Despu¨¦s de revisar cientos de expedientes de mujeres asesinadas, de analizar d¨®nde las matan, c¨®mo las matan, qui¨¦nes las matan, la misoginia adquiere una consistencia m¨¢s espesa. Se la ve atravesar la ciudad como los cables: ¡°Cuando hice este trabajo ca¨ª en la cuenta de cu¨¢nto nos odian y de que cada vez nos asesinan con m¨¢s sa?a¡±, dice ahora la ge¨®grafa Diana Esbr¨ª, un martes por la ma?ana, debajo del globo terr¨¢queo que cuelga del techo de su oficina. Esbr¨ª dirige la Unidad de An¨¢lisis y Estad¨ªstica de la Fiscal¨ªa de Feminicidios de Ciudad de M¨¦xico y se refiere al Atlas de feminicidios que han publicado este a?o: un mapeo que sistematiza la informaci¨®n de los homicidios contra mujeres en la capital mexicana desde 2019, a?o en que se empez¨® a construir la fiscal¨ªa especializada.

Los casos en el mapa, el an¨¢lisis estad¨ªstico, los patrones de conducta, son importantes para entender la violencia machista como un fen¨®meno con sus propias reglas, pero son m¨¢s esenciales a¨²n para ense?ar a otros a verlo as¨ª. A finales de 2019, por la ¨¦poca en que se public¨® el acuerdo para crear la fiscal¨ªa en la capital, el asesino de Lesvy Berl¨ªn Osorio ¡ªsu novio¡ª fue condenado a 45 a?os de c¨¢rcel. Lesvy hab¨ªa sido encontrada sin vida en el campus de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico en 2017, estrangulada con el cable de una cabina telef¨®nica. Dos d¨ªas despu¨¦s, la entonces Procuradur¨ªa declar¨® que la joven de 22 a?os ¡°era alcoh¨®lica y mala estudiante¡± y, b¨¢sicamente, la responsabiliz¨® de su propia muerte. Durante meses, los investigadores intentaron demostrar que hab¨ªa sido un suicidio, la hip¨®tesis predilecta de los agentes que se niegan a mirar a los agresores. Fue la ¨¢spera batalla legal de su familia ¡ªy la indignaci¨®n colectiva¡ª la que oblig¨® a la justicia a abrir los ojos y a reclasificar el caso como un feminicidio.

13:38

Asi se combate un feminicidio en Ciudad de M¨¦xico

Para investigar la muerte violenta de una mujer, todos deben ponerse ¡°unos anteojos ficticios para ver las desigualdades de g¨¦nero¡±, dice la titular de la Fiscal¨ªa de Feminicidios del Estado de Morelos, Fabiola Betanzos, una ma?ana de septiembre. La unidad que ella dirige naci¨® en 2019, al igual que la de Ciudad de M¨¦xico. Casi una d¨¦cada antes, en 2010, Mariana Lima Buend¨ªa fue encontrada sin vida en la casa donde viv¨ªa con su esposo, un polic¨ªa ministerial, en el Estado de M¨¦xico. En un principio, el caso fue investigado y cerrado como un suicidio. Cinco a?os despu¨¦s, la Suprema Corte le otorg¨® un amparo a su madre y orden¨® a la Procuradur¨ªa rehacer la investigaci¨®n. Las pruebas de que su marido la agred¨ªa eran tan evidentes ¡ªla amenazaba con matarla con un bate, la violaba mientras la enca?onaba con el arma, la acusaba de robarle dinero, seg¨²n los testimonios de sus allegados¡ª que resulta dif¨ªcil creer que la ceguera de los agentes fuera involuntaria.

Aquel fallo de la Suprema Corte sent¨® el principal precedente judicial para la lucha contra la violencia de g¨¦nero en M¨¦xico: la sentencia obliga a que toda muerte violenta de una mujer sea investigada como un feminicidio. ¡°De la uni¨®n de estos casos, de estas dos mujeres, Mariana y Lesvy, surgi¨® esta Fiscal¨ªa¡±, le dice a EL PA?S Sayuri Herrera, primera fiscal de feminicidios de Ciudad de M¨¦xico y actual coordinadora de la Agencia de Delitos de G¨¦nero en la capital. ¡°Ellas fueron semillas de justicia para el resto de las mujeres¡±.

