Osiel C¨¢rdenas, el primer capitalista del narco
El l¨ªder del Cartel del Golfo, deportado a M¨¦xico desde Estados Unidos, cambi¨® las din¨¢micas delictivas del pa¨ªs con la creaci¨®n de Los Zetas y convirti¨® la frontera noreste del pa¨ªs en uno de los nodos m¨¢s importantes de la econom¨ªa criminal
Apenas rein¨® unos a?os, pero lo cambi¨® todo. Es el epitafio que podr¨ªa escribirse en la l¨¢pida criminal de Osiel C¨¢rdenas Guill¨¦n, el primer capitalista del narco. Apodado El Mata Amigos, C¨¢rdenas, que cuenta 57 a?os, dirigi¨®, en el cambio de siglo, la gran expansi¨®n del Cartel del Golfo, el nombre que dio Estados Unidos al grupo de traficantes de droga de Tamaulipas, en el noreste de M¨¦xico. Cre¨® a Los Zetas, organizaci¨®n delictiva que sacudir¨ªa las din¨¢micas del hampa en el pa¨ªs. Y dirigi¨® una de las primeras grandes guerras criminales de la Norteam¨¦rica contempor¨¢nea, que enfrent¨® a los suyos contra el grupo de traficantes sinaloenses y sus aliados, por el control de Nuevo Laredo, el gran hub fronterizo entre M¨¦xico y EE UU.
Este lunes, C¨¢rdenas durmi¨® por primera vez en suelo mexicano en algo m¨¢s de 17 a?os, tras pagar condena en Estados Unidos. Deportado al pa¨ªs que le vio nacer, la Fiscal¨ªa ejecut¨® una orden de captura en su contra por delincuencia organizada, mientras otras aguardan. Podr¨ªa pasar siglos en prisi¨®n ¨Co lo que su cuerpo aguante. Podr¨ªa tratar de colaborar con las autoridades, para que sea menos tiempo. Lo que parece claro es que dormir¨¢ en la c¨¢rcel un buen rato. Y que el M¨¦xico al que lleg¨® es como es, en parte, por ¨¦l.
El delincuente arrib¨® este lunes al Altiplano, la misma c¨¢rcel en la que estuvo preso, a principios de siglo, antes de su extradici¨®n. Las cosas han cambiado mucho desde entonces, ¨¦l mismo lo ha hecho. Su cabello cano, ralo, los lentes, y algunos pliegues en la mejilla y el ment¨®n, todo observable en las fotograf¨ªas que han divulgado ambos gobiernos, suaviza la vieja imagen que M¨¦xico ten¨ªa de ¨¦l. Otra cosa es el interior. Durante su primera etapa en la prisi¨®n del Altiplano, en el Estado de M¨¦xico, nadie dudaba del control que ejerc¨ªa sobre su imperio criminal. Dos d¨¦cadas m¨¢s tarde, la duda es si intentar¨¢ volver al juego. Y en condici¨®n de qu¨¦.
C¨¢rdenas fue bisagra entre dos mundos. Su ascenso en las redes de traficantes de droga de Tamaulipas, en las que sobresal¨ªa Juan Garc¨ªa Abrego, entre finales de la d¨¦cada de 1980 y mediados de la siguiente, con Carlos Salinas en el Gobierno, coincidi¨® con la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre M¨¦xico y Estados Unidos. El acuerdo cambiar¨ªa Am¨¦rica del Norte para siempre, tambi¨¦n el tr¨¢fico de drogas y, en general, la econom¨ªa criminal. El impresionante aumento del negocio econ¨®mico y el tr¨¢fico fronterizo entre ambos pa¨ªses abri¨® mil puertas al Cartel del Golfo, que contaba con Nuevo Laredo como el principal puerto de salida del pa¨ªs, conectada como est¨¢ con Monterrey y Guadalajara.
Hab¨ªa otro tema. A mediados de la d¨¦cada de 1990, EE UU tapon¨® la v¨ªa caribe?a de la ruta de la coca¨ªna desde Sudam¨¦rica, principalmente desde Colombia. Durante a?os, la coca hab¨ªa llegado al pa¨ªs a trav¨¦s de Florida, pero el aumento de la vigilancia en la pen¨ªnsula, con m¨¢s barcos, aviones y radares, oblig¨® a los traficantes colombianos a cambiar de estrategia. Con una frontera de m¨¢s de 3.000 kil¨®metros con Estados Unidos, M¨¦xico se convertir¨ªa en la principal puerta de entrada de su producto. Y Tamaulipas quedaba m¨¢s cerca que Tijuana, Ju¨¢rez u Ojinaga. El arresto de Garc¨ªa Abrego en enero de 1996 despejaba el camino a C¨¢rdenas. El asesinato de otro traficante destacado, Salvador G¨®mez, viejo amigo suyo ¨Casesinato que le vali¨® el apodo de Mata Amigos¨C le puso el negocio en bandeja.
