Mam¨¢, pap¨¢, ?existen Pap¨¢ Noel y los Reyes Magos?
La gran pregunta de la Navidad no tiene respuesta sencilla porque depende de muchas cosas: de las experiencias personales del ni?o, de su propia relaci¨®n con la imaginaci¨®n o de las creencias familiares


Escrib¨ªa la novelista espa?ola Carmen Riera que pensar que los Reyes exist¨ªan fue mucho m¨¢s importante en su infancia que los juguetes que le pudieran traer. ¡°La primera gran desilusi¨®n de mi vida fue dejar de creer en ellos¡±, dijo. A partir de los cinco o seis a?os de un ni?o muchas familias se encuentran con una pregunta que hace tambalear los cimientos del reino de Fantas¨ªa [La historia interminable, 1979]: ?Pap¨¢ Noel y los Reyes magos existen? Algunos llegan a ella por su propio discurrir, como una revelaci¨®n. Otros, a trav¨¦s de alg¨²n amigo o amiga que ha sido previamente atravesado por la realidad. Y no hay una respuesta sencilla porque, como una cebolla, lo que se responda ir¨¢ revelando multitud de capas: experiencias personales, creencias, valores, cultura o, incluso, la propia relaci¨®n con la imaginaci¨®n o la magia.
Lorena Bajatierra tiene dos hijas de seis a?os, Lola y Cande. En su casa ni confirman ni desmienten que Pap¨¢ Noel o los Reyes Magos dejan los regalos bajo el ¨¢rbol. ¡°Hay regalos que aparecen de pronto bajo el ¨¢rbol, pero de nuestra boca no sale que sean de Pap¨¢ Noel o los Reyes Magos. Fue algo muy hablado entre nosotras. A m¨ª no me sal¨ªa mentirlas y decidimos respetar que ellas crean en estos personajes y no entramos a cuestionarlo. Vamos incluso a la cabalgata, pero no hacemos afirmaciones del tipo: ¡®Qu¨¦ regalo m¨¢s chulo te ha tra¨ªdo Pap¨¢ Noel¡¯ o ¡®han debido venir los camellos de los Reyes¡±.
Seg¨²n Beatriz Cazurro, psic¨®loga y autora de Los ni?os que fuimos, los padres que somos, hay muchas familias que est¨¢n reflexionando sobre las tradiciones que vivieron y se plantean si lo que se llama magia pudiera ser recibido como una mentira por sus hijos: ¡°Las familias que deciden no seguir con la magia o que se preocupan por la futura reacci¨®n de sus hijos est¨¢n atravesadas no solo por su experiencia personal ante el descubrimiento de la realidad, sino tambi¨¦n por la relaci¨®n general de confianza que tuvieron con sus padres¡±. Y a?ade: ¡°Cuando no hemos sentido transparencia en nuestra infancia, o hemos vivido confusi¨®n, puede que le demos una importancia mayor al hecho de no decir nada que se pueda parecer a una mentira¡±.
Julie Boudet, madre de Rachel y Mar¨ªa, de tres y seis a?os, decidi¨® junto a su pareja no mantener la tradici¨®n de Pap¨¢ Noel o los Reyes Magos en casa. Cuenta que esto les ha tra¨ªdo alg¨²n conflicto en el colegio, cuando su hija mayor expres¨® en conversaciones con amigos que Pap¨¢ Noel no existe: ¡°Mi hija ha llegado incluso a confundir si de verdad exist¨ªa o no, le ha generado un poco de confusi¨®n. Entiendo que haya familias a las que les pueda molestar, pero quienes mantienen la tradici¨®n deben saber que llegar¨¢ un momento en el que sus hijos lo descubrir¨¢n y deben estar preparados para ello¡±.
La psic¨®loga perinatal Irene de la Cruz explica que con respecto al desarrollo evolutivo los ni?os hasta los siete a?os est¨¢n en la etapa que Piaget, psic¨®logo suizo, defin¨ªa como preoperacional ¡ªempiezan a desarrollar la capacidad de pensar en objetos, hechos o personas ausentes¡ª. Hasta esa edad, el pensamiento m¨¢gico es m¨¢s preponderante, tienen una visi¨®n del mundo m¨¢s egoc¨¦ntrica y fant¨¢stica. Despu¨¦s, es normal que se hagan esas preguntas y que necesiten explicar de otra forma la realidad. ¡°No hay una ¨²nica forma de entenderlo ni de hacerlo: hay ni?os que lo descubren y se sienten decepcionados, y los hay que no, que lo van descubriendo por el camino y lo asumen con normalidad¡±, explica. En la misma l¨ªnea, Cazurro recuerda: ¡°Nuestros hijos pueden enfadarse tanto si consideran que no les hemos permitido disfrutar de la magia como si les mentimos¡±.
