Los cuatro militares del ¡®caso Nuevo Laredo¡¯ est¨¢n presos en Ciudad de M¨¦xico
Los cabos de caballer¨ªa que habr¨ªan matado a balazos a cinco muchachos a finales de febrero en Tamaulipas est¨¢n recluidos en la prisi¨®n militar
Los militares que habr¨ªan masacrado a cinco muchachos en Nuevo Laredo, Tamaulipas, a finales de febrero, est¨¢n presos en la c¨¢rcel del Campo Militar N¨²mero 1, en Ciudad de M¨¦xico, seg¨²n ha confirmado este diario. Son cuatro en total, todos cabos de caballer¨ªa, pertenecientes al 16? Regimiento de Caballer¨ªa Motorizada de Nuevo Laredo. Se trata de Agust¨ªn Cornelio N, Juan Carlos N, Bernardo N y Jorge Nicol¨¢s N. Adem¨¢s de los cinco muertos, los militares dejaron a un muchacho malherido.
Ni la Fiscal¨ªa General de la Rep¨²blica (FGR), ni la Secretar¨ªa de la Defensa (Sedena) han informado del estatus de los militares de manera oficial. A principios de mes, varios medios de comunicaci¨®n se?alaron que la justicia militar acusaba a los cuatro de un delito de desobediencia, aunque la dependencia nunca lo confirm¨® ni lo desminti¨®. Por su lado, la FGR inici¨® una investigaci¨®n sobre lo ocurrido, pero todav¨ªa no se ha pronunciado al respecto.
El C¨®digo de Justicia Militar establece una pena de un a?o de prisi¨®n para los militares que incurran en este delito, de manera general. El texto se?ala, sin embargo, que cuando esa desobediencia ¡°ocasione un mal grave¡±, la pena ser¨¢ de dos a?os. La norma prev¨¦ penas m¨¢s severas para militares que desobedezcan ¡°en campa?a¡± o ¡°frente al enemigo¡±.
No se sabe qu¨¦ planea hacer la FGR, pero en caso de acusarlos de asesinato, los fiscales deber¨ªan a?adir una agravante, la ¡°ventaja¡±, como se?ala el C¨®digo Penal Federal. Esto, porque los muchachos ni dispararon ni iban armados durante el ataque de los militares. De ser condenados, a los acusados de asesinato con ventaja se les imponen penas de 30 a 60 a?os de prisi¨®n.
El caso Nuevo Laredo aparece como una de las manchas en el actuar policial de las Fuerzas Armadas durante el Gobierno actual. Golpeado por las denuncias de espionaje a civiles, entre ellos el hombre que denunci¨® la masacre de los cinco muchachos de Tamaulipas, Raymundo Ramos, el Ej¨¦rcito no hab¨ªa lidiado con un caso as¨ª con L¨®pez Obrador. Hab¨ªa ocurrido en las administraciones anteriores, el caso Tlatlaya, por ejemplo, con Enrique Pe?a Nieto (2012-2018), o el de los estudiantes del Tec de Monterrey, con Felipe Calder¨®n (2006-2012), pero no estos a?os.
La masacre de los muchachos ilustra las consecuencias de la militarizaci¨®n de la seguridad p¨²blica en el pa¨ªs, una situaci¨®n que se ve en Tamaulipas como en pocos sitios. El Ej¨¦rcito se ha convertido en la polic¨ªa de facto en las ciudades fronterizas, caso de Nuevo Laredo, pero tambi¨¦n de Reynosa o Matamoros. Los tiroteos entre militares y civiles son comunes all¨ª. En este crepitar constante de las armas ocurri¨® el ataque contra los muchachos.
En la madrugada del domingo 26 de febrero, un grupo de siete jovenes sali¨® de una discoteca en el centro de Nuevo Laredo. Fueron rumbo sur en una camioneta, a dejar a varios de ellos. A la altura de la colonia Cavazos Lerma, un convoy de cuatro patrullas militares los vieron y empezaron a seguirlos. En el informe que rindi¨® ante la FGR, el capit¨¢n a cargo del convoy se?al¨® que los muchachos aceleraron cuando les vieron, situaci¨®n que los dos supervivientes del ataque han negado. Los militares andaban por la zona, seg¨²n el capit¨¢n, porque hab¨ªan escuchado disparos por all¨ª.
Las diferencias entre un relato y otro contin¨²an. Los supervivientes, Alejandro y Luis Gerardo, narran que cuando vieron que los segu¨ªan, detuvieron la marcha. Luego los militares chocaron con su camioneta y ellos, del golpe, embistieron un veh¨ªculo que hab¨ªa estacionado en la calle. El capit¨¢n dice que ellos no les chocaron, los muchachos lo hicieron solos. Que cuando chocaron escucho nuevos disparos y algunos de sus hombres dispararon.
La versi¨®n que dio Sedena en el ¨²nico comunicado que ha divulgado sobre el caso presenta una diferencia con el informe del capit¨¢n. La dependencia no dice que los militares escucharan nuevos disparos despu¨¦s del choque. Fuera como fuera, los militares empezaron a disparar, sin que los muchachos, desarmados, lo hicieran. Seg¨²n su relato, el capit¨¢n orden¨® alto el fuego, pero para entonces sus hombres hab¨ªan disparado decenas de veces. Dentro del carro quedaron tres muertos y en la calle dos m¨¢s, adem¨¢s del herido, Luis Gerardo, y Alejandro, que result¨® ileso.
Seg¨²n el relato de ellos dos, militares a¨²n le dispararon a Luis Gerardo cuando este estaba ya fuera de la camioneta, pidiendo auxilio. Lo habr¨