El terreno donde deben cultivar estas semillas es ¨¢rido: en 2021, seg¨²n cifras oficiales, casi 4.000 mujeres fueron asesinadas en el pa¨ªs, y un 95% de los delitos no se resuelven. Solo el equipo de la fiscal¨ªa especializada en Ciudad de M¨¦xico tiene entre manos unas 850 carpetas de casos para investigar desde su creaci¨®n. Y en las fiscal¨ªas estatales donde no cuentan con unidades o protocolos de g¨¦nero, responsabilizar a las mujeres de sus propias muertes sigue siendo una estrategia popular para enfrentar los casos. En abril, cuando la joven Yolanda Mart¨ªnez desapareci¨® en Monterrey, la Fiscal¨ªa de Nuevo Le¨®n sostuvo que se hab¨ªa ido por voluntad propia y luego que se suicid¨® bebiendo veneno. En julio, cuando Luz Raquel Padilla muri¨® en Zapopan tras sufrir quemaduras por alcohol, la Fiscal¨ªa de Jalisco insinu¨® que ella misma se hab¨ªa prendido fuego. En agosto, cuando Abigail Hay fue encontrada muerta unas horas despu¨¦s de que la detuviera la polic¨ªa de Salina Cruz, en Oaxaca, las autoridades dijeron que se hab¨ªa ahorcado con su ropa interior.

Los equipos que componen las fiscal¨ªas de feminicidios tienen que pelear, simult¨¢neamente, contra cr¨ªmenes puntuales y contra una cultura generalizada. Estas cr¨®nicas cuentan c¨®mo lo hacen a diario en la capital del pa¨ªs y en el Estado de Morelos.

Dentro de la Fiscal¨ªa de Feminicidios de Ciudad de M¨¦xico

El 31 de octubre de 2020, una mujer de 39 a?os fue asesinada en la colonia San Andr¨¦s Totoltepec, cerca del Ajusco. No era la primera vez que encontraban un cad¨¢ver en esa zona poblada de cerros y de bosques en el suroeste de la ciudad, pero este caso era distinto: al cuerpo de la mujer le hab¨ªan arrancado los brazos, las piernas y la piel de la cara. A la ma?ana siguiente, cuando el sitio se llen¨® de polic¨ªas, peritos y agentes de la Fiscal¨ªa de Feminicidios de Ciudad de M¨¦xico, Fanny estaba entre ellos. ¡°Tardamos una semana en encontrar a su familia, porque no sab¨ªamos qui¨¦n era¡±, recuerda ahora, casi dos a?os despu¨¦s, en las oficinas que tiene la unidad en la colonia Doctores.

Fanny tiene menos de 30 a?os, la pistola enfundada del lado izquierdo y los ojos pintados de morado. Prefiere que solo se la nombre como Fanny por cuestiones obvias: dirige un peque?o equipo de la Polic¨ªa de Investigaci¨®n (PDI) encargado de resolver algunos de los casos m¨¢s complejos que llegan a la Fiscal¨ªa. Como el de la mujer del Ajusco. Cuando consiguieron identificar a la v¨ªctima y contactar a la familia, cuenta Fanny, averiguaron que la mujer sal¨ªa con un taxista. El asesino se hab¨ªa quedado con su celular y les escrib¨ªa haci¨¦ndose pasar por ella: les dec¨ªa que se hab¨ªa ido a vivir lejos. La geolocalizaci¨®n de ese tel¨¦fono fue el punto de partida de una pesquisa que los llev¨®, un mes despu¨¦s, a la detenci¨®n de un hombre de 44 a?os identificado como Arturo ¡°N¡±, hoy conocido como ¡°el feminicida serial de Tlalpan¡±. Pero entonces no sab¨ªan que aquel chofer, al que los vecinos consideraban ¡°una persona intachable¡±, iba a terminar procesado por tres feminicidios m¨¢s.

