El terror en Culiac¨¢n: ¡°No s¨¦ c¨®mo ser¨¢ un sitio de guerra, pero yo pienso que es lo mismo¡±
La detenci¨®n de Ovidio Guzm¨¢n, hijo de El Chapo y l¨ªder de una facci¨®n del Cartel de Sinaloa, desata el caos en la capital del Estado de Sinaloa, evocando los enfrentamientos de 2019
La guerra ha vuelto a Culiac¨¢n este jueves, tras la detenci¨®n de Ovidio Guzm¨¢n, hijo de El Chapo y l¨ªder de Los Chapitos, una de las facciones del Cartel de Sinaloa. Presuntos integrantes del grupo criminal provocaron el caos en la capital del Estado de Sinaloa y en otras ciudades, con balaceras y bloqueos, despojando de sus veh¨ªculos y m¨®viles a conductores. Los aeropuertos m¨¢s importantes de Sinaloa cerraron y algunas carreteras estuvieron cortadas, con camiones y tr¨¢ileres cruzados, envueltos en llamas.
Testimonios recogidos por EL PA?S dibujan un panorama de terror en la capital, donde manadas de criminales armados, en moto o a pie, jugaban al gato y al rat¨®n con las autoridades, tiros de por medio. Roberto, un pintor que ha salido de casa poco antes de las 10.00, explica que los criminales le han quitado su coche a punta de pistola: ¡°No s¨¦ c¨®mo ser¨¢ un sitio de guerra, pero yo pienso que es lo mismo¡±, dice.
Son escenas conocidas en Culiac¨¢n, que hace tres a?os y tres meses vivi¨® un episodio parecido, motivado igualmente por la captura de Ovidio Guzm¨¢n. Entonces, el empuje de Los Chapitos forz¨® la retirada del Ej¨¦rcito, que hab¨ªa detenido a Guzm¨¢n en su casa, en el centro de la ciudad. Sus secuaces causaron el caos, con bloqueos, tiroteos y veh¨ªculos quemados y los militares liberaron finalmente al l¨ªder criminal.
En esta ocasi¨®n, las autoridades han conseguido su objetivo y han trasladado a Guzm¨¢n a la capital, pese al berrinche de Los Chapitos. La consecuencia de esta victoria es una ciudad aterrorizada. En una comparecencia ante los medios, el secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval, ha explicado que los criminales bloquearon hasta 19 avenidas, bulevares y carreteras, solo en Culiac¨¢n, cerca del aeropuerto, de la base a¨¦rea militar n¨²mero 10, pero tambi¨¦n en las salidas norte y sur.
Aunque el operativo para capturar a Guzm¨¢n ocurri¨® de madrugada, en un poblado a una hora del centro de la ciudad, Jes¨²s Mar¨ªa, los enfrentamientos y bloqueos se han empezado a sentir en zona urbana a eso de las 6.15 de la ma?ana. Juan, nombre ficticio, ha llegado al aeropuerto un cuarto de hora antes para volar a Ciudad de M¨¦xico. Hab¨ªa pasado los controles y esperaba en la sala de abordaje cuando de repente ha empezado a escuchar disparos.
¡°Han sido como cuatro o cinco r¨¢fagas que se escucharon. Entonces, dije, ¡®?pues qu¨¦ ser¨¢?¡¯, Me met¨ª a Twitter a ver si alguien contaba qu¨¦ pasaba, y de pronto veo que ya estaban reportando bloqueos, carros quemados. Y dije ¡®uf, no, esto ya est¨¢ ca?¨®n¡¯. Luego lleg¨® el avi¨®n y no sab¨ªamos si ¨ªbamos a salir o no¡±, explica. Los trabajadores de la aerol¨ªnea les han hecho subir, pero el avi¨®n a¨²n estuvo parado un rato en pista, sin despegar. ¡°La gente ya estaba medio paranoica¡±, a?ade el hombre. Finalmente, despegaron.
