Historia de una tonelada de carb車n
En solo cinco municipios de Coahuila se extrae el 99% del carb車n de M谷xico. El negocio alrededor de este combustible ha matado a m芍s de 3.000 mineros, contamina el aire y los r赤os y causa enfermedades. Pero es el sustento de miles de personas que cada d赤a arriesgan la vida para alumbrar nuestras casas. Hoy, cuando la crisis clim芍tica exige una transici車n en la que este combustible quede en el pasado, la regi車n carbon赤fera enfrenta el ocaso de su raz車n de existir
Los dos invernaderos que Mat赤as Zamora cultiva en su casa en Cloete, Coahuila, al noreste de M谷xico, est芍n poblados de arbustos podridos de durazno. El 迆ltimo febrero los aires fr赤os del Polo Norte, ayudados por la crisis clim芍tica, viajaron m芍s al sur de l habitual y la tormenta invernal se convirti車 en un granizo con piedras del tama?o de un pu?o que destruyeron gran parte de la cosecha. Despu谷s de cuatro a?os persiguiendo su sue?o de ser agricultor, lo que cay車 del cielo fue el 迆ltimo empuj車n para que Zamora volviera a las profundidades de la tierra. Sus p芍rpados est芍n delineados por una sombra negra 〞parece haberse maquillado para dar m芍s intensidad a sus ojos verdes〞; junto a su larga melena y su camisa desabrochada hasta el pecho le dan un aspecto de m迆sico de heavy metal. Pero es la marca de que acaba de regresar de una mina de carb車n, uno de los oficios m芍s peligrosos del mundo, que alimenta a una de las industrias m芍s contaminantes del planeta.
Los huertos de Mat赤as Zamora son un lugar com迆n: una flor en el desierto, un toque verde en el gris carb車n. Una tarde de octubre de 2021, Zamora camina entre los pocos duraznos que sobrevivieron quitando las malas hierbas y extra?ando las cebollas, los chiles, las lechugas, las calabazas que le daban sustento en los a?os en que, para sobrevivir, cuidaba la tierra en vez de perforarla. ※En la siembra hay vida, en las pozas te vas deteriorando como las herramientas§, dice. Aquello fue un par谷ntesis vital desde que siendo un ni?o migr車 de Real de Catorce en San Luis Potos赤 〞una mina de plata abandonada convertida en atracci車n tur赤stica〞, para llegar a uno de los cinco municipios de la regi車n carbon赤fera de Coahuila, donde se extrae el 99% del carb車n en M谷xico. A sus 42 a?os, excepto por un periodo en Estados Unidos y unos meses en los que dej車 la miner赤a despu谷s de quedar sepultado y romperse un pie, todos sus d赤as han estado ligados a la piedra negra, porque en esta regi車n los hombres de su edad acababan en la mina casi con la misma inevitabilidad con la que la Tierra es atra赤da por el Sol.
El carb車n ilumin車 el mundo. Gracias a 谷l se universaliz車 el gesto de presionar un interruptor. Fue el combustible que aliment車 la Revoluci車n Industrial. Qued車 inmortalizado en la cultura popular en las novelas de Charles Dickens. Es un s赤mbolo de una 谷poca pasada que, sin embargo, sigue omnipresente.
En su forma destilada, el coque, es imprescindible para forjar el acero con el que se construyen los aviones, los puentes, los edificios y todav赤a es la principal fuente para generar energ赤a 〞cubre un tercio de la demanda mundial〞 a pesar de que el negocio a su alrededor mata mineros, contamina el aire, los r赤os, y causa enfermedades respiratorias, a veces mortales. En M谷xico, organizaciones ambientales calculan que las carboel谷ctricas produjeron en 2020 apenas el 4% de la electricidad, pero fueron responsables del 10% de los gases de efecto invernadero del sector energ谷tico. El carb車n es la piedra angular para un modo de vida que se ha vuelto insostenible. En estos d赤as se celebra la cumbre internacional COP26 en Glasgow, Escocia, donde m芍s de 100 mandatarios discuten c車mo limitar a 1,5 grados el calentamiento global, algo imposible si el carb車n sigue alumbrando nuestras casas. Para la regi車n carbon赤fera de Coahuila este combustible es mucho m芍s que eso: es su raz車n de existir.