Unos d¨ªas antes de su captura, durante la investigaci¨®n, Fanny se subi¨® al taxi del sospechoso como pasajera encubierta. Le dio charla. Hablaron de la inseguridad en la zona. ¡°Me empez¨® a contar que hab¨ªa habido varias muertes de mujeres por ah¨ª y me di¨® detalles que no se sab¨ªan ni siquiera en medios de comunicaci¨®n¡±, recuerda la agente. Una vez que lo detuvieron, ella y su equipo empezaron a poner puntos en el mapa, a repasar casos de mujeres asesinadas en las colonias de Tlalpan y a reunir informaci¨®n dispersa en distintas fiscal¨ªas y ministerios. Miraron con anteojos de g¨¦nero y encontraron patrones: empleadas dom¨¦sticas de entre 35 y 43 a?os, f¨ªsicamente parecidas, con las que el taxista constru¨ªa una relaci¨®n de confianza e intimidad, y luego aparec¨ªan muertas. ¡°Descubrimos que fue perfeccionando su forma de matar¡±, cuenta Gustavo Casillas, comandante de la Polic¨ªa de Investigaci¨®n de la fiscal¨ªa: ¡°Primero, solo asfixiaba a las mujeres; despu¨¦s, les cortaba las manos para que no fueran identificadas por las huellas dactilares; luego lleg¨® a arrancarles la piel de la cara¡±. Las pruebas de ADN terminaron de hacer el trabajo: el hombre fue vinculado con pruebas a cuatro asesinatos, y los agentes creen que podr¨ªa estar relacionado con hasta ocho casos.

El arresto de Arturo ¡°N¡± no solo fue emblem¨¢tico por tratarse del primer feminicida serial capturado en la ciudad ¡ªas¨ª lo anunci¨® la fiscal general Ernestina Godoy en mayo del a?o pasado¡ª, sino tambi¨¦n porque exhibi¨® el valor de contar con una unidad enfocada en los problemas de g¨¦nero a la hora de combatir los cr¨ªmenes contra las mujeres. Las v¨ªctimas asociadas con este caso, por ejemplo, pertenec¨ªan todas al grupo de edad m¨¢s vulnerable a los feminicidios en la capital, seg¨²n las estad¨ªsticas que lleva la fiscal¨ªa ¡ªmujeres de entre 30 y 59 a?os¡ª y contaban con un elemento com¨²n en m¨¢s del 50% de los casos: ten¨ªan una relaci¨®n sentimental con el agresor. ¡°La relaci¨®n v¨ªctima-victimario no se sistematizaba antes y es fundamental porque es una de las claves para clasificar el tipo penal de feminicidio¡±, explica la ge¨®grafa Diana Esbri.

De las muertes violentas de mujeres, solo entre el 30% y el 35% son clasificadas como feminicidios por las autoridades, de acuerdo con el Observatorio Nacional del Feminicidio. Las organizaciones civiles se?alan que hay un claro subregistro de casos. Y la falta de unidades especializadas o protocolos de g¨¦nero en muchos sistemas judiciales del pa¨ªs hace imposible reducir esta cifra negra. Nadie encuentra aquello que no busca. Para que el asesinato de una mujer sea clasificado como feminicidio, explica H¨¦ctor Miguel Ortiz, agente en la Fiscal¨ªa de Feminicidios de M¨¦xico, ellos buscan la presencia de lo que llaman ¡°razones de g¨¦nero¡±. Por ejemplo: comprobar si exist¨ªan antecedentes de malos tratos o violencia psicol¨®gica; si hubo una agresi¨®n sexual previa al asesinato; si el cuerpo de la v¨ªctima fue expuesto en alg¨²n lugar p¨²blico, si ten¨ªa lesiones previas; si exist¨ªa una relaci¨®n sentimental entre la v¨ªctima y su asesino. Confirmar la presencia de estas variables, dice Sayuri Herrera, es la forma que tienen ¡°para hacer objetiva la discriminaci¨®n y el odio hacia las mujeres¡±.

¡ª?Qu¨¦ relaci¨®n ten¨ªa con el agresor? ?Hab¨ªa denunciado antes? ¡ªpregunta la secretaria judicial ahora, un jueves por la tarde, a dos mujeres sentadas frente a ella.

Las que declaran son la hija y la hermana de una mujer que fue apu?alada en el est¨®mago por su marido con unas tijeras. El ataque fue hace una semana. Despu¨¦s de d¨ªas de agon¨ªa, la v¨ªctima acaba de morir en el hospital. En un inicio, la fiscal¨ªa hab¨ªa abierto una carpeta de investigaci¨®n por tentativa de feminicidio, porque la mujer hab¨ªa sobrevivido. La carpeta acaba de cambiar a delito de feminicidio. Las dos mujeres nunca hab¨ªan estado en un lugar as¨ª. Est¨¢n devastadas, pero necesitan respuestas. Y el equipo de la fiscal¨ªa tiene la instrucci¨®n de devolverle la confianza a las v¨ªctimas. De mostrar a las v¨ªctimas y a sus familias que denunciar las tentativas de feminicidio sirve.

