Para no hablar de Alito
No solo se trata de que el personaje resulta impresentable, el problema son los perjuicios cada vez mayores que provoca la ¡°impresentabilidad¡± de este se?or
Hace unos d¨ªas titul¨¦ una columna ?de qu¨¦ otra cosa podemos hablar? para referirme a la imperiosa necesidad de seguir abordando la crisis de inseguridad p¨²blica y no olvidar a las v¨ªctimas de la violencia. Pero 48 horas m¨¢s tarde, tras el esc¨¢ndalo del l¨ªder del PRI, Alejandro ¡°Alito¡± Moreno, el desaf¨ªo es otro: ?qu¨¦ podemos hacer para no tener que estar hablando de Alito? N...
Hace unos d¨ªas titul¨¦ una columna ?de qu¨¦ otra cosa podemos hablar? para referirme a la imperiosa necesidad de seguir abordando la crisis de inseguridad p¨²blica y no olvidar a las v¨ªctimas de la violencia. Pero 48 horas m¨¢s tarde, tras el esc¨¢ndalo del l¨ªder del PRI, Alejandro ¡°Alito¡± Moreno, el desaf¨ªo es otro: ?qu¨¦ podemos hacer para no tener que estar hablando de Alito? No solo se trata de que el personaje resulta impresentable; eso lo sab¨ªamos hace rato. El problema son los perjuicios cada vez mayores que provoca la ¡°impresentabilidad¡± de este se?or.
Los hechos est¨¢n a la vista y han sido plenamente difundidos, en algo que pasar¨ªa por comedia si las consecuencias no fueran tan graves. Primer Acto. En sucesivos martes medi¨¢ticos, Layda Sansores, gobernadora de Campeche, da a conocer audios que dan cuenta de la insultante procacidad e inmoralidad del l¨ªder del PRI y exgobernador de ese Estado; en paralelo surge informaci¨®n sobre su riqueza inexplicable, que en realidad es perfectamente explicable a juzgar por las pr¨¢cticas abusivas que esas conversaciones telef¨®nicas revelan. La fiscal¨ªa de Campeche abre una averiguaci¨®n e inicia el proceso para solicitar el desafuero de Alito, quien, por supuesto, est¨¢ blindado por su investidura como diputado federal.
Segundo acto, la Alianza formada por el PRI, el PAN y el PRD reiteran su rechazo a lo que denuncian como ¡°militarizaci¨®n¡± del pa¨ªs, tanto en lo que corresponde a la petici¨®n de trasladar la Guardia Nacional a la Sedena, como a institucionalizar la presencia de los soldados en las tareas de seguridad p¨²blica, como pide el Gobierno. Durante semanas juran que no ceder¨¢n a las presiones. Sorpresivamente, una diputada priista cercana a Alito, y a contrapelo de sus colegas, presenta un proyecto que autoriza a los soldados a quedarse en las calles hasta 2025. M¨¢s sorpresivamente a¨²n, otros priistas s¨²bitamente se convencen de las bondades de lo que rechazaban unas horas antes.
Tercer acto. El Presidente L¨®pez Obrador agradece el patri¨®tico cambio de parecer del PRI. Layda Sansores decide interrumpir las sesiones de divulgaci¨®n de los pecados de Alito, y de manera simult¨¢nea los diputados de Morena expresan su desinter¨¦s en proseguir el proceso iniciado para desaforar al dirigente priista. Los l¨ªderes de los partidos del PAN y del PRD se dicen traicionados por el PRI y aseguran que tal burla pone en riesgo la futura alianza del bloque opositor en los comicios por venir.
?C¨®mo se llam¨® la obra? Pobre pa¨ªs; Historia de una infamia; Lodo. Usted sugiera, se me ocurren peores, aunque impublicables. Pero al margen del t¨ªtulo, la moraleja es terrible.
Primero, la sensaci¨®n de que con esta clase pol¨ªtica los destinos de la vida p¨²blica no se deciden en funci¨®n de lo que pueda ser mejor para el pa¨ªs y los ciudadanos, sino por las necesidades de supervivencia in extremis de verdaderos rufianes. Sin duda, el protagonismo de los militares genera argumentos a favor y en contra que deben ser aquilatados. En lo personal, en este espacio he argumentado a favor de asumir una actitud realista y discutir alguna forma que lleve institucionalizar el uso de los militares, sujet¨¢ndolos a responsabilidades civiles, pero entiendo que es un tema debatible. El problema es que la decisi¨®n tomada por los diputados no est¨¦ relacionada con los m¨¦ritos o dem¨¦ritos de algo tan trascendente para la vida nacional, sino por la necesidad de un pol¨ªtico de mantenerse fuera de la c¨¢rcel.
Algunos festejar¨¢n la astucia del presidente, aparente dramaturgo de la puesta en escena, pues consigue por partida doble un avance en la buscada institucionalizaci¨®n de los soldados en las tareas de seguridad y, de paso, torpedea, quiz¨¢ de muerte, la posibilidad de una alianza electoral de la oposici¨®n, al menos para los comicios en puerta en el Edomex y en Coahuila.
Los obradoristas incondicionales asumir¨¢n que tales acciones son justificables bajo la l¨®gica de que el fin justifica los medios y que, al margen de las ventajas o desventajas, la decisi¨®n de cualquier manera habr¨ªa sido pol¨ªtica; es decir, en funci¨®n de los intereses de los partidos. Quiz¨¢, pero no podemos ignorar que en ¨²ltima instancia lo que aqu¨ª se oper¨® fue una extorsi¨®n, y peor a¨²n, que la moneda de cambio es la impunidad de un personaje que seguir¨¢ haciendo da?o desde el poder. Habr¨¢ que ver en qu¨¦ termina este moment¨¢neo ¡°perd¨®n¡± pol¨ªtico a los, hasta hace dos d¨ªas, imperdonables pecados de Alito.
Lo cual lleva a una conclusi¨®n adicional. El escaso margen de acci¨®n que tienen los liderazgos de la oposici¨®n por la enorme vulnerabilidad que les inflige una trayectoria de pr¨¢cticas cuestionables. Sean los moches del PAN, las riquezas acumuladas de unos y otros, la basura susceptible de ser exhibida en cuanto se levanta una esquina del tapete. Rehenes pol¨ªticos maniatados por su pasado inmediato. Ya lo vimos en el caso de los gobernadores, la mayor¨ªa de los cuales prefiri¨® no intervenir en los comicios que derrotaron a sus respectivos partidos, para no poner en riesgo de que fueran judicializadas cuentas bancarias y patrimonios.
En suma, un esc¨¢ndalo del que nadie sale inocente. Unos por sus pecados, otros por su disposici¨®n a extorsionar a los pecadores. Una trama que desnuda la escasa calidad moral del estado de la cosa p¨²blica. Del intercambio de insultos, descalificaciones y ep¨ªtetos, hemos derivado al chantaje de expedientes, que ni siquiera terminan en actos de justicia
?Qu¨¦ tendr¨ªamos qu¨¦ hacer para que la verdadera discusi¨®n de nuestras leg¨ªtimas diferencias en materia de visiones de pa¨ªs puedan expresarse en t¨¦rminos de razones, datos reales y convicciones? La oposici¨®n de plano tendr¨ªa que recrear a sus cuadros sobre nuevas bases; el obradorismo regresar a las banderas ¨¦ticas que quer¨ªa enarbolar al tomar el poder y est¨¢ extraviando con pretexto de la lucha diaria.
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