El carb車n de esta regi車n se form車 por el impacto de un meteorito en el sureste del pa赤s, en Chicxulub, en la pen赤nsula de Yucat芍n, al mismo tiempo que desaparec赤an los dinosaurios. Despu谷s de 65 millones de a?os, a finales del siglo XIX, grandes empresas estadounidenses y japonesas empezaron a extraerlo para alimentar a los ferrocarriles. La gente lleg車 a este desierto en el que se formaron los municipios de Ju芍rez, M迆zquiz, Progreso, Sabinas y San Juan de Sabinas.
El paisaje de la regi車n es una sucesi車n de agujeros en la tierra, la mayor赤a de los barrios est芍n bautizados con nombres de minas y los cimientos de muchas casas se refuerzan porque est芍n construidas sobre otras ya agotadas. Gran parte de los negocios y los cargos pol赤ticos est芍n asociados a la riqueza de los empresarios carboneros. En los pueblos se erigen estatuas doradas en honor a los mineros como si se tratara de soldados ca赤dos en combate. Cada comunidad tiene un hito traum芍tico relacionado con la mina. El del pueblo de Barroter芍n ocurri車 en 1969, cuando una explosi車n de gas mat車 a 153 personas. Seg迆n el registro hist車rico que llevan familiares de v赤ctimas, desde que se empez車 a extraer carb車n m芍s de 3.100 mineros han muerto en estas tierras. La 迆ltima tragedia colectiva ocurri車 en junio de este a?o, cuando siete mineros quedaron atrapados en Rancher赤as, en el municipio de M迆zquiz, despu谷s de que la mina colapsara por una inundaci車n.
La tragedia tambi谷n preside la entrada a la casa de Mat赤as Zamora: 65 cruces apiladas en memoria de cada uno de los mineros muertos el 19 de febrero de 2006 en una explosi車n en Pasta de Conchos, una mina propiedad del Grupo M谷xico que, antes del siniestro, hab赤a recibido denuncias por la falta de condiciones de seguridad. Una de las dos modestas construcciones de cemento del terreno sirve como sede de la organizaci車n a trav谷s de la cual los familiares llevan 15 a?os pidiendo que se rescaten los cuerpos sepultados bajo la piedra.
En la otra casa vive Mat赤as Zamora con su familia. La habitaci車n, el comedor y la sala forman una sola estancia. No conoce a ning迆n carbonero que se haya hecho rico. ※A m赤 nunca me han dado ayuda para sembrar y me han intentado quitar de aqu赤 a golpes y amenazas§, dice Zamora. ※Pero para perforar para una mina siempre hay§. En el patio su hijo mayor observa la conversaci車n. Sus ojos parecen maquillados.
&La mina te da mucho, pero te quita todo*
Heradio H谷rnandez est芍 de cuclillas a cincuenta metros bajo tierra, empapado de sudor. Su casco roza la piedra del techo, el ruido de la pistola con la que se pica la piedra es ensordecedor y en una mano tiene un metan車metro que mide los niveles de gas para prevenir intoxicaciones o posibles explosiones. La primera mina a la que entr車 era un pozo al que se baja a bordo de un cubo atado a una cuerda. Era un adolescente que acompa?aba a su padre y casi se convierte en su 迆ltimo d赤a: una ※gran tabla de carb車n§ se cay車 a unos cent赤metros de ellos. Ha visto inundaciones y derrumbes. En la mina es dif赤cil moverse, cuesta respirar y, si se apaga la linterna, es imposible ver tu propia mano tapando tu rostro. Pero Heradio Hern芍ndez dice que ha encontrado su lugar en el mundo. No solo eso. Si pudiera elegir c車mo morir, ser赤a haciendo lo mismo que a sus 46 a?os ha hecho m芍s de media vida: extraer toneladas de carb車n de las profundidades de la tierra.
Para ser minero, dice, lo primero es tener ※mucho coraz車n§. En la regi車n hay un dicho m芍s completo: ※Mucho coraz車n y mucha hambre§. ?l, que ahora es encargado de seguridad de la mina Las Esperanzas, tiene grabada en la cabeza la frase de todo minero que sabe que entrar芍 en la mina, pero no sabe si va a salir. ※En la calle somos compa?eros, aqu赤 somos hermanos§.
