Abuelos y nietos: dos generaciones, dos navidades y una ilusi¨®n
Con m¨¢s de 70 a?os de diferencia, mayores y peque?os relatan sus vivencias y recuerdos de estas fiestas marcadas por la ilusi¨®n de la infancia
Las reuniones familiares y con amigos se han convertido en las actividades preferidas de estos d¨ªas festivos, sobre todo teniendo en cuenta la llegada de la normalidad a unas celebraciones que han estado marcadas los dos ¨²ltimos a?os por la covid-19. Comidas y cenas donde se congregan ni?os, j¨®venes, padres y abuelos para disfrutar del esp¨ªritu navide?o. Momentos especiales en los que es habitual que los miembros de las generaciones adultas echen la vista atr¨¢s para recordar con ...
Las reuniones familiares y con amigos se han convertido en las actividades preferidas de estos d¨ªas festivos, sobre todo teniendo en cuenta la llegada de la normalidad a unas celebraciones que han estado marcadas los dos ¨²ltimos a?os por la covid-19. Comidas y cenas donde se congregan ni?os, j¨®venes, padres y abuelos para disfrutar del esp¨ªritu navide?o. Momentos especiales en los que es habitual que los miembros de las generaciones adultas echen la vista atr¨¢s para recordar con nostalgia c¨®mo eran las navidades de su infancia.
Marina Chamizo Coello tiene 10 a?os, cursa quinto de Primaria y pese a sus ganas por disfrutar de estas vacaciones, sabe que, al igual que a?os anteriores, tendr¨¢ que asistir a un campamento junto a otros ni?os. Sus padres trabajan y los abuelos ya est¨¢n muy mayores para poder hacerse cargo de ella. Por eso, sus progenitores han buscado un centro donde pueda pasar los d¨ªas en los que ellos tienen obligaciones laborales.
Pero, este a?o, Marina no asistir¨¢ a su escuela, las plazas se han agotado y no ha sido posible incorporarse junto con los amigos de su cole. As¨ª que se desplazar¨¢ a otro centro. ¡°No coincido con ninguno de mis amigos¡±, se?ala. Sin embargo, este hecho no le entristece especialmente: ¡°Conocer¨¦ a otros ni?os y ni?as y me ayudar¨¢ a perder la verg¨¹enza¡±, asegura esta estudiante de quinto curso.
De todo el a?o, estas son las fiestas que m¨¢s le gustan. Pese a que desear¨ªa pasar m¨¢s tiempo con sus padres, pues no tiene hermanos, es consciente de que no es posible. Por eso, cuando est¨¢ con ellos, aprovecha para hacer manualidades, jugar a juegos de mesa, hacer magia ¡ªuna afici¨®n que le apasiona¡ª, y cocinar rosquillas, bizcocho o pan. Tampoco pierde de vista que en estas semanas, a lo mejor, recibir¨¢ la visita de Pap¨¢ Noel o de los Reyes Magos, aunque tiene predilecci¨®n por estos ¨²ltimos.
¡°Me he pedido bastantes regalos. En una lista he escrito aquello que m¨¢s me gustar¨ªa que me trajeran y en otra lo que no me importar¨ªa que no me trajeran¡±, comenta. Entre sus preferencias se encuentra todo lo relacionado con el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicer¨ªa, donde Harry Potter y sus amigos Hermione Granger y Ron Weasley viven intensas aventuras. Entre sus peticiones hay libros, una barita de Harry Potter o disfraces de los personajes de la serie literaria creada por J. K. Rowling.
Las navidades de Marina son bastante distintas a las que vivi¨® Pablo Camarero de Blas (86 a?os) durante su infancia en una casa baja del madrile?o barrio de Villaverde Bajo, junto a sus padres, ferroviario y ama de casa, y sus dos hermanos. Pese al deterioro cognitivo que impide que no recuerde momentos recientes, mantiene intactas las vivencias de sus fiestas navide?as cuando era un ni?o. Recuerda v¨ªvidamente las nevadas que casi siempre acompa?aban las navidades y que obligaban a los vecinos a mantener las aceras despejadas para que pudieran salir a la calle a jugar. En ocasiones, eran tan copiosas que pr¨¢cticamente resultaba imposible su limpieza, lo que provocaba que pasaran algunos d¨ªas en el interior del hogar.