La p¨¦rdida de poder del PRI en los ¨²ltimos a?os del siglo XX, y la desaparici¨®n de sus viejas estructuras policiales, la Direcci¨®n Federal de Seguridad y la Polic¨ªa Judicial Federal, apuntalaban el cambio. Durante d¨¦cadas, funcionarios del partido y su aparato gubernamental hab¨ªan organizado el tr¨¢fico de drogas en el pa¨ªs. No es ning¨²n secreto, acad¨¦micos como Luis Astorga o Benjamin Smith, o periodistas como Terrence Poppa, han documentado exhaustivamente las relaciones entre el crimen y el Estado en el siglo pasado. Ca¨ªdo el PRI y su jerarqu¨ªa, aumentadas las posibilidades de negocio gracias al TLC y al chorro creciente de coca¨ªna que Colombia mandaba por M¨¦xico, el conflicto parec¨ªa inevitable. En ese contexto, nacieron Los Zetas.
¡°Osiel C¨¢rdenas se distingui¨® de otros l¨ªderes del tr¨¢fico de drogas por varias razones. Primero, porque introdujo el paramilitarismo y escal¨® el nivel de las confrontaciones con las instituciones del Estado¡±, escribe precisamente Astorga, en Seguridad, traficantes y militares: el poder en la sombra, que Tusquets public¨® en 2007. La historia es de sobra conocida. A finales de la d¨¦cada de 1990, agobiado por los intentos de la competencia sinaloense por hacerse con Nuevo Laredo, C¨¢rdenas logr¨® la contrataci¨®n de entre 30 y 40 militares de ¨¦lite, adscritos hasta entonces al Grupo Aerom¨®vil de Fuerzas Especiales (GAFE). Aunque es verdad que los traficantes ten¨ªan guardaespaldas desde hac¨ªa a?os, aquello era un salto evolutivo en el crimen mexicano, cuyas consecuencias siguen golpeando al pa¨ªs.
La responsabilidad que durante a?os hab¨ªa reca¨ªdo en el Estado, auspiciar, organizar y proteger el tr¨¢fico de drogas, de una manera desordenada, quedaba, en Tamaulipas, en las manos de un grupo de soldados desertores, que acabar¨ªan siendo conocidos como Los Zetas, por sus distintivos radiales. Todo eso, a las ¨®rdenes de un tipo, que pasar¨ªa a la historia por matar a su viejo aliado. Astorga de m¨¢s detalles del sujeto. ¡°C¨¢rdenas fue proclive a las acciones clientelistas, de amplia cobertura medi¨¢tica, como el regalo de juguetes a los ni?os o comida a damnificados. Se interes¨® m¨¢s en los medios de comunicaci¨®n que sus hom¨®logos (...) Era como si coexistieran en ¨¦l, el empresario de la ilegalidad, el guerrero y el populista¡±, se?ala.
C¨¢rdenas invent¨® la guerra moderna en M¨¦xico, que bebe del tr¨¢fico de drogas como de tantos otros rubros criminales. Con la entrada de Los Zetas en la escena delictiva, el tr¨¢fico de coca¨ªna, hero¨ªna y marihuana se convirti¨® en uno de tantos negocios para la dupla criminal, que formaba con el Cartel del Golfo. Alinearon, en la jerga del mundo del hampa, a las organizaciones de tr¨¢fico de personas, se interesaron por el robo de combustible y, m¨¢s tarde, en Tamaulipas y en las regiones en que Los Zetas echaron sus tent¨¢culos, inauguraron el reino de la extorsi¨®n, que se ha convertido, con el paso de los a?os, en uno de los principales problemas del pa¨ªs.
El Gobierno mexicano detuvo a C¨¢rdenas en 2003, en Matamoros, de donde era originario. Lo mandaron a la c¨¢rcel de m¨¢xima seguridad del Altiplano. All¨ª, hizo amistad, seg¨²n reportes de prensa de la ¨¦poca, con otro viejo var¨®n del tr¨¢fico de drogas noventero, Benjam¨ªn Arellano F¨¦lix. Juntos guerrearon a los grupos de Joaqu¨ªn El Chapo Guzm¨¢n y los hermanos Beltr¨¢n Leyva, por el control de Nuevo Laredo, siempre en disputa. Pero EE UU ya lo ten¨ªa en la mira. En 2007, el Gobierno de Felipe Calder¨®n (2006-2012) lo extradit¨® y, en 2010, la justicia del pa¨ªs vecino lo conden¨®. Con la sentencia cumplida, rebajada gracias a acuerdos desconocidos con el Departamento de Justicia, C¨¢rdenas lleg¨® a M¨¦xico este lunes para volver a empezar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.