Tecoltemi quiere dejar de ser minera
Una comunidad rural de Puebla reclama la cancelaci車n de un proyecto de explotaci車n de oro y plata en su territorio y la inconstitucionalidad de la ley que regula el sector. El caso ha llegado a la Corte Suprema mexicana
El ejido de Tecoltemi bulle de un nerviosismo inusual. Parece temporada de cosecha, aunque los tallos de ma赤z est芍n secos desde hace meses. No es eso. Don Leoncio Lobato est芍 afinando el viol赤n nuevo y solo puede significar que algo importante se prepara. Otros ejidatarios buscan las pancartas de &No a la mina*, guardadas en alguna bodega que nadie consigue localizar. ※?D車nde se quedaron?§, se preguntan, mientras Alejandro Rivera ensaya en silencio un discurso que ha aprendido de memoria y que empieza por: ※Se?or ministro, de la manera m芍s atenta#§.
En unas horas, Rivera, Lobato y sus c...
El ejido de Tecoltemi bulle de un nerviosismo inusual. Parece temporada de cosecha, aunque los tallos de ma赤z est芍n secos desde hace meses. No es eso. Don Leoncio Lobato est芍 afinando el viol赤n nuevo y solo puede significar que algo importante se prepara. Otros ejidatarios buscan las pancartas de &No a la mina*, guardadas en alguna bodega que nadie consigue localizar. ※?D車nde se quedaron?§, se preguntan, mientras Alejandro Rivera ensaya en silencio un discurso que ha aprendido de memoria y que empieza por: ※Se?or ministro, de la manera m芍s atenta#§.
En unas horas, Rivera, Lobato y sus compa?eros del comisariado ejidal tienen una audiencia previa por zoom con Jorge Mario Pardo Rebolledo, el ministro de la Suprema Corte de Justicia de M谷xico responsable de su caso. Han instalado una mesita para la computadora bajo una lona azul, en un cerro rodeado de nopales cercano al pueblo. Quieren que el ministro vea en su pantalla el paisaje rugoso de este rinc車n del Estado de Puebla. De eso va el juicio que iniciaron hace casi siete a?os; de la tierra maciza y sedienta que alimenta la comunidad y que creen amenazada por el proyecto de una mina.
Instancia tras instancia, recurso tras recurso, el nombre de Tecoltemi, un ejido de apenas 300 personas, ha penetrado por fin los salones de la Suprema Corte. El m芍ximo tribunal tiene que decidir si cancela dos concesiones de 14.229 hect芍reas otorgadas por el Gobierno en 2003 y 2009 a la canadiense Almaden Minerals y si, adem芍s, declara inconstitucionales algunos art赤culos de la Ley Minera por violar los derechos de los pueblos ind赤genas. La discusi車n estaba prevista para este mi谷rcoles pero ha sido aplazada, sin que todav赤a haya nueva fecha. El caso puede sentar un precedente y ha atrapado la atenci車n del Gobierno y del sector.
El camino legal ha sido tortuoso, casi tanto como la pista de terracer赤a que serpentea cuesta arriba hasta el ejido. Nadie avis車 a los campesinos de Tecoltemi de que su territorio estaba siendo concesionado ni de que pronto podr赤an ser vecinos de una mina a cielo abierto. Empezaron a sospechar algo al ver unos helic車pteros amarillos sobrevolar la sierra.
Los ejidatarios tuvieron que presentar una solicitud p迆blica de informaci車n para poder salir de dudas. La respuesta lleg車 en 2015, 12 a?os despu谷s de que el Gobierno otorgara el primer permiso. Y, efectivamente, por el territorio de Tecoltemi cruzaban dos concesiones con una vigencia de 50 a?os, prorrogables hasta los 100. ※Nadie nos pregunt車. Todo se estaba haciendo en oculto§, se?ala con voz grave Lobato, campesino y violinista aficionado de 72 a?os, bien abrigado con cuatro capas de ropa para que no se le meta el fr赤o. El suyo es uno de los tres nombres que aparecen en la demanda de amparo contra el Gobierno en representaci車n de la comunidad.
Almaden Minerals, con sede en la ciudad de Vancouver, en Canad芍, inici車 los trabajos de prospecci車n en 2001 pero no fue hasta 2018 que se confirm車 el potencial: 73 millones de toneladas de mineral, que inclu赤an oro y plata. El foco de inter谷s eran 466 hect芍reas, a unos kil車metros de Tecoltemi. All赤 se abrir赤a un tajo de 400 metros de profundidad.
Resolverlo a las malas o por la ※v赤a tranquila§. Al principio, Margarito D赤az, campesino de 65 a?os, dud車. Cuando recibieron la respuesta a la solicitud de informaci車n, los ejidatarios se reunieron al lado de la escuela, un edificio de concreto pintado de blanco, para decidir qu谷 hacer. ※Muchos le ten赤an miedo a enfrentarse con las autoridades, pero con el apoyo de las abogadas la gente tuvo m芍s valor§, recuerda D赤az. Despu谷s de unas tres horas de debate, votaron a mano alzada y se impuso la soluci車n del amparo.