Los mineros de Coahuila hablan de d赤as enteros sin salir a la superficie, de subir las pendientes gateando casi sin conciencia por inhalar gases o de socorrer a compa?eros mutilados con la frialdad de un cirujano en una operaci車n a coraz車n abierto. ※La mina te da mucho, pero te quita todo§, dice Armando Alonso G車mez, que el a?o pasado fue despedido y dej車 la miner赤a despu谷s de 23 a?os para migrar a Saltillo, a m芍s de tres horas de su pueblo natal, Barroter芍n. Pocos dejan ver el miedo; algunos cuentan estas historias con orgullo. A veces aflora algo de humor negro. Mat赤as Zamora recuerda que el hombre m芍s miedoso que ha visto en una mina fue un sicario de los Zetas durante los a?os en que el grupo criminal se involucr車 en el negocio del carb車n. ※Bajaba con la pistola y yo le dec赤a: &?Si disparas nos vas a matar a todos, eh!*. Buscaba el poder que ten赤a fuera, pero abajo era el m芍s peque?o de todos§.
Los carboneros se juegan la vida por unos 3.000 pesos a la semana si logran sacar unas siete toneladas al d赤a, pero muchos no conocen otro modo de sobrevivir. En Coahuila est芍n dos de las tres carboel谷ctricas del pa赤s (la otra, en Guerrero, funciona con carb車n importado). Las dos centrales consumen casi la mitad del combustible que se extrae en la regi車n y generan m芍s del 60% de la energ赤a. La quema del carb車n contamina tanto el aire que unas 430 personas mueren al a?o en Coahuila por enfermedades respiratorias, de acuerdo con un informe del Centre for Research on Energy and Clean Air. Entre sus desperdicios, se?ala la organizaci車n, alrededor de 900 kilos de mercurio van a parar anualmente a los ecosistemas terrestres y de agua dulce de una regi車n que sufre sequ赤as cr車nicas.
※La generaci車n de energ赤a con carb車n en M谷xico es un proceso obsoleto ambiental y econ車micamente que no pone en el centro a las personas como deber赤a hacerlo cualquier proyecto p迆blico. La discusi車n no es nueva, sobre todo desde los derechos humanos y laborales. Pero ha cobrado m芍s fuerza por el motivo clim芍tico. Desde una perspectiva de gases de efecto invernadero, las carboel谷ctricas tampoco tienen espacio§, analiza Jorge Villarreal, director de pol赤tica clim芍tica de la ONG Iniciativa Clim芍tica de M谷xico (ICM).
Por cada minero muerto hay 600 incidentes de seguridad. La mitad de los fallecidos no contaba con seguro social y hasta hoy no se sabe el n迆mero exacto de personas rescatadas vivas. Entre 2000 y 2019, unos 2.626 mineros quedaron incapacitados permanentemente. A pesar de todo ello, en una regi車n de 160.000 habitantes, unas 3.000 familias dependen directamente de la industria carbon赤fera y cerca de 11.000 empleos indirectos asociados a ella.
※Las empresas necesitan la narrativa heroica porque solo los h谷roes trabajan donde no hay condiciones§, dice Cristina Auerbach, defensora de los derechos humanos e integrante de la Organizaci車n Familia Pasta de Conchos. ※Es incre赤ble ver el apego de la gente al mineral: los representa, forma parte de su historia y al mismo tiempo tiene una enorme carga de sufrimiento§.
A Heradio Hern芍ndez, que quiere morir en la mina, le preocupa que la mina muera antes que 谷l. Las Esperanzas vende su carb車n a la Comisi車n Federal de Electricidad (CFE). Si M谷xico cumpliera sus compromisos internacionales deber赤a dejar la generaci車n de electricidad por carb車n en 2030, el mismo a?o que se acaba la vida 迆til de las carboel谷ctricas de Coahuila. El otro gran cliente del carb車n es Altos Hornos de M谷xico (AHMSA), la empresa de Alonso Ancira, que estudia declararse en bancarrota en medio de acusaciones de sobornos y corrupci車n.
〞Si no fueras minero, ?qu谷 ser赤as?
〞Nunca lo he pensado 〞dice Heradio Hern芍ndez despu谷s de unos segundos en los que en verdad parece que lo ha pensado por primera vez.
Su amor por la mina, adem芍s, es angustia diaria para su esposa y 谷l tampoco quiere que sus tres hijos, ya adolescentes, sean mineros: ※La mina te cobra, uno puede pagar con la vida§.
&Mam芍, la mina te est芍 llevando a ti tambi谷n*
Una noche de 2009, a la salida de una bocamina, Cristina Auerbach se maravill車 de la enorme luna que brillaba en el desierto. Las personas que la rodeaban no hicieron m芍s que lanzar una mirada r芍pida al cielo llena de indiferencia. Entonces, dice, decidi車 que se quedar赤a en la regi車n carbon赤fera porque el trauma en estas tierras era tan profundo que la gente hab赤a perdido la capacidad de asombrarse ante un espect芍culo que a ella la dejaba absorta.
