Tarjetas llenas de promesas a cambio de votos: una pr¨¢ctica clientelar que inunda la campa?a electoral en M¨¦xico
Tres expertos analizan esta estrategia de fidelizaci¨®n basada en un vac¨ªo legal y que tiene alta influencia en los votantes de rentas m¨¢s bajas
La ¨²ltima gran pelea electoral en M¨¦xico mide menos de nueve cent¨ªmetros por seis de ancho. La entrega en campa?a de tarjetas electorales, similares a las de prepago, ha arreciado el debate sobre la legalidad de este mecanismo aplicado ya en comicios anteriores y utilizado para coaccionar el voto. Vac¨ªas de cr¨¦dito, pero llenas de promesas, los pl¨¢sticos que han entregado decenas de candidatos garantizan apoyos econ¨®micos o planes sociales solo si el promotor resulta ganador en las pr¨®ximas elecciones del 6 de junio. Un vac¨ªo legal en el que han ca¨ªdo las estrategias de la campa?a ante la imposibilidad de repartir pl¨¢sticos con dinero, considerados por la ley como una forma directa de comprar votos. Tres analistas explican a EL PA?S c¨®mo impacta esta pr¨¢ctica clientelar en los comicios m¨¢s grandes de la historia del pa¨ªs.
Adri¨¢n de la Garza, candidato del PRI en Nuevo Le¨®n, reparti¨® a mujeres ¡°en condici¨®n vulnerable¡± unas tarjetas que, disfrazadas de pol¨ªtica de g¨¦nero, promet¨ªan recibir 750 pesos mensuales, unos 37 d¨®lares. Una promesa que se cumplir¨ªa ¨²nicamente si el priista ganaba la elecci¨®n. ¡°Est¨¢ comprando el voto¡±, acus¨® el presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador. Pero la pr¨¢ctica se repite en todos los partidos. La ley mexicana castiga a aquel que ¡°solicite votos por paga, promesa de dinero u otra contraprestaci¨®n¡±. La justicia, sin embargo, se juega en la letra chica y lo que importa es la interpretaci¨®n, dice C¨¦sar Astudillo, especialista en Derecho Electoral.
La pr¨¢ctica de entregar tarjetas con cr¨¦dito a cambio del voto fue penada por la justicia tras el caso Monex, en el que se acus¨® al entonces candidato Enrique Pe?a Nieto de canalizar dinero a trav¨¦s de tarjetas bancarias para conseguir apoyos en la elecci¨®n de 2012. Desde entonces los partidos se han volcado a buscarle la trampa a la ley. En lugar de entregar pl¨¢sticos con dinero, los ofrecen vac¨ªos bajo la promesa de que tendr¨¢n cr¨¦dito una vez el candidato gane, algo que de momento no est¨¢ penado. ¡°No es lo mismo entregar una tarjeta con dinero que un folleto que dice que si se gana se dar¨¢ el dinero. La campa?a es hacer promesas. Ese es el punto d¨¦bil de la ecuaci¨®n¡±, explica Astudillo. ¡°Es la versi¨®n m¨¢s desarrollada de los m¨¦todos clientelares¡±.
Reynaldo Ortega, investigador del Colegio de M¨¦xico, afirma que de esta forma ¡°los candidatos han encontrado un resquicio en la ley para usarlas¡±. Gran parte de los votantes que recibe la tarjeta siente un compromiso por el candidato que se las ha dado, asegura. ¡°Los estudios que tenemos nos dicen que las personas a quienes se les entregan se sienten moralmente obligadas porque les dieron un regalo. Este tipo de mecanismo s¨ª ejerce influencia, sobre todo en los actores que tienen menos recursos¡±, explica. Se?ala adem¨¢s que esta pr¨¢ctica clientelar es m¨¢s eficiente en comicios que se prev¨¦n ajustados, porque ah¨ª es donde un pu?ado de votos tiene m¨¢s peso.
Muchas de las tarjetas ofrecen programas sociales dise?ados para atender problemas que enfrenta la poblaci¨®n, como violencia de g¨¦nero, inseguridad o falta de acceso a la salud. Como el caso de los pl¨¢sticos promocionados por V¨ªctor Romo, alcalde de Miguel Hidalgo, en Ciudad de M¨¦xico, y candidato de Morena a la reelecci¨®n. La tarjeta violeta, como la anunci¨® en abril pasado, estaba pensada para atender la violencia econ¨®mica que sufren unas 170.000 mujeres en esa parte de la capital mexicana. ¡°Lo que hacen es relevar al Gobierno de sus responsabilidades. Hay cosas que no son ofertas de campa?as, que son obligaciones del Estado, y los pol¨ªticos lo convierten en una oferta¡±, dice Eduardo Boh¨®rquez, director de Transparencia Mexicana.
El debate que no se est¨¢ dando, asegura Boh¨®rquez, es c¨®mo impedir que estas pr¨¢cticas sigan sucediendo. ¡°La ¨²nica forma para evitarlo es a trav¨¦s de un ingreso b¨¢sico universal, que todos reciban una transferencia directa mensual para que no tengan que depender de las promesas electorales¡±. La ra¨ªz del problema es la incapacidad del Estado para garantizar los derechos b¨¢sicos, coincide Ortega. ¡°Tenemos un Estado muy d¨¦bil, y por esas debilidades es que este tipo de mecanismos son ¨²tiles. Si existiera un Estado que garantizara la salud p¨²blica, la educaci¨®n universal y las pensiones, estos mecanismos no ser¨ªan eficaces¡±.
Pese a que no hay una forma clara de comprobar que el votante haya elegido al promotor de la tarjeta, algunos partidos exigen a las personas que saquen fotograf¨ªas con sus celulares para demostrar su apoyo antes de darle el beneficio que prometieron, explican los analistas. ¡°Es probable que quien entreg¨® la tarjeta pida los datos del beneficiario, coaccione diciendo que tiene sus datos. Eso no se puede hacer, pero lo usan como enganche para que la gente se asuste¡±, afirma Astudillo. ¡°Todos los partidos utilizan este mecanismo de condicionamiento y lucran con la necesidad de las personas¡±, concluye.
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