Magia y ritos de paso en la infancia
En casa de Pilar C¨¢mara, madre de Luna, de seis a?os, la magia de los Reyes Magos es una instituci¨®n. En ello cree que tiene mucho que ver su propia infancia, pero tambi¨¦n su forma de entender el amor: ¡°Los recuerdos m¨¢s felices de mi infancia est¨¢n ligados a las ma?anas del 6 de enero. Esos que ya han venido de mi padre, el sof¨¢ lleno de regalos y la casa oliendo al rosc¨®n que mis padres terminaban de hacer de madrugada. Yo quiero que Luna tenga recuerdos felices, que sepa que la magia existe, porque esa magia no es m¨¢s que amor y deseo de hacer felices a los otros¡±.
Para Daniel P¨¦rez del Pozo, padre de Luz y Sara, de tres y seis a?os, la Navidad tambi¨¦n es sin¨®nimo de magia, de la que tambi¨¦n han hecho su filosof¨ªa de vida familiar. ¡°En casa creemos en todo: en los Reyes, en Pap¨¢ Noel, en la magia, en el Trasgu y en la fuerza. Me gusta hacer para mis hijas un mundo m¨¢s m¨¢gico de c¨®mo es este en realidad¡±.
Elisa Mart¨ªn Ortega escribe en La belleza en la infancia que para el ni?o y la ni?a la realidad es esa materia prima que transforman en un juguete. Admiran el mundo y lo interpretan desde ah¨ª: como un juego en el que la fantas¨ªa es tan real como la propia realidad. Esta es justo la reivindicaci¨®n de la poeta y cuentista Mar Benegas, que ha insistido acerca de la importancia de los ritos de paso en la infancia. En una charla reciente alud¨ªa a c¨®mo los excesos de planes y responsabilidades en las agendas infantiles, y el peligroso y sencillo acceso a la informaci¨®n o a cosas de adultos, merman su capacidad de hacer cosas de ni?os. ¡°La p¨¦rdida de la inocencia tiene que darse en un momento determinado, cuando ya se tienen los recursos necesarios, pero se est¨¢ perdiendo una parte de este camino y hay ni?os y ni?as que viven una vida adulta en miniatura de forma muy prematura. Creo que esto tiene mucho que ver con nuestro sistema capitalista, con c¨®mo vivimos, y deja sin un lugar seguro en el que refugiarse a la infancia¡±, explica.
Para Benegas, la infancia vive un exceso de realidad y cada vez hay menos espacios en los que estar con sus iguales y desarrollar el juego simb¨®lico, los mundos imaginados. ¡°Hay un exceso de literalidad y de pantallas. Este exceso de realidad tiene unas caracter¨ªsticas muy claras: falla la creatividad, merma la capacidad subjetiva y simb¨®lica e instala a la infancia en el territorio de la nada. Deber¨ªa preocuparnos este exceso de realidad porque los personajes m¨¢gicos, como son Pap¨¢ Noel o los Reyes Magos, son esos puntos de inflexi¨®n, esos ladrillos necesarios en el proceso de crecer¡±, sostiene.
?C¨®mo afrontar la pregunta que hace avanzar a la nada? Seg¨²n Benegas, cuando la realidad y el pensamiento l¨®gico se imponen, si se tienen los recursos necesarios y una relaci¨®n honesta y de confianza con la familia lo normal es que se viva como un rito de paso y no como algo traum¨¢tico: ¡°Si les hablamos de personajes o les contamos historias, les estamos ofreciendo un espacio simb¨®lico que en un momento dado ser¨¢ ocupado por el pensamiento l¨®gico como consecuencia del propio desarrollo. Creo que la honestidad es el ¨²nico camino cuando llega este momento. Si el ni?o o la ni?a tienen un mundo simb¨®lico bien construido sabr¨¢n que aquello que les contamos tiene ver con la misma ilusi¨®n que encuentran en los cuentos y seguir¨¢n disfrutando de estos momentos, aunque sea de otra manera¡±.
Como Bastian, podemos seguir formando parte de la historia y qui¨¦n sabe si salvaremos Fantas¨ªa.
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