Hab赤a visitado la regi車n por primera vez la madrugada del 21 de febrero de 2006, dos d赤as despu谷s de la explosi車n en Pasta de Conchos. Era una defensora de los derechos laborales sin idea sobre minas. Lo que vio fue a cientos de personas que se amontonaban en el lugar del accidente. Hab赤a polic赤as y militares. Hab赤a carpas cat車licas y carpas protestantes. Un predicador gritaba con meg芍fono que los mineros hab赤an quedado sepultados por sus pecados y solo la voluntad de Dios pod赤a sacarlos. Representantes de la compa?赤a y pol赤ticos lanzaban mensajes sobre una plataforma, ataviados con impolutos cascos blancos. Los familiares escuchaban sobre el piso, que a su vez era el techo de esa mina convertida en tumba. Cristina Auerbach recuerda a un se?or mayor con la cabeza gacha, llorando, que se resguardaba de la g谷lida noche con una manta. ※Se me qued車 Antonio§, le dijo. Antonio era un rescatista que le hab赤a salvado la vida en otra ocasi車n. Ahora 谷l hab赤a quedado bajo tierra.
Durante los 12 a?os que lleva viviendo en estos pueblos del carb車n, Cristina Auerbach ha acompa?ado a los familiares de las v赤ctimas despu谷s de cada muerte, ha asesorado a habitantes que han acudido a ella cuando alguien quiere invadir sus tierras para perforarlas y ha defendido a los mineros de los abusos laborales de los empresarios y el acoso de la polic赤a. Gran parte de su tiempo lo ocupa en documentar y denunciar las fallas de seguridad en las minas legales y la existencia de las clandestinas. Auerbach es una mujer que alza la voz en una tierra que exalta la masculinidad y que a las mujeres les ha reservado el papel de viudas. Es extranjera en un lugar que dif赤cilmente se visite si no es por trabajo o familia, a pesar de los desvencijados carteles sobre el Turismo Carbon赤fero que se?alan lugares sin inter谷s tur赤stico. Es la enemiga p迆blica de los grandes empresarios del carb車n, como el senador de Morena Armando Guadiana, se?alado en la investigaci車n de los Pandora Papers por abrir un fideicomiso en un para赤so fiscal y no declarar una fortuna de 28 millones de d車lares.
En Barroter芍n es f芍cil reconocer la casa de Cristina Auerbach por las c芍maras de seguridad y las altas rejas que la guardan. Desde que se mud車, las amenazas se han vuelto parte de su vida. Todas las noches duerme con el celular al alcance de la mano por si alguien tiene algo que denunciar, lo que sucede a menudo. En un caj車n guarda una cuerda ra赤da con conos intercalados. Es lo que se conoce como cuerda de vida, una soga que sirve para que los mineros puedan encontrar la salida de la mina a trav谷s del tacto en caso de que no haya luz. Este sencillo instrumento no exist赤a en Pasta de Conchos, propiedad de Germ芍n Larrea, el segundo hombre m芍s rico de M谷xico.
※Hace falta un cambio de narrativa. ?Por qu谷 no podemos llamarnos la regi車n del sol si eso es lo que nos sobra?§, dice Aurbach. ※Yo cerrar赤a todas las minas, para m赤 el carb車n significa angustia, pero primero pensando en los mineros, en la gente de aqu赤§.
En M谷xico, un pa赤s donde un tercio de la poblaci車n tiene dificultades econ車micas para satisfacer su consumo de energ赤a 〞lo que se conoce como pobreza energ谷tica〞, las reformas energ谷ticas han sido un eje central en las dos 迆ltimas administraciones. La reforma impulsada por Enrique Pe?a Nieto en 2013 liberaliz車 el sector y anunciaba el cierre de las carboel谷ctricas y su reemplazo por energ赤as limpias para 2026. La propuesta del actual presidente, Andr谷s Manuel L車pez Obrador, vuelve a dar m芍s fuerza al estado como ente regulador a trav谷s de la CFE y su eje principal es la soberan赤a energ谷tica nacional, sin priorizar la salida de los combustibles f車siles.
Ninguna de las dos reformas, opina Jorge Villarreal, de ICM, es una ruta viable para lograr una transici車n energ谷tica justa: sustituir las energ赤as contaminantes por otras limpias poniendo en el centro a la poblaci車n de los lugares afectados. En otras palabras: que un pueblo minero sobreviva al bien com迆n.
