Despu¨¦s de ¡®La Lista¡¯
EL PA?S estren¨® el viernes el ¨²ltimo episodio de este podcast, que cuenta el periplo de una familia militar por el sistema de justicia mexicano. ?D¨®nde est¨¢n ahora sus protagonistas?
Han pasado nueve meses y no hay certeza de que algo vaya a cambiar. Rumores, de eso s¨ª hay. Rumores sobre el cierre de la prisi¨®n federal de Villa Aldama, cerca de Perote, en Veracruz; sobre el presunto traslado del preso Francisco Soto a una c¨¢rcel distinta; de brotes de covid desatendidos en el centro penitenciario¡ Pero son solo eso, habladur¨ªas. Lo ¨²nico que Tanya P¨¢ramo sabe de verdad es que hace nueve meses que no ve a Soto, su esposo.
La ¨²ltima vez que le visitaron fue el 10 de febrero. Viajaron Tanya y sus hijas, Marifer, de 16 a?os y Aitana, que acaba de cumplir 14 meses. Salieron el d¨ªa anterior de Ciudad de M¨¦xico, como hacen siempre, tomaron un autob¨²s y llegaron a Perote. Se hospedaron en el hotel Alcatraz, a unos cientos de metros de la prisi¨®n. Hac¨ªa fr¨ªo en el pueblo, fr¨ªo ¡°normal de ah¨ª¡±, como dice Tanya.
Tantos a?os despu¨¦s, el caso que llev¨® a Soto a prisi¨®n apenas aparece en las conversaciones entre ellos. Y menos en los d¨ªas de visita, las pocas horas al mes en que todos est¨¢n juntos. Esta c¨¢rcel ya forma parte de la leyenda familiar: aqu¨ª celebr¨® Marifer su fiesta de 15 a?os, aqu¨ª fue concebida Aitana.
Pero el caso aparece de vez en cuando, en forma de comentarios sobre acciones procesales, el estado de un amparo, de un recurso, la admisi¨®n a tr¨¢mite de un escrito. Es dif¨ªcil ignorarlo, su vida gira en torno a este asunto desde hace casi 10 a?os. Y si bien ya no hablan del principio, la detenci¨®n, aquellos d¨ªas raros en Saltillo, los malos ratos en el cuartel militar, el recuerdo mueve todo lo dem¨¢s.
Hace casi 10 a?os, el 13 de marzo de 2011, agentes de la Fiscal¨ªa militar mexicana detuvieron al subteniente Francisco Soto en su cuartel, en Saltillo, Coahuila. Soto viv¨ªa con Tanya y Marifer en los departamentos del cuartel, como la mayor¨ªa de sus compa?eros. Entre otras tareas cuidaba de los perros del batall¨®n, los ¡°binomios can¨®filos¡±, como le dicen en el Ej¨¦rcito. La historia de Soto y Tanya es el n¨²cleo de la serie en podcast que ha publicado EL PA?S en colaboraci¨®n con As¨ª Como Suena desde septiembre, y que este viernes estren¨® su ¨²ltimo episodio.
Aquel 13 de marzo de 2011, domingo, su comandante le llam¨® temprano. Le pidi¨® que fuera al batall¨®n, a menos de un kil¨®metro de casa. Soto no trabajaba, pero obedeci¨® y subi¨® al cuartel. El comandante llam¨® a otros compa?eros de Soto esa ma?ana. En total fueron 15. Algunos libraban, otros no. A todos les dio alguna excusa para que fueran a verle: el turno de vacaciones, una misi¨®n, el estado de la pezu?a de una de las perras del batall¨®n.
Excusas, porque en realidad el comandante solo trataba de atraer a sus hombres al cuartel. ?l no los buscaba, otros lo hac¨ªan. Polic¨ªas judiciales de la fiscal¨ªa militar hab¨ªan llegado al cuartel para detenerlos. Soto y los dem¨¢s no tardaron en saber que la justicia les acusaba de colaborar con el cartel de Los Zetas.