El camino a la Suprema Corte
La clave del caso es la falta de consulta previa. M谷xico ha firmado el Convenio 169 de la Organizaci車n Internacional del Trabajo que obliga al Gobierno a consultar a los pueblos ind赤genas antes de llevar a cabo proyectos que les afecten. La Constituci車n mexicana tambi谷n reconoce ese derecho. Sin embargo, la Secretar赤a de Econom赤a no lo hizo antes de otorgar las concesiones. La dependencia adujo durante el juicio de primera instancia que la Ley Minera no le obligaba a realizarla y que, de todas formas, la poblaci車n no acreditaba su vinculaci車n con el territorio, afirma Itzel Silva, de la organizaci車n Fundar, una de las abogadas de Tecoltemi.
Almaden ha retomado la pol谷mica tesis de la escasa presencia ind赤gena. La Manifestaci車n de Impacto Ambiental (MIA), presentada por la minera en 2019, menciona que, seg迆n cifras oficiales, solo un 2,3% de la poblaci車n es ind赤gena en el ※芍rea de influencia§ del proyecto. En el trabajo de campo, ※迆nicamente se identific車 a una mujer adulta mayor en la localidad de Zacatepec, quien a pesar de conocer la lengua n芍huatl, ya no la practica, y considera no tener autoadscripci車n a ninguna etnia ind赤gena§, reza el documento.
Tecoltemi, que forma parte de la concesi車n pero no del ※芍rea de influencia§ del proyecto, se afirma ind赤gena aunque el n芍huatl lleve d谷cadas en declive. Los mayores se lo oyeron a sus abuelos y a迆n lo chapurrean; pueden saludar con un &?c車mo amaneciste?* en el idioma de sus ancestros. Los j車venes ya no. ※Uno se adapta a la modernidad. El vestuario tampoco lo traemos ind赤gena porque no se consigue el material. Eso no quiere decir que no seamos parte de un pueblo originario§, apunta Raymundo Romero, campesino de 36 a?os que viste con una camisa a cuadros y que habla con fascinaci車n sobre los placeres del campo. ※Nunca me llam車 la atenci車n la ciudad§.
Adem芍s de la cancelaci車n de las concesiones por la falta de consulta, el amparo reclama la inconstitucionalidad de algunos art赤culos de la Ley Minera, entre ellos el que establece que esta actividad es ※preferente sobre cualquier otro uso del terreno§. Una especie de cheque en blanco. ※La ley facilita la entrega de los territorios a las empresas. Es un marco legal espec赤ficamente creado para quitarles obst芍culos§, asegura Silva, responsable de la denuncia junto a Diana P谷rez, del Consejo Tiyat Tlali. ※El caso se puede convertir en una herramienta para los pueblos que est芍n dando batalla§. Actualmente, el 8,6% del pa赤s est芍 concesionado a mineras. Equivale aproximadamente a la superficie de Costa Rica y Guatemala juntas.
Despu谷s de que la jueza de primera instancia admitiera a tr芍mite el amparo, la empresa intent車 renunciar al pedazo de concesi車n que correspond赤a a Tecoltemi, una estratagema para que el juicio quedara sin sustento. Tampoco perd赤a nada porque el foco de su exploraci車n estaba a unos kil車metros de la comunidad. Un tribunal colegiado, sin embargo, rechaz車 la petici車n porque ya exist赤a una suspensi車n judicial sobre la concesi車n. As赤, el caso ha podido avanzar hasta el m芍ximo tribunal.
Si, como propone el ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo en su proyecto de sentencia, se cancela la concesi車n, ser赤a la primera decisi車n de este tipo que toma el m芍ximo tribunal, seg迆n las abogadas de Tecoltemi. Por otro lado, la Suprema Corte ha evitado, hasta ahora, entrar al fondo de la constitucionalidad de la Ley Minera y Pardo Rebolledo tampoco lo hace en este caso. El ministro esgrime la facultad del Estado para decidir sobre los recursos naturales y restringir ※bajo ciertas condiciones§ los derechos de los pueblos ind赤genas a la propiedad.
Tanto la Secretar赤a de Medio Ambiente como la C芍mara Minera siguen el proceso con atenci車n. La semana pasada la dependencia federal pidi車 a los ministros que atendieran los reclamos contra la constitucionalidad de la ley. Las declaraciones no han sentado bien en el sector. ※Hemos visto intentos de dar l赤nea aunque sean poderes separados§, dice el presidente de la C芍mara Jos谷 Jaime Guti谷rrez, y a?ade sobre la posible cancelaci車n de concesiones: ※Generar赤a una desconfianza tremenda en el inversionista§.
En los 迆ltimos 10 a?os, M谷xico ha ca赤do 22 puestos en el 赤ndice mundial que mide su atractivo para el sector, aunque se mantiene como segundo mayor destino de inversi車n en exploraci車n minera de Am谷rica Latina. Para evitar confusiones, la C芍mara reclama a las autoridades que reglamenten qui谷n es ind赤gena y cu芍ndo se debe hacer la consulta. El sector defiende que sea al finalizar la fase de exploraci車n y no antes de otorgar concesiones, un planteamiento rechazado por los movimientos sociales.