Pablo se siente un privilegiado porque, en los primeros a?os de su ni?ez, pudo ¡°asistir al cole¡±. Y recuerda que estas fiestas eran muy divertidas porque eran d¨ªas en los que aprovechaba para jugar con los vecinos de su calle. Su padre, que trabajaba en Renfe, sol¨ªa viajar a Castrillo de la Vega (Burgos), de donde eran originarios, para comprar medio cordero, que duraba para todas las fiestas: ¡°Adem¨¢s, ten¨ªamos un patio peque?o donde cri¨¢bamos conejos y gallinas¡±. En ¨¦poca de necesidades, era impensable otro tipo de alimentos: ¡°No com¨ªamos marisco, ni pescado, ni verdura o fruta¡±. Productos que eran manjares inasequibles para las clases trabajadoras de posguerra.
Pepi G¨®mez Alonso (84 a?os y mujer de Pablo) pas¨® su infancia tambi¨¦n en Madrid, en Villaverde Alto, un barrio situado a las afueras del centro de la ciudad. La familia estaba compuesta por el matrimonio (¨¦l era alba?il y ella ama de casa) m¨¢s seis hermanos. Recuerda que fue muy poco tiempo al colegio: ¡°Siempre ten¨ªa que ayudar en casa, as¨ª que entraba y sal¨ªa del cole dependiendo de las necesidades que hab¨ªa en casa¡±. Al igual que Pablo, durante las fiestas de Navidad solo se reun¨ªan los miembros de la familia: ¡°No era habitual cenar o comer con otros familiares. En mi caso, la mayor¨ªa de mis t¨ªos y primos estaban en Andaluc¨ªa o en Barcelona¡±. Recuerda la gallina en pepitoria que cocinaba su madre, como un plato especial, y los mantecados y rosquillas que afanosamente elaboraba su madre en el horno del barrio, solo algunos d¨ªas antes del d¨ªa de Navidad, ¡°para evitar que se los comieran antes del inicio de las fiestas¡±.
Cenas y comidas de anta?o que se acompa?aban por los sonidos de la radio, ya que hasta 1956 no se produjeron las emisiones regulares de Televisi¨®n Espa?ola. Pepi tambi¨¦n apunta que durante su infancia, la d¨¦cada de los cuarenta, no exist¨ªa la tradici¨®n de tomar uvas para recibir el Nuevo A?o.
Pap¨¢ Noel no recorr¨ªa los hogares espa?oles en aquel entonces, as¨ª que Melchor, Gaspar y Baltasar eran los encargados de visitar a los ni?os en la noche m¨¢gica del D¨ªa de Reyes. Pepi apunta que se ped¨ªa una mu?eca que ¡°era de cart¨®n¡± y, si no ten¨ªan cuidado, ¡°cuando se mojaba, se deshac¨ªa¡±: ¡°Tambi¨¦n nos tra¨ªan zapatos o algo de ropa que necesit¨¢bamos¡±. Rememora esas fechas con nostalgia, pero sin tristeza: ¡°Me quedo con todos aquellos recuerdos que fueron maravillosos, donde lo pas¨¢bamos tan bien pese a las carencias econ¨®micas que ten¨ªamos¡±.
Casi 70 a?os separan la infancia de Marina de la de Pablo y Pepi, y muchas cosas han cambiado a lo largo de todos estos a?os en cuanto a la manera de celebrar estas fiestas navide?as. Sin embargo, pese al paso de los a?os, hay una cosa que se mantiene viva y es el brillo que muestran los ojos de las personas que aparecen en este art¨ªculo, independientemente de la edad de las mismas. Porque, como asegura Mary Ellen Chase, educadora estadounidense: ¡°La Navidad no es una fecha; es un estado en la mente¡±.
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