※La primera est芍 basada solo en t谷rminos t谷cnicos y financieros. No hay justicia y dej車 fuera la dimensi車n social. En el texto de este gobierno se nombra la transici車n energ谷tica justa, pero no existe ning迆n plan operativo para que no se quede solo en papel§, dice Villarreal. El ambientalista asegura que en Coahuila la sustituci車n del carb車n por la energ赤a solar ya es t谷cnica y econ車micamente viable, pero que est芍 frenada por la falta de voluntad pol赤tica para romper la cadena de intereses alrededor de este combustible.
En este contexto, Cristina Auerbach ha logrado relativos 谷xitos, como el cierre de la mina Lul迆 en 2011 〞que le cost車 amenazas y luego volvi車 a operar〞 y ha encontrado aliados entre mineros como Mat赤as Zamora, y sobre todo entre mujeres y j車venes, que no quieren seguir los pasos de sus padres en las minas y suelen buscar otro futuro en la maquila.
Elvira Mart赤nez, su amiga m芍s antigua en la regi車n, ni siquiera sab赤a en qu谷 mina trabajaba su esposo el d赤a que Vladimir Mu?oz se convirti車 en una de las v赤ctimas de Pasta de Conchos. Dice que ha aprendido mucho reclamando justicia, aunque en el camino hubo momentos en los que no se sent赤a ella misma. Un d赤a, su hija peque?a le dijo: ※Mam芍, la mina se llev車 a pap芍 y te est芍 llevando a ti tambi谷n§.
Omar Navarro logr車 el contacto de Auerbach despu谷s de verla por la televisi車n y se sorprendi車 de que aquella mujer que dec赤a lo que dec赤a fuera su vecina. A pesar de nacer en un pueblo llamado Minas de Barroter芍n y que la imagen de un hombre tiznado de negro sea uno de los primeros recuerdos de su infancia, con 14 a?os se prometi車 que nunca pisar赤a una mina y, hasta el momento, que tiene 26, lo ha cumplido. ?l quiere ser guionista de cine y desea que la regi車n se convierta en un gran escenario de rodaje.
Pero Cristina Auerbach tambi谷n ha visto como las minas son cada vez peores. ※La CFE est芍 entregando el mayor volumen de compras de carb車n a las minas mientras demuestren que son las m芍s chicas, pero lo m芍s chico en miner赤a es lo m芍s precario y lo m芍s peligroso§. Eduardo Aguirre, el due?o de la mina Las Esperanzas, comparte la preocupaci車n de Auerbach. ※La Secretar赤a del Trabajo hace sus inspecciones, o llegan a los puntos que son denunciados y clausuran ese tipo de miner赤as; sin embargo, al siguiente d赤a, o a la semana, las pueden volver a abrir§, dice este hombre que a sus 34 a?os le gustar赤a seguir en la industria a la que se meti車 por su abuelo, pero que ya est芍 buscando otras oportunidades en medio de la crisis presente y futura del carb車n. Un 40% de las personas relacionadas con este negocio, como Aguirre, est芍 dispuesto a cambiar de rubro hacia otro negocio rentable. Si ser minero de carb車n es uno de los oficios m芍s peligrosos del mundo incluso en minas grandes, que est芍n mecanizadas y tienen mayores medidas de seguridad, se vuelve algo m芍s que temerario en los cientos de minas informales y clandestinas: apenas cuevas o pozos donde los mineros bajan a la tierra sin botas de punta de acero, con cascos viejos, sin ventilaci車n y sin importar el nivel de gas.
El tema de actualidad en Barroter芍n es el cierre de la Mina VII, propiedad de MIMOSA. En 1989 la principal mina del pueblo cerr車, y una mina genera un universo alrededor de ella. Si no se toman medidas, cuando desaparece, significa el fin de todo. La comunidad se vaci車 tanto que se comenz車 a retirar el alumbrado p迆blico.
Una tarde de octubre de 2021, Cristina Auerbach est芍 dando un taller sobre riesgos laborales en un peque?o sal車n de eventos a una decena de mujeres, todas familiares de mineros. En este espacio el carb車n se define desde ※el miedo§ y las historias de largas jornadas pegadas al radio con la esperanza de no escuchar la noticia sobre un accidente. En otra mesa un grupo de ni?os tiene la tarea de dibujar un paisaje de su pueblo. Pintan las nubes de negro.
CR?DITOS
Texto: Jos谷 Luis Pardo Veiras
Fotograf赤a: Felipe Luna
Video: ?scar A. S芍nchez
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