Su avi¨®n ha sido uno de los ¨²ltimos que ha salido este jueves por la ma?ana de Culiac¨¢n, que luego ha suspendido operaciones. En redes sociales han empezado a aparecer v¨ªdeos donde trabajadores y viajeros corr¨ªan a resguardarse en la terminal, ante los tiroteos . Tambi¨¦n han trascendido v¨ªdeos de disparos en las mismas pistas del aer¨®dromo. En una de las secuencias m¨¢s impactantes de la jornada, decenas de pasajeros de un vuelo que estaba a punto de despegar se echaban a tierra para evitar los impactos. El plomo ha alcanzado al menos a un avi¨®n de Aerom¨¦xico y a otro, de las Fuerzas Armadas.
En las calles, la situaci¨®n era muy extra?a. Un periodista que vive cerca del Malec¨®n Nuevo, en pleno centro, despert¨® y cuando mir¨® el m¨®vil, encontr¨® varios mensajes dici¨¦ndole que no se le ocurriera salir. ¡°Hablaban de un enfrentamiento en Jes¨²s Mar¨ªa, pero no sab¨ªa lo que estaba pasando¡±, cuenta. Su nombre no aparece en esta cr¨®nica por seguridad. ¡°Durante la ma?ana recibimos reportes de colegas a quienes les robaron el veh¨ªculo, tambi¨¦n el celular en algunas ocasiones. Ahorita es la incertidumbre. Ahora, despu¨¦s de la detenci¨®n, empiezan a llegar mensajes de saqueos o de despojos¡±, narra.
Varios compa?eros han sufrido lo que cuenta, reporteros que trataban de hacer su trabajo y que se toparon con grupos de criminales. Uno ha contado, por ejemplo, que los criminales le quitaron su coche y que luego se refugi¨® en un hotel. Un grupo de individuos lleg¨® m¨¢s tarde al hotel a exigir a los hu¨¦spedes las llaves de sus coches. Otro ha narrado una historia parecida: criminales que le arrebataron su coche. No le ha quedado otra que seguir trabajando a pie.
Otros ciudadanos han sufrido despojos parecidos. Roberto, el pintor, cuyo nombre verdadero tampoco aparece en esta cr¨®nica, ha sido una de tantas v¨ªctimas de robos a mano armada en las calles de la ciudad. El hombre ha salido de su casa pasadas las 9.40 de la ma?ana. Hab¨ªa escuchado algo en las noticias, pero no pens¨® que fuera a afectarle. Se equivoc¨®.
¡°Iba yo cerca de un bulevar que se llama Agricultores, cerca de la escuela veterinaria de la Universidad. Es un bulevar que abarca muchas colonias y que nos da acceso al centro y est¨¢ cerca de la salida a Mazatlan¡±, cuenta. ¡°De repente, veo que siete u ocho muchachos estaban ah¨ª en medio, todos con pistola en mano. Cuando llego, uno me dice, ¡®?qu¨¦ onda viejo, d¨®nde vas?. Yo le digo, ¡®voy a trabajar¡¯. Y me dice, ¡®b¨¢jate y deja las llaves pegadas¡±.
El hombre no opuso resistencia. Sali¨® del coche y se qued¨® mirando a los j¨®venes, sin saber qu¨¦ hacer. Unos metros m¨¢s all¨¢, vecinos miraban lo que ocurr¨ªa. ¡°Se sube el tipo a mi carro, parece que estaba nervioso, no pod¨ªa prender, pero luego ya pudo. Otro que estaba fuera se fue hacia las dos personas que estaban mirando y les dijo, ?qu¨¦ est¨¢n mirando?, as¨ª gritando. Y ha disparado dos veces al aire¡±.
Roberto se alej¨® corriendo hacia donde estaban los mirones, que le dieron refugio. Desde la casa, vio c¨®mo los muchachos que le hab¨ªan quitado su veh¨ªculo cruzaban otro en mitad de la avenida y le prend¨ªan fuego. ¡°Desde la casa se miraba gente que pasaba, como sacando cosas de un supermercado que hay cerca, pero ya no era del problema, ya era pura rapi?a¡±, zanja. El hombre ha vuelto a su casa, oculto en la batea de una furgoneta pick up. Por la tarde, unos vecinos se han ofrecido a llevarle.
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