¡°Tenemos que aprovechar que esas mujeres han decidido venir hasta ac¨¢ para romper el ciclo de la violencia¡±, insistir¨¢ despu¨¦s Sayuri Herrera a su equipo, durante una de las capacitaciones que organiza peri¨®dicamente para el personal de la fiscal¨ªa. Herrera es abogada y psic¨®loga. Tiene 41 a?os, un trato amable pero directo, un pasado orgulloso como activista estudiantil y sindical, y una s¨®lida trayectoria en la defensa de v¨ªctimas de violencia de g¨¦nero. Cuando gan¨® el concurso para convertirse en la fiscal de feminicidios de Ciudad de M¨¦xico, de hecho, ya ten¨ªa un nombre en el movimiento feminista: ella fue una de las abogadas que logr¨® la sentencia condenatoria contra el feminicida de Lesvy Berl¨ªn Rivera. Su experiencia previa no solo le dio legitimidad a su cargo, sino que la llev¨® a tratar de construir una fiscal¨ªa que responda a las complejidades de una violencia que desgarra, junto con la vida de las v¨ªctimas, a todo un universo de afectos y relaciones.

Las oficinas de la fiscal¨ªa que acaban de quedar a cargo de una nueva fiscal, Brenda Celina Baz¨¢n ¡ªuna agente del Ministerio P¨²blico con m¨¢s de una d¨¦cada en la persecuci¨®n de delitos de g¨¦nero, que fue la encargada de volver a investigar el caso de Mariana Lima¡ª tienen una ludoteca con juguetes y peluches. All¨ª, esta tarde, dos ni?os muy peque?os esperan junto a personal de la Fiscal¨ªa. Su padre ha sido detenido mientras vend¨ªa pan en una feria del Valle de M¨¦xico. Est¨¢ acusado de abusar sexualmente de los menores y de matar a su esposa, a la que en un principio denunci¨® como desaparecida. La dependencia tiene tambi¨¦n grandes espacios abiertos, concebidos para que trabajen en conjunto los polic¨ªas de investigaci¨®n, los agentes ministeriales y los peritos. All¨ª, el equipo se re¨²ne para escuchar el testimonio de Fabiola Pozadas y Carolina Ram¨ªrez, dos v¨ªctimas de intento de feminicidio que han venido a contar su experiencia. ¡°La primera que no quiere creer que ha vivido una tentativa es una¡±, dice Pozadas, ¡°porque resulta aplastante que el que te quiso matar fue una persona que te dijo que te amaba¡±. Y narra el maltrato y la indiferencia que recibi¨® de las autoridades a?os atr¨¢s, cuando acudi¨® a denunciar.

Aunque la Fiscal¨ªa de Feminicidios de Ciudad de M¨¦xico cuenta actualmente con m¨¢s de 100 personas bajo su ¨®rbita, Herrera reconoce que los recursos y las manos son insuficientes para el trabajo que entra?a combatir los feminicidios en una ciudad con una poblaci¨®n estimada en 21 millones de habitantes ¡ªentre residentes y poblaci¨®n flotante¡ª, capital de un pa¨ªs en el que, en promedio, cada d¨ªa son asesinadas entre 10 y 11 mujeres. Cuando la unidad empez¨® a funcionar, en 2020, era peor: trabajaban en un pasillo peque?o y mal iluminado lejos del centro, con un equipo de nueve agentes ministeriales y 13 polic¨ªas de investigaci¨®n. Muchos de ellos le dec¨ªan a la fiscal que se hab¨ªan ¡°sacado la rifa del tigre¡±, una expresi¨®n coloquial que se usa en M¨¦xico para describir la suerte de que te toque una tarea tit¨¢nica, que nadie m¨¢s quiere hacer.

