El narco: la nueva guerra de Trump
La designaci¨®n de los c¨¢rteles como organizaciones terroristas es el acontecimiento m¨¢s importante para el sistema de seguridad internacional desde los atentados contra las Torres Gemelas
![Polic¨ªas resguardan el lugar donde un agente fue asesinado por un grupo armado en Culiac¨¢n, en diciembre de 2024.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/2FBWM476LNG5DGH7XHAPXFJDEE.jpg?auth=69e9a681191391a3c4212a62a66aa309134645f20182b8909c236c611391a172&width=414)
La declaratoria del Gobierno de Estados Unidos de los c¨¢rteles mexicanos como organizaciones terroristas es no s¨®lo el acontecimiento m¨¢s trascendente para la relaci¨®n M¨¦xico-Estados Unidos de los ¨²ltimos 100 a?os, sino el acontecimiento m¨¢s importante para el sistema de seguridad internacional desde los atentados contra las Torres Gemelas. Dicha declaratoria fusiona dos esfuerzos internacionales que, aunque nacieron por motivaciones distintas y en momentos separados en el tiempo, siempre se comportaron como gemelas perdidas: la guerra contra el terror y la guerra contra el narcotr¨¢fico. Ambos esfuerzos se comportan operativamente de manera similar, son campa?as de contrainsurgencia, impulsadas mayoritariamente por naciones occidentales sobre el sur global, que parten de la presunci¨®n de que las campa?as de decapitaci¨®n son el instrumento que permitir¨¢ eventualmente ¡°ganar¡± ambas ¡°guerras¡±.
La guerra contra el narcotr¨¢fico es la m¨¢s antigua de las dos. Inaugurada en el Hemisferio Occidental tal y como la conocemos a principios del siglo XX, con intentos como la prohibici¨®n del consumo recreativo de alcohol y posteriormente de sustancias como la cannabis, los opioides, los alucin¨®genos, entre otras sustancias. Por otro lado, la guerra contra el terror, que aunque en sus m¨¦todos es tan antigua como la historia misma de la guerra, es relativamente joven en su conceptualizaci¨®n. A mediados del siglo XX no era m¨¢s que un pie de p¨¢gina eclipsado por la preocupaci¨®n protagonista de las pol¨ªticas de seguridad nacional de la ¨¦poca, el prospecto de una guerra nuclear entre la OTAN y la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Tras la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn y los atentados del 11-S, el antiterrorismo se convertir¨ªa en el n¨²cleo e hilo conductor del sistema de seguridad internacional construido en sistemas como el de las Naciones Unidas, la OEA, la OTAN y la Uni¨®n Europea.
La guerra contra el terror re-empaquet¨® y re-conceptualiz¨® las viejas rivalidades de Occidente. Pa¨ªses como Ir¨¢n, Rusia, Corea del Norte y Cuba son designados por el Departamento de Estado como ¡°naciones anfitrionas del terrorismo¡±. Para el Gobierno de Estados Unidos, el terrorismo abarca no s¨®lo las t¨¢cticas de guerra irregular, sino todo aquello que pretende ser nombrado como enemigo, adversario o antag¨®nico.
La orden ejecutiva del presidente Donald Trump que designa a los c¨¢rteles del narcotr¨¢fico (no s¨®lo de M¨¦xico, sino de Latinoam¨¦rica en general) como organizaciones terroristas representa, toda proporci¨®n guardada, un cambio de paradigma muy similar al que experimentaron pa¨ªses como M¨¦xico, Colombia o Ecuador en el marco de la guerra contra el narcotr¨¢fico. Eventos como el asesinato del candidato a la presidencia Eduardo Villavicencio en Quito, las emboscadas de las FARC, y el despliegue del Ej¨¦rcito Mexicano durante el Gobierno de Felipe Calder¨®n para combatir a los c¨¢rteles fueron todos catalizadores que culminaron en la misma consecuencia jur¨ªdica y operativa: elevar a los c¨¢rteles de una amenaza a la seguridad p¨²blica a una amenaza militar.