El Noreste
En aquel entonces, M¨¦xico se adentraba en un t¨²nel de violencia del que a¨²n no sale. El Gobierno de Felipe Calder¨®n entraba en sus ¨²ltimos dos a?os con el pa¨ªs incendiado. Unas pocas cifras: en 2007, primer a?o de Calder¨®n, el pa¨ªs hab¨ªa registrado 8.800 asesinatos. En 2008 esa cifra se dispar¨® a 14.000. En 2009 aument¨® a casi 20.000. Y en 2010 superaron los 25.000. Un incremento del 70% en tres a?os.
Era la primera ronda de consecuencias de la guerra contra el narcotr¨¢fico. Desde 2007, Calder¨®n hab¨ªa ordenado operativos militares en varias regiones del pa¨ªs con el objetivo de minar al crimen organizado: Sinaloa, Michoac¨¢n, Guerrero, Chihuahua¡ Y tambi¨¦n en el noreste. En 2010, los niveles de violencia aumentaron bastante en Tamaulipas y Nuevo Le¨®n, dos de los Estados m¨¢s grandes en la regi¨®n. La incidencia de peleas entre grupos criminales y de esos grupos con el Ej¨¦rcito aument¨® respecto a los a?os anteriores. Si en 2009, Tamaulipas hab¨ªa registrado 315 asesinatos, en 2010 fueron 934. En Nuevo Le¨®n, el cambio fue muy parecido.
La presencia del Ej¨¦rcito se hizo muy evidente en todo el noreste en esos a?os. En 2010, militares y civiles se enfrentaron a balazos en 621 ocasiones en todo M¨¦xico y m¨¢s de la mitad de las veces, esos enfrentamientos ocurrieron en Tamaulipas, Nuevo Le¨®n, Coahuila o San Luis Potos¨ª. En 2011 hubo 1.009 enfrentamiento en todo el pa¨ªs y de nuevo, m¨¢s de la mitad ¡ª646 concretamente¡ª ocurrieron all¨ª.
La violencia lleg¨® a Saltillo, capital de Coahuila, a principios de 2011. La lucha entre dos grupos criminales antes hermanados, Los Zetas y el Cartel del Golfo, alcanz¨® lo que hab¨ªa sido una ciudad relativamente tranquila. Dos semanas antes de la detenci¨®n de Soto y los dem¨¢s, en febrero de 2011, las balaceras y enfrentamientos llegaron incluso al centro de la ciudad. Una semana antes de su detenci¨®n, Soto y otros soldados se enfrentaron a un grupo de criminales en la ciudad. Soto recibi¨® un balazo en el casco.
La acusaci¨®n contra el subteniente Soto naci¨® d¨ªas despu¨¦s del balazo en el casco. El 11 de marzo, otros militares detuvieron en Saltillo a varios integrantes de Los Zetas. Uno de ellos, Pedro Toga, alias El Guacho, ten¨ªa una lista, un documento que recog¨ªa los pagos a los militares que Los Zetas ten¨ªan en n¨®mina en la ciudad. En esa lista estaba Soto.
Con la lista y la declaraci¨®n posterior del Guacho, polic¨ªas de la fiscal¨ªa militar detuvieron a Soto y los dem¨¢s apenas dos d¨ªas m¨¢s tarde, el 13 de marzo. Los polic¨ªas judiciales encerraron a Soto y los dem¨¢s en un local del cuartel y all¨ª los torturaron durante d¨ªas. Su intenci¨®n, seg¨²n han contado Soto, su esposa Tanya y su abogado, Ramiro Ram¨ªrez, era que confesaran la relaci¨®n con Los Zetas. Luego los mandaron a la fiscal¨ªa de delincuencia organizada, en Ciudad de M¨¦xico y de all¨ª a prisi¨®n. Nunca han salido.
A lo largo de los a?os, el proceso consisti¨® en un intento desesperado de Ramiro por desestimar pruebas y de la justicia mexicana, civil y militar, de ignorar estos esfuerzos. El documento original de la lista nunca apareci¨® en el expediente; las declaraciones de Soto y los dem¨¢s, obtenidas horas despu¨¦s de la tortura, fueron las que contaron y no las que dieron meses despu¨¦s, ya sin presi¨®n. Un segundo testigo, otro zeta detenido que hab¨ªa secundado los dichos de El Guacho, se desdijo a?os despu¨¦s¡
Soto y otros de los militares detenidos llegaron a juicio en abril de 2017. Iniciado en 2011 por la fiscal¨ªa civil de delincuencia organizada, el proceso cambi¨® con los a?os y se fue a la justicia militar. El juicio se celebr¨® ante un tribunal castrense compuesto por un presidente, un juez y cuatro vocales. El presidente, un general sin formaci¨®n en derecho, era quien decid¨ªa en ¨²ltima instancia el destino de los militares. Despu¨¦s de una semana de juicio los declar¨® culpables de delitos contra la salud, es decir, narcotr¨¢fico. 26 a?os de c¨¢rcel.