Pero el desaf¨ªo de la Fiscal¨ªa de Feminicidios siempre ha sido transformar la forma en que la justicia mira los cr¨ªmenes contra las mujeres. Y eso supuso transformar, primero, la mirada de muchas de las personas que hoy trabajan dentro de la unidad. Para Sayuri Herrera y para otras mujeres que la siguieron signific¨® pegar el salto del activismo en las calles a trabajar desde dentro de instituciones que un d¨ªa cuestionaron. Para el comandante Gustavo Casillas y para otros agentes de su equipo implic¨® un cambio en la forma de ver los homicidios y empezar a tomar conciencia de la necesidad de educar sobre g¨¦nero en sus casas y en las escuelas, de pensar no solo en las mujeres de sus propias familias, sino en toda una cultura. Y para mujeres como Fanny, implic¨® replantear radicalmente la vida. Tres a?os antes de ayudar a capturar al feminicida serial de Tlalpan, Fanny trabajaba como asistente administrativa en una empresa y ¡°era muy, muy miedosa¡±, dice. Entonces decidi¨® confrontarse, abandon¨® su empleo como secretaria, y se puso en la primera l¨ªnea de la pelea. Porque ya estaba cansada de vivir con miedo.

Debajo de las u?as de una mujer asesinada en Morelos

El cuerpo de una mujer asesinada habla. Su posici¨®n, sus marcas, su ropa, el hecho de que lleve ropa: dicen cosas. La fiscal lo explica como si fuera una especie de idioma codificado. Delante de ella, sobre la mesa de la morgue, descansa el cuerpo de una mujer vestida de pies a cabeza. Es la media ma?ana de un martes de septiembre y la encargada de la Fiscal¨ªa Especializada en Feminicidios del Estado de Morelos observa el cuerpo con precisi¨®n cient¨ªfica. Despu¨¦s de varios minutos de silencio en esa habitaci¨®n blanca y fr¨ªa donde el olor a descomposici¨®n alcanza cada c¨¦lula del est¨®mago, comenta: ¡°Recauden muestras de lo que trae en la ropa, podr¨ªan ser elementos pilosos de un animal, pelo de gato o de perro¡±. La fiscal no lo sabe a¨²n, pero esa peque?a observaci¨®n acabar¨¢ por ayudarle a resolver el caso.

¡°Una femenina de 30 a?os¡±, dicen los peritos, como si aquella v¨ªctima de violencia machista no tuviera nombre. No es apat¨ªa: todav¨ªa tienen que confirmar de qui¨¦n se trata. ¡°Cuando a nosotros nos dan aviso de que hay un cuerpo sin vida, no sabemos qui¨¦n es. No tenemos ninguna historia de ella. Hay que reconstruir los pasos de esa v¨ªctima porque lo ¨²nico que tenemos es el lugar del hallazgo y los indicios que encontramos de primera mano¡±, explica la fiscal.

06:00

As¨ª se combate el feminicidio en Morelos

El levantamiento del cuerpo que est¨¢ en la morgue se hizo ese mismo d¨ªa, a las cero horas y un minuto, en un municipio cercano a Tepoztl¨¢n, un pueblo que los fines de semana se llena de turistas provenientes de Ciudad de M¨¦xico, a pocos kil¨®metros de ah¨ª, y de Cuernavaca, la capital de Morelos. El cad¨¢ver no tiene lesiones evidentes y a primera vista todos coinciden en que ha muerto asfixiada. M¨¢s tarde, ese mismo d¨ªa, la teor¨ªa ser¨¢ confirmada a trav¨¦s de una necropsia. Uno de los analistas se?ala un pedazo de tela en el cuello, posiblemente el elemento con el que la mataron, dice. Las manos del cuerpo no se distinguen muy bien: est¨¢n cubiertas con unas bolsas de papel. Se las han puesto los especialistas cuando la hallaron, uno de los pasos de un estricto protocolo que siguen ante cada posible feminicidio para evitar que se pierda evidencia. Podr¨ªa tener ADN de su agresor debajo de las u?as. ¡°La v¨ªctima siempre se queda algo del victimario y el victimario se lleva algo de la v¨ªctima¡±, comenta la fiscal. Lo dif¨ªcil es descubrir qu¨¦ se ha llevado cada quien.

