasa de ser una cosa de diversi¨®n, de un amor de pareja, a ser una cosa de amor de familia, y hay gente a la que esto no le gusta. Hay padres que se sienten desplazados y se generan much¨ªsimos conflictos y tensiones que hay que aprender a resolver. Es cierto que cuando elegimos una pareja no estamos pensando en la gesti¨®n de un ni?o, estamos prensando en ir de viaje, en cenar, en vivir juntos ¡ Y cuando tienes un hijo todo gira en torno suyo. Por ejemplo, sales a cenar en pareja, a un sitio superguay y siempre terminas hablando de ella o de las gestiones que hay que hacer, pero siempre relacionadas con la peque?a. Tambi¨¦n pienso que hemos perdido nuestro sentido del humor, nos hemos vuelto m¨¢s serios. Ahora hay menos espacio para el cachondeo.
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