El caj¨®n de Tanya
Irregular o no, el proceso contra los militares form¨® parte de la cruzada fallida del Gobierno de entonces contra la corrupci¨®n. Fue una cruzada fallida por varios motivos, pero quiz¨¢ el primero es que sus responsables no vieron ¡ªo no quisieron ver¡ª que el mayor corrupto de todos encabezaba el aparato policial del Gobierno, Genaro Garc¨ªa Luna. Al menos eso se desprende de la acusaci¨®n de la fiscal¨ªa de Estados Unidos contra ¨¦l por narcotr¨¢fico, entre otros delitos.
Y fallida tambi¨¦n porque de los procesos que inici¨® entonces el Gobierno contra funcionarios federales, entre ellos otros militares ¡ªel general Tom¨¢s Dahuahuare, por ejemplo¡ª, o funcionarios estatales ¡ªel famoso michoacanazo¡ª, solo aguant¨® el del subteniente Francisco Soto y sus compa?eros. No parece que la investigaci¨®n de la fiscal¨ªa fuera en este caso mejor. La diferencia es que aqu¨ª, el proceso cay¨® del lado de la justicia castrense.
Despu¨¦s del juicio, el abogado Ramiro Ram¨ªrez apel¨® y consigui¨® finalmente que un tribunal civil suspendiera la condena y ordenara a la justicia militar que repusiera el procedimiento. Esto es, que volviera a juzgar de acuerdo a pruebas que en primera instancia no hab¨ªa considerado, como las segundas declaraciones de los militares, donde negaban su colaboraci¨®n con Los Zetas. La justicia militar juzg¨® de nuevo a los militares y los volvi¨® a condenar y Ramiro ha vuelto a apelar. Su esperanza es que el tribunal civil entr¨¦ de fondo al asunto. Es decir, que sustituya al militar y aplique directamente su criterio a partir de su propio estudio de las pruebas. ¡°Estamos en un limbo jur¨ªdico¡±, dec¨ªa Ramiro este viernes.
El abogado ha llevado el caso ante la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos, pero es un camino igualmente trabado. La comisi¨®n no suele entrar en casos que a¨²n no se hayan agotado en los tribunales nacionales.
El podcast La Lista termina con una visita a casa de Tanya a mediados de este a?o. Fuimos a ver fotos antiguas de Soto y a conocer la casa, que nunca hab¨ªamos visitado. Tanya nos llev¨® a un s¨®tano con cajas y cajas de expedientes judiciales. Sac¨® ¨¢lbumes de foto. Hablamos mucho aquella tarde. Luego nos ense?¨® su cuarto, el armario y dentro del armario, un caj¨®n con las cosas que le ha guardado a Soto todos estos a?os: playeras, desodorante, chanclas¡
Este viernes, Tanya escuch¨® el ¨²ltimo cap¨ªtulo y enseguida escribi¨® un mensaje: ¡°Buenos d¨ªas, hoy llor¨¦ much¨ªsimo, ?gracias por todo el apoyo!¡±. Durante el proceso de escritura de los guiones de La Lista, muchas veces pensamos si Tanya nos perdonar¨ªa por decir algunas de las cosas que hemos dicho. Dudar de Soto, preguntarnos sobre su culpabilidad: cosas que no pod¨ªamos dejar de hacer. Pero este viernes Tanya no ha dicho nada de eso. Solo ha preguntado si sabemos algo de Villa Aldama, sobre los rumores de que van a cerrar la c¨¢rcel. El posible traslado de Soto. Luego ha mandado una foto de Aitana, la peque?a, que ahora tiene 14 meses. Era dif¨ªcil obviar la idea de que la ni?a ha pasado m¨¢s de la mitad de su vida sin ver a su padre.
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