Fabiola Betanzos se quita el overol descartable al salir del Servicio M¨¦dico Forense de Cuernavaca. Es una mujer joven de estatura peque?a, pelo corto y pasos r¨¢pidos. Prefiere no decir su edad. Lleva un blazer formal y unos tacones de no menos de 10 cent¨ªmetros de altura que maneja como si hubiese nacido con ellos. Hasta junio de 2019, Betanzos era fiscal de la unidad encargada de feminicidios de Morelos, uno de los Estados a la cabeza en este delito en un pa¨ªs en el que matan en promedio a 11 mujeres cada d¨ªa. Despu¨¦s de esa fecha, la fiscal general del Estado cre¨® una fiscal¨ªa especializada para atajar unas cifras siempre al alza y ella fue nombrada la titular.

Una hora antes de entrar a la morgue, la fiscal estaba sentada en una oficina reunida con el fiscal General del Estado, Uriel Carmona. Entre ellos comentaban los detalles de un caso tras otro con la naturalidad de quien asiste el horror de forma cotidiana: una joven estrangulada y arrojada en un basural; una ni?a de 10 meses abusada, golpeada y asesinada por su padrastro; una mujer mayor que recibi¨® m¨¢s de 20 pu?aladas en un asalto en su casa¡­ Betanzos recuerda detalles de decenas de casos de los ¨²ltimos a?os. ¡°Lo que vemos nosotros no es normal¡±, dice.

Morelos registra la segunda tasa m¨¢s alta de feminicidios de M¨¦xico, seg¨²n los datos de 2021 del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad P¨²blica. Los meses que han pasado de este a?o sugieren que el 2022 no va a ser mejor. Entre enero y agosto unas 600 mujeres fueron asesinadas; 23 fueron en Morelos. Betanzos asegura que su peque?o Estado va siempre a la cabeza porque los dem¨¢s no hacen bien la tarea de contabilizar los casos. Nadie quiere que se disparen las cifras, explica. En su oficina hay d¨ªas que reciben hasta cinco casos.

¡ª?Por qu¨¦ siguen subiendo los feminicidios?

¡ªPor falta de prevenci¨®n. El feminicidio es la ¨²ltima fase de la violencia contra las mujeres. Esta mujer sin vida pas¨® por varios momentos hasta llegar al feminicidio. Cuando llegamos a un feminicidio es porque todo fall¨®. Las instituciones fallamos, la sociedad fall¨®.

En Morelos, cada vez que hay una muerte violenta de una mujer, intercede la Fiscal¨ªa de Feminicidios como parte de un protocolo. Ante un cad¨¢ver que fue encontrado, los pasos a seguir son espec¨ªficos. Preservar el lugar del hallazgo, involucrar a los peritos que el caso requiera, seleccionar las rutas de entrada y salida del lugar para que puedan usar los analistas, entrevistar a testigos y familiares, buscar c¨¢maras cercanas que puedan ayudar a entender lo que pas¨®. Cada paso tiene un momento y autor espec¨ªfico, y todos deben ponerse para trabajar unos ¡°anteojos ficticios para ver las desigualdades de g¨¦nero¡±, explica la fiscal.

El nombre burocr¨¢tico de esos anteojos es perspectiva de g¨¦nero. Investigar un feminicidio es entender el contexto que llev¨® a una mujer a esa situaci¨®n, es reconstruir una vida como si fuera ¡°un rompecabezas¡±, dice Betanzos. La fiscal habla ahora sentada en su oficina, en la otra punta de la ciudad, donde est¨¢ la fiscal¨ªa que dirige. Cruza Cuernavaca al menos dos veces al d¨ªa, y, como muchos fiscales en M¨¦xico, lo hace en una camioneta blindada, acompa?ada de dos guardaespaldas. Investigar un delito en M¨¦xico es muchas veces sin¨®nimo de vivir bajo asedio. Por su trabajo ha recibido amenazas, mensajes an¨®nimos y narcomantas. El a?o pasado, incluso, un comando armado ingres¨® a su casa. No sabe a¨²n qu¨¦ buscaban, porque no se encontraba all¨ª, pero pudo verlo todo registrado en las c¨¢maras de seguridad. No le da miedo, dice, solo la alerta.