El miedo a quedarse sin agua
※Derecho al agua y a la vi...§, dice en grandes letras turquesas una pintada en la fachada de Raymundo Romero. Durante la campa?a, un partido pol赤tico dibuj車 sus siglas encima sin pedir permiso y borr車 algunas letras. ※Hay que volverlo a pintar§, reconoce el campesino. Siete palabras que son el estandarte del ejido.
Detr芍s del amparo y de la lucha legal de Tecoltemi, est芍 el miedo a la sequ赤a. Es lo que preocupa, m芍s que el uso de cianuro de sodio para separar el oro o las explosiones con dinamita para abrir brecha. El ejido batall車 durante d谷cadas para lograr agua potable; sus habitantes tuvieron que conseguir los permisos de un manantial y excavar ocho kil車metros de zanja para la tuber赤a. A迆n hoy, hay semanas durante la 谷poca seca en que tienen que ir a buscar agua a los barrancos con tinacos.
Leoncio Lobato recorre el campo de ma赤z frente a su casa. Quedan algunos tallos secos aplastados contra la tierra, los restos de la cosecha del a?o pasado. La lluvia no acompa?車 y sacaron 800 kilos de ma赤z en vez de las tres o cuatro toneladas habituales. ※El ma赤z creci車 hasta aqu赤§, dice y se?ala por las rodillas. ※Se lo dimos a los animales. Tenemos miedo de que la mina nos quite la poca agua que tenemos. Todo campesino lucha por la misma raz車n§.
Almaden asegura que se va abastecer principalmente de agua de lluvia y de laboreo -la que se encontrar赤a durante la construcci車n-, aunque el vicepresidente de Minera Gorri車n, filial de la canadiense, Daniel Santamar赤a reconoce que ※toda actividad industrial tiene un impacto§. ※El manto acu赤fero ser赤a m赤nimamente afectado. El chiste es que podamos presentar un impacto estudiado que pueda ser mitigado§, explica. ※Es un proyecto muy vanguardista§.
La Secretar赤a de Medio Ambiente ha se?alado que las estimaciones de necesidad de agua de la minera solo cubren 12 a?os del proyecto, no los 14,5 de vida 迆til. Es uno de los detalles que llevaron a la Secretar赤a a rechazar la MIA a finales de 2020, lo que impide a la empresa pasar a la fase de explotaci車n. ※La veracidad de la informaci車n resulta cuestionable§, afirm車 la dependencia. Almaden no se rinde y asegura que enviar芍 un nuevo estudio este a?o, aunque una sentencia desfavorable de la Suprema Corte pr芍cticamente enterrar赤a el proyecto.
La empresa ha intentado ganarse a los pueblos m芍s cercanos a la futura mina. En la plaza principal de Santa Mar赤a, Almaden ha abierto un m車dulo de informaci車n en una antigua bodega impecablemente rehabilitada. Despide un aire a Ayuntamiento. Un buz車n de metal invita a dejar ※inconformidades§. Dentro, una pared entera luce recubierta de fotos de habitantes de la regi車n que posan sonrientes frente a minas de cielo abierto en otros Estados del pa赤s. Visitas cortes赤a de Almaden. ※Es normal que la gente tenga ciertas preocupaciones sobre un proyecto como este. Nuestro trabajo es informar§, explica Santamar赤a.
El pueblo y sus alrededores llevan el sello de la minera. La empresa ha ayudado, entre otras cosas, a restaurar el techo de la iglesia, a instalar varandas en la escuela, a levantar un reservorio de agua para los agricultores. ※La cl赤nica no ten赤a tanques de ox赤geno y la minera nos apoy車. Quisi谷ramos m芍s ayudas pero, como dicen ellos, no est芍n produciendo§, dice Claudia Herrera, trabajadora de una tienda de abarrotes.
Hace poco, Herrera visit車 con la empresa una f芍brica de explosivos, y antes su hija asisti車 a campamentos de verano, tambi谷n organizados por la minera, donde les ense?an a sembrar 芍rboles. ※?Estuvo padre!§, dice la adolescente desde el contador. Por la ventana del negocio, detr芍s del estante de las papas, se ve el cerro chaparro y 芍rido donde Almaden quiere empezar a excavar y que estima podr赤a dar trabajo a unas 420 personas durante la operaci車n. Una bolsa de empleo que Herrera ve con agrado en un municipio, el de Ixtacamaxtitl芍n -que engloba a Santa Mar赤a y a Tecoltemi-, con el 75% de sus poco m芍s de 26.000 habitantes en pobreza.
En Tecoltemi, Leoncio Lobato no quiere saber nada de campamentos de verano ni de promesas de empleo. ※Buscan que les des la mano para que te tomen hasta la pata. La mina va a necesitar gente de conocimiento que est谷 capacitada para ir a hacer las explosiones, dinamitar los cerros. Uno desconoce eso§. Lo suyo, dice pisando la milpa, es la tierra. ※Ojal芍 la Suprema Corte nos escuche§.
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