Los matraqueros contra el CIDE
A Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador no le interesa que se edifique conocimiento, indagaci¨®n ni tecnolog¨ªa en M¨¦xico. Para el presidente lo que no es propaganda es p¨¦rdida de tiempo


La embestida lanzada por el gobierno federal en contra del Centro de Investigaci¨®n y Docencia Econ¨®micas (CIDE) es el nuevo cap¨ªtulo de la campa?a que sostiene el poder institucional mexicano para someter a la inteligencia a base de descalificaciones, linchamientos y recortes. Sus estaciones anteriores han sido las tarascadas lanzadas por el presidente y sus ac¨®litos a la UNAM, a notables investigadores del Conacyt y a los intelectuales, as¨ª, en racimo (el presidente se lament¨® p¨²blicamente de que ni una docena de ellos lo apoyen y hasta hizo un listado de esos pocos, con muertos incluidos, para apuntalar sus dichos, dejando sin menci¨®n, tristemente, al abnegado grupo de entusiastas que lo defienden a capa y espada ¡°porque sus intenciones son buenas¡±).
?Pero por qu¨¦ pasa esto? ?Cu¨¢l es el problema de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador y los suyos con los acad¨¦micos, investigadores, estudiantes, profesores, pensadores y dem¨¢s? ?En qu¨¦ momento naci¨® ese rechazo en el seno de su movimiento contra la educaci¨®n superior, la ciencia y la cultura, si una parte nada menor (por no decir mayoritaria) de los integrantes de tales sectores acompa?aron y apoyaron la larga marcha del mandatario en pos del poder? ?Por qu¨¦ vemos a sonrientes priistas, a panistas de toda la vida, a toda clase de chapulines pol¨ªticos plenamente reconvertidos en militantes de Morena y aceptados y aplaudidos en la cubierta del barco, mientras que se hostiliza, presiona, descalifica y lincha a todo aquel que intente pensar por su cuenta?
Hay varias explicaciones posibles. Por ejemplo, esta: imaginemos que a pesar de su belicoso patriotismo escolar y de su erudici¨®n hist¨®rica digna de las monograf¨ªas ilustradas que sol¨ªan venderse en las papeler¨ªas, resulte que el presidente no sea un hombre de muchas luces. Porque, caray, es obvio que sus referencias intelectuales est¨¢n completamente desactualizadas y su di¨¢logo con el pensamiento contempor¨¢neo es nulo. Y como ¨¦l manda en el aparato estatal y como las ideas que se construyen en la academia, la ciencia o el arte no est¨¢n sintonizadas con las necesidades de su r¨¦gimen, le resulta ofensivo que el dinero p¨²blico (que considera suyo, claro, porque el voto lo autoriz¨® a administrarlo) termine en investigaciones, estudios y proyectos que no contribuyan a sus fines. Es decir, a L¨®pez Obrador no le interesa que se edifique conocimiento, indagaci¨®n ni tecnolog¨ªa en M¨¦xico. Sus capacidades solo le dan para pensar en t¨¦rminos de politiquer¨ªa y, en esos t¨¦rminos, lo que no es propaganda es p¨¦rdida de tiempo. El dinero, seg¨²n su l¨®gica, rinde mejor en programas electoreros capaces de crearle porristas incondicionales.
Claro que para que esta cruzada oscura avance tienen que aparecer una serie de facilitadores dentro de las instituciones p¨²blicas dedicadas a la educaci¨®n, la investigaci¨®n y el pensamiento. La repentina sincron¨ªa con las ideas rencorosas del mandatario sobre, por ejemplo, las becas, los fideicomisos y los estudios o intercambios acad¨¦micos al extranjero que han mostrado la directora de Conacyt, Elena ?lvarez Buylla, y el director interino del CIDE, Jos¨¦ Antonio Romero Tellaeche, es una buena muestra de c¨®mo opera el arribismo pol¨ªtico en estas materias. Vaya espect¨¢culo, ver a ambos reconocidos doctores desde?ando los estudios en el extranjero¡ a los que deben los grados acad¨¦micos que ostentan. Pero como al presidente le dan comez¨®n los doctores, pues hay que renegar de los doctorados¡
El CIDE no es, desde luego, una universidad que vaya a recibir a cientos de miles de alumnos. Es algo diferente: un centro de investigaci¨®n, una instituci¨®n de conocimiento especializado y de alto rendimiento como las que opera todo pa¨ªs medianamente serio para asegurarse de contar con profesores e investigadores bien calificados en materias fundamentales para el Estado, como la ciencia pol¨ªtica, la econom¨ªa y el derecho. Que el CIDE sea p¨²blico y compita con las m¨¢s costosas universidades privadas (a las que, en muchos terrenos, excede por los alcances de sus trabajos) deber¨ªa ser motivo de orgullo para el pa¨ªs. A menos, claro, que el gobierno de ese pa¨ªs piense que todo el que no ande sonando matracas para celebrarlo es un malvado y no merece apoyos oficiales.
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