La Fiscal¨ªa de feminicidios se encuentra en el barrio Delicias, en el este de Cuernavaca. Es un edificio de tres pisos, fr¨ªo, sin mucha gracia. Esa dependencia, donde trabajan 24 personas, opera con menos de nueve millones de pesos al a?o (menos de 500.000 d¨®lares). El ¨²nico rinc¨®n decorado es la oficina de la fiscal, donde dos cuadros y un sill¨®n intentan dar un poco de alma al lugar. Betanzos pasa la tarde all¨ª recibiendo familiares de mujeres que fueron asesinadas meses o a?os anteriores. Todos quieren saber c¨®mo va su caso, todos quieren asegurarse de que el feminicida vaya preso o no salga de prisi¨®n. La fiscal les transmite una confianza que como pocas veces un funcionario p¨²blico lo hace:

¡ªHemos hecho todo lo humanamente posible¡ª dice ella.

¡ªLe creo ¡ªresponde el viudo.

¡ªNo le puedo devolver a su mujer y a su hija, pero puedo darle justicia.

¡ªPor favor ¡ªdice ¨¦l. Y se larga a llorar.

Betanzos le da su n¨²mero personal para que la llame cuando considere y el hombre se retira m¨¢s tranquilo de lo que lleg¨®. La imagen, con diferentes personajes, se repite una y otra vez como si fuera un desfile de familias rotas por la violencia de g¨¦nero. La fiscal les repite una sola promesa: ¡°Se va pudrir en la c¨¢rcel¡±. Ante tanto desconsuelo, el punitivismo parece ser lo ¨²nico que da luz. ¡°Lo ¨²nico que podemos hacer es darles justicia. Verdad y justicia¡±, dice, al acabar los encuentros.

Tras el recorrido por los asesinatos del pasado, tiene que volver al caso de ese d¨ªa. La c¨¦lula de investigaci¨®n se re¨²ne en la oficina de la fiscal para repasar los datos que han juntado hasta el momento. Varios ministerios p¨²blicos, la jefa de los polic¨ªas ministeriales con alguno de los suyos, la fiscal y sus asistentes se sientan a la mesa. La mujer que fue hallada muerta la noche anterior hab¨ªa sido encontrada con su novio, de 42 a?os, que fue atacado pero no asesinado.

Uno de los polic¨ªas cuenta lo que dijo el novio de la v¨ªctima, internado en un hospital, cuando se le tom¨® declaraci¨®n: seg¨²n su relato, un hombre a quien ¨¦l le hab¨ªa comprado un coche Renault hace unos meses los secuestr¨® a los dos en su casa tras un desacuerdo por dinero. El vendedor del veh¨ªculo, siempre de acuerdo con el novio, les atac¨® junto con otros cuatro hombres que llevaban armas largas. Los golpearon, los drogaron y los tiraron en un basural, dijo. ?l ten¨ªa dos heridas con un objeto punzante en el t¨®rax, a la altura de la ¨²ltima costilla izquierda. Ella hab¨ªa sido asfixiada.

La fiscal le da vueltas a esa declaraci¨®n. Hay varias cosas que no le convencen. Primero, se pregunta por qu¨¦ si ten¨ªan armas largas no las utilizaron, pero s¨ª usaron algo punzante con ¨¦l y un lazo para matarla a ella. La jefa de los polic¨ªas ministeriales comenta que hablaron con los padres de la v¨ªctima y dijeron que su hija llevaba tres meses de novia y que a ellos nunca les gust¨® esa relaci¨®n. La fiscal nunca se aleja de la teor¨ªa de que el novio puede estar involucrado. ¡°La asfixia puede indicar que el asesino la quer¨ªa¡±, se?ala.

El equipo repasa en una pantalla pegada a la pared las fotograf¨ªas que tomaron la noche anterior en el lugar del hallazgo. ¡°?Ese tenis de qui¨¦n es? ?Es de ella?¡±, pregunta la fiscal sobre una zapatilla que se ve en el basural. ¡°No puede ser, no es de su talla¡±, le responden. Despu¨¦s de una hora de especular sobre lo que pas¨®, Betanzos ordena que pidan una audiencia ante un juez y soliciten dos ¨®rdenes de cateo y una de aprehensi¨®n para buscar al vendedor del coche y revisar el sitio donde les tuvieron supuestamente secuestrados.

