La bipolaridad pol¨ªtica de Ad¨¢n
No tengo nada personal en contra de Don Ad¨¢n, pero la precandidatura de un secretario de Gobernaci¨®n es desafortunada
Una de las reglas no escritas de la pol¨ªtica mexicana reza que el titular de Gobernaci¨®n, lo m¨¢s parecido a una especie de jefatura pol¨ªtica del gabinete, no se involucre en la sucesi¨®n presidencial. Es una conseja que procede de una larga experiencia. Basta decir que Luis Echeverr¨ªa fue el ¨²ltimo secretario del ramo que brinc¨® a la silla presidencial, y eso sucedi¨® hace 52 a?os.
La vigencia de esta regla no escrita obedece al prop¨®sito de que el operador de la pol¨ªtica interna mantenga hasta el ¨²ltimo instante su efectividad como correa de transmisi¨®n del presidente en funciones, al margen del futurismo y el reacomodo de las fuerzas pol¨ªticas con la vista puesta en el siguiente sexenio. Busca, adem¨¢s, mantener intacto un ¡°fusible¡± al servicio del presidente quien, ante una emergencia pol¨ªtica, tiene la posibilidad de sacrificar al titular de Bucareli. Con esta l¨®gica termin¨® por asumirse que el verdadero delf¨ªn del presidente deb¨ªa ser colocado en secretar¨ªas menos expuestas al desgaste paulatino o a una crisis inesperada.
Todo indicaba que Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador tambi¨¦n hab¨ªa hecho suya esta l¨®gica. La exministra de la Corte, Olga S¨¢nchez Cordero, designada titular de Gobernaci¨®n al inicio del sexenio, no solo carec¨ªa de las condiciones para formar parte de alguna lista de aspirantes al poder; su lejan¨ªa con el obradorismo, su edad y su respetada trayectoria profesional, que no pol¨ªtica, la convert¨ªan en una figura de representaci¨®n formal, m¨¢s que en operadora del presidente. Hubo encomiendas pol¨ªticas excepcionales, desde luego, pero en general estas tareas se distribuyeron entre la oficina jur¨ªdica de la presidencia, la coordinaci¨®n en el Senado y los tres subsecretarios (subordinados directamente a Palacio Nacional). Por no hablar del propio involucramiento del presidente en la micro gesti¨®n pol¨ªtica, como no se hab¨ªa visto en muchos sexenios. S¨¢nchez Cordero ejerci¨® con dignidad y atingencia esta reinterpretaci¨®n del puesto como una especie de vicepresidencia en tareas de representaci¨®n formal y, en ocasiones, de relaciones p¨²blicas, del mandatario.
Tres hechos, al menos, obligaron a L¨®pez Obrador a modificar este arreglo a mediados de su sexenio. Por un lado, los esc¨¢ndalos que llevaron a defenestrar a Julio Scherer, su poderoso responsable del ¨¢rea jur¨ªdica, quien conduc¨ªa una buena porci¨®n de asuntos pol¨ªticos de la presidencia. Por otro, el distanciamiento con Ricardo Monreal, entre otras cosas por la agenda electoral que este impuls¨® en los comicios intermedios, a contrapelo de algunos criterios de Palacio. Hasta antes de ese momento, y como coordinador de los senadores de Morena, Monreal manten¨ªa una estrecha relaci¨®n con AMLO y le llevaba una cartera de temas que incluso trascienden lo estrictamente legislativo (relaci¨®n con otros actores pol¨ªticos, gobernadores y dirigentes de partidos). Un tercer motivo podr¨ªa haber sido el reconocimiento por parte del presidente de la imposibilidad de estar todo el tiempo en todos los frentes. A la mitad del sexenio quedaba claro que muchas tareas quedar¨ªan incompletas si no se aceleraba el ritmo.
Devolver a la secretar¨ªa de Gobernaci¨®n su papel tradicional parec¨ªa una buena idea. Volv¨ªa a institucionalizar el enorme poder que supone ser el negociador pol¨ªtico del presidente. En lugar de seguir actuando a trav¨¦s de actores como Scherer o Monreal, que adquirieron un poder arbitrario que resid¨ªa en sus personas, AMLO restituy¨® el cargo formalmente dise?ado para esta tarea. La designaci¨®n de Ad¨¢n Augusto L¨®pez result¨® una sorpresa, pero no carec¨ªa de sentido. Un hombre de sus confianzas, relativamente discreto y con oficio. Bastaba con tener el perfil adecuado, lo dem¨¢s emanaba de una cartera que por atribuciones legales y h¨¢bitos de la clase pol¨ªtica es universalmente respetada, particularmente cuando, como en este caso, el presidente otorg¨® un categ¨®rico espaldarazo. En pocas semanas el nuevo secretario comenz¨® a cosechar ¨¦xitos en las tareas encomendadas desde Palacio y lo sigui¨® haciendo durante unos meses.
Su designaci¨®n como miembro de la corta lista de aspirantes a la candidatura presidencial par¨® en seco estos ¨¦xitos. Para gobernadores de Morena, miembros del gabinete y en general actores pol¨ªticos, ya no se trata del gestor del presidente, sino esencialmente de un adversario de Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, sus dos poderosos rivales. La relaci¨®n que cada cuadro tenga con estos dos ¨²ltimos define ahora su disposici¨®n o no de concederle un triunfo pol¨ªtico a toda gesti¨®n del secretario candidato. Por otra parte, la necesidad de contrarrestar la ventaja del reconocimiento que gozan Claudia y Marcelo ha llevado a sus seguidores a actos de campa?a que afectan la legitimidad de las tareas institucionales. Su propio deseo de imprimir un sello personal, propicio a su candidatura, le ha llevado a expresiones desafortunadas ante los medios, que en poco ayudan a su responsabilidad.
En otro texto he expuesto las razones que habr¨ªan llevado al presidente a ganar un tercer precandidato a costa de perder un secretario de gobernaci¨®n en plenas funciones. Creo que fue m¨¢s el resultado de algo con lo que se top¨® que con un designio estrat¨¦gico. Pese a las ventajas que representa evitar el excesivo desgaste entre Sheinbaum y Ebrard, me parece que el Gobierno sali¨® perdiendo con esta precandidatura. Y no solo por lo que se deje de hacer desde Bucareli. Este mi¨¦rcoles, al ser interrogado sobre qui¨¦n lo representar¨ªa en la inminente toma de posesi¨®n de varios gobernadores (de Morena casi todos), AMLO se?al¨® que por lo general esa tarea remite al secretario de Gobernaci¨®n. Esto no solo deja en situaci¨®n inc¨®moda a varios de los mandatarios estatales y a sus equipos, que habr¨¢n de atenderlo pese a ser rival del gallo con el cual se la est¨¢n jugando. Y no es solo cuesti¨®n de situaciones inc¨®modas: seis funcionarios del gobierno de Tabasco y del Congreso local fueron despedidos fulminantemente luego de asistir a una reuni¨®n de apoyo a Claudia Sheinbaum.
No tengo nada personal en contra de Don Ad¨¢n, o bueno, un poco: me parece que Claudia o Marcelo lo har¨ªan mejor en la presidencia. Pero en todo caso, la precandidatura de un secretario de Gobernaci¨®n es desafortunada. Si solo se trata de una estrategia distractora, el costo en t¨¦rminos de operaci¨®n pol¨ªtica resulta alto; y si va m¨¢s all¨¢ de eso y gana la candidatura, simplemente habr¨¢ significado que el piso de competencia nunca fue parejo.
@jorgezepedap
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