¡®Fuego en el cuerpo¡¯: aulas a pleno sol
Supongo que ser¨ªa caro y poco ecol¨®gico que todos los colegios e institutos tuvieran aire acondicionado, pero tambi¨¦n resulta curioso que sean de los pocos edificios p¨²blicos que no dispongan de sistemas de enfriamiento
La paternidad te lleva a preocuparte por cosas que nunca imaginar¨ªas, como la temperatura ajena. Y no hablo de ese sexto sentido que te lleva a saber cu¨¢ndo le tienes que poner los calcetines al beb¨¦ para que no se resfr¨ªe o irle quitando capas para que no se derrita (no s¨¦ los vuestros, pero los dos m¨ªos han salido muy calurosos y cuesta equilibrar la temperatura familiar). Me refiero a una preocupaci¨®n constante y diaria sobre el calorazo...
La paternidad te lleva a preocuparte por cosas que nunca imaginar¨ªas, como la temperatura ajena. Y no hablo de ese sexto sentido que te lleva a saber cu¨¢ndo le tienes que poner los calcetines al beb¨¦ para que no se resfr¨ªe o irle quitando capas para que no se derrita (no s¨¦ los vuestros, pero los dos m¨ªos han salido muy calurosos y cuesta equilibrar la temperatura familiar). Me refiero a una preocupaci¨®n constante y diaria sobre el calorazo que han soportado nuestros hijos en las aulas y patios estas ¨²ltimas semanas del curso.
Igual que la pandemia los hab¨ªa tenido dos a?os con las ventanas abiertas en invierno, ahora el cambio clim¨¢tico y unos edificios con pocas comodidades convert¨ªan a muchas clases en grandes parrillas de pollo a l¡¯ast y solo faltaba que alg¨²n encargado de Educaci¨®n entrara a regarles jugo por encima, por si pasara alg¨²n can¨ªbal por la zona.
Una cosa es el verano de amor t¨®rrido de William Hurt y Kathleen Turner en Fuego en el cuerpo (1981), del director Lawrence Kasdan, y la otra es sufrir a todas horas bochorno en clase. Vale que en nuestra ¨¦poca no hab¨ªa m¨¢s remedio que abrir la ventana y apechugar con el calor. Eso no nos volv¨ªa m¨¢s espartanos ni resistentes. Era lo que hab¨ªa y si los colegios se lo hubieran podido permitir (o hubieran querido hacer el gasto), aunque fueran unos tristes ventiladores de pared, que eso ya exist¨ªa, habr¨ªamos ido a clase mucho m¨¢s felices.
Que te exijan mucho con los deberes a cierta edad te puede convertir de mayor en un mejor profesional con m¨¢s conocimientos o mejor gesti¨®n del estr¨¦s. Pero que te achicharres en clase no sirve absolutamente para nada, excepto para desmotivar o desconcentrar a cualquiera.
El dilema de final de curso (y de principio del pr¨®ximo, porque las temperaturas altas vienen para quedarse y a principios de septiembre creo yo que no se pondr¨¢ a nevar) era suspender horas de clase y enviar a los ni?os a casa antes de que explotaran como palomitas en el microondas. Por supuesto, ya nos preocupar¨ªamos las familias de tenerlos fresquitos y entretenidos, que para eso los hemos parido. No olvidemos que los profesores sufren el calor igual y que adem¨¢s tienen que lidiar con veintipico chavales inquietos a punto de marearse o sublevarse.
Supongo que ser¨ªa caro y poco ecol¨®gico que todos los colegios e institutos tuvieran aire acondicionado, pero tambi¨¦n resulta curioso que sean de los pocos edificios p¨²blicos que no dispongan de sistemas de enfriamiento. Antes de que se nos desmayen los cr¨ªos, estar¨ªan bien implementar sistemas apa?ados, como toldos, pulverizadores de agua o abanicos en el aula.
Quedan menos de tres meses para que vuelva a repetirse esta situaci¨®n, que ser¨¢ constante hasta que explote el planeta. Docentes, familias y alumnos esperamos que mientras est¨¢n fresquitos en sus despachos pensando en las vacaciones los responsables arreglen la situaci¨®n antes de que se caldee m¨¢s el ambiente.
*Mart¨ªn Pi?ol es autor de 33 libros, su serie infantil ¡®La cocina de los monstruos¡¯ se ha publicado en varios pa¨ªses. Su ¨²ltima novela es ¡¯El club de las sombras¡¯.
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