La reuni¨®n se levanta y todos van a sus pendientes. El objetivo es estar esa noche ejecutando las ¨®rdenes que pidi¨® la fiscal. Los d¨ªas en la Fiscal¨ªa no tienen inicio ni final. Los mismos que estuvieron recabando informaci¨®n en la escena donde se encontr¨® el cuerpo hasta las cinco de la madrugada anterior, enfrentan ahora otra jornada ardua de trabajo. Lo hacen porque los tiempos en una investigaci¨®n son fundamentales, explica Betanzos. ¡°Cuando tenemos un caso, no se van a su casa hasta que se recabe todo lo necesario. Y la verdad es que puede parecer muy cruel, pero es eso o se pierden datos en la investigaci¨®n. Hay cosas que luego es imposible recuperar¡±.

La primera comida real en la agenda de ese d¨ªa de la fiscal llega a las nueve de la noche y sirve, m¨¢s que para alimentar, para matar el tiempo mientras llega la audiencia con el juez. Deber¨¢n presentar lo que tienen hasta el momento sobre el caso y pedir las dos ¨®rdenes de cateos y una de aprehensi¨®n. Sobre la medianoche las consiguen y movilizan a todo el equipo. Betanzos pide ayuda a la Guardia Nacional: el lugar hacia donde se dirigen es una zona caliente por el narcotr¨¢fico y prefiere que esa fuerza federal asegure el sitio mientras trabajan.

Cinco camionetas blindadas se trasladan sobre la una de la ma?ana a una casa en Ocotepec, en los suburbios de Cuernavaca. La fiscal se ha quitado los tacones por primera vez en el d¨ªa; lleva puesto un uniforme policial, un chaleco antibalas, un pasamonta?as para taparse la cara y un arma en mano. Nunca saben cu¨¢ndo los van a recibir con balazos, comenta, proyectando una imagen tan distinta a la que dio durante todo el d¨ªa, que casi no se le reconoce.

La polic¨ªa tumba la puerta blindada del lugar con un ariete. Decenas de oficiales entran a asegurar el lugar. Es una vivienda sombr¨ªa de dos pisos, con un patio oscuro alrededor. A simple vista se le ven a?os de descuido. El aire que se respira es denso. En la casa est¨¢ la esposa del vendedor de coches, su hijo y un amigo. Tienen tres perros: uno de ellos podr¨ªa ser el due?o de los pelos que encontraron en la ropa de la v¨ªctima esa ma?ana, especula la fiscal. El sitio, entonces, se convierte autom¨¢ticamente en una posible escena del crimen.

Los uniformados aseguran el lugar y los peritos pasan m¨¢s de cuatro horas analizando cada rinc¨®n. En el sitio hay un auto que fue reportado como robado, 100.000 pesos en efectivo y cargadores de armas largas. Uno de los asistentes de la fiscal encuentra otro pedazo del lazo que usaron para matar a la mujer escondido dentro de una bolsa de croquetas. Como si fuera una broma de mal gusto, la esposa del presunto asesino admite que trabaja en el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad P¨²blica, el organismo federal que contabiliza los feminicidios en todo el pa¨ªs. La mujer, que asegura que no sabe d¨®nde se encuentra su marido, acaba de borrar los mensajes que intercambi¨® con ¨¦l minutos antes de que llegara la polic¨ªa. Los agentes intercambian miradas de desconfianza.

Afuera de la casa, el ambiente se vuelve denso como el del interior. Vecinos del lugar comienzan a acercarse, a preguntar qu¨¦ sucede, mientras una neblina cerrada impide ver m¨¢s all¨¢ del metro de distancia. ¡°Mejor ya v¨¢monos¡±, le dice uno de los custodios a la fiscal cerca de las cuatro de la madrugada. Antes de marcharse, Betanzos da una serie de ¨®rdenes. Hay que llevar a las tres personas a la Fiscal¨ªa para tomarles declaraci¨®n. Hay que sacar muestras de los pelos de los perros (uno de ellos va a dar positivo d¨ªas m¨¢s tarde). Hay que volver a revisar cada cent¨ªmetro de esa casa. A¨²n falta encontrar al supuesto autor del crimen, hallar las armas largas y los otros cuatro c¨®mplices. A¨²n falta responder muchas preguntas. Betanzos y su equipo se ir¨¢n a descansar unas horas, y volver¨¢n a media ma?ana a buscar m¨¢s respuestas, a enfrentar otro d¨ªa como aquel martes de septiembre.

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