La sutil diferencia entre aquellas declaraciones de guerra frente a la que ahora lanza el Gobierno norteamericano es no una diferencia de conceptualizaci¨®n sino de escala. Ahora no es s¨®lo un pu?ado de naciones latinoamericanas quienes trasladan de la burocracia civil a la burocracia militar la responsabilidad de perseguir a los c¨¢rteles, sino que lo hace la potencia econ¨®mica y militar hegem¨®nica. La declaratoria la hace Estados Unidos, polo regulatorio y de poder que con dicha medida seguramente arrastrar¨¢ al mundo entero, como en su momento hizo la declaratoria del inicio de la guerra contra el terror de George W. Bush.
Esta declaratoria activa todo el ecosistema jur¨ªdico y operativo que emergi¨® de la furia y deseo de venganza de los estadounidenses tras la ca¨ªda de las Torres Gemelas. El ¡°Acta Patriota¡±, la ¡°Autorizaci¨®n de Uso de la Fuerza Militar¡±, las ¡°T¨¦cnicas de Interrogatorio Mejoradas¡±, todas las normas y pr¨¢cticas que transformar¨ªan lo que en otra ¨¦poca ser¨ªa considerado un estado de excepci¨®n en la realidad cotidiana del quehacer de la seguridad estadounidense.
Dicha declaratoria dota de extraterritorialidad y sobrada discrecionalidad al combate de la guerra contra el narcotr¨¢fico. No hay soberan¨ªa, tratado internacional ni ponderaci¨®n pragm¨¢tica que pueda detenerle. La declaratoria arrebata la guerra contra las drogas de manos de la DEA para ponerla en manos de la maquinaria militar m¨¢s potente del planeta. Frente a dicho cambio de taxonom¨ªa no hay comunicado, discurso, porra, ni muestra de disgusto que pueda frenarle.
El Gobierno mexicano enfrenta tras dicha declaratoria dos amenazas existenciales. Por un lado, aranceles hist¨®ricos, que justificados so pretexto de dar resoluci¨®n a la crisis de muertes por fentanilo, amenazan la fr¨¢gil estabilidad econ¨®mica de un pa¨ªs que hist¨®ricamente siempre ha dependido de su relaci¨®n comercial con Am¨¦rica del Norte. Las tarifas anunciadas por Trump fueron puestas en pausa por un mes el pasado lunes. Por otro, la declaratoria permite la intervenci¨®n, sin previa declaraci¨®n de guerra, de tropas estadounidenses en persecuci¨®n de todos aquellos que sean nombrados como terroristas, como ha ocurrido en Irak, Afganist¨¢n, Siria y Yemen. M¨¦xico puede, en el lapso de los pr¨®ximos meses, perder sus dos m¨¢s grandes tesoros: su incipiente crecimiento econ¨®mico y su capacidad de decidir soberanamente sobre su territorio.
?Dicha declaratoria pacificar¨¢ M¨¦xico y acabar¨¢ con el narcotr¨¢fico? No, la guerra contra el terror y la guerra contra el narcotr¨¢fico son campa?as que por definici¨®n no pueden concluir ni ganarse por ning¨²n bando, pues a diferencia de cualquier otro esfuerzo de guerra no nacen de la voluntad de actores particulares sino de factores estructurales. El narcotr¨¢fico, m¨¢s que una constelaci¨®n de personas, es una constelaci¨®n de deseos, del deseo humano de consumir el placer y aliviar el dolor. El terrorismo, por otro lado, m¨¢s que una constelaci¨®n de personas, es un entramado de ideas. Ideas y deseos, ambos existen en las personas, pero no pertenecen a ninguna de ellas en particular. Las personas pueden ser aniquiladas, pero los mercados (que no son sino articulaciones de deseos) y las ideas, siempre encuentran un cauce en d¨®nde esconderse y florecer. Son escurridizos, d¨²ctiles y permeables. Mientras exista la humanidad, atada a su biolog¨ªa y a sus carencias, existir¨¢n el delito, la adicci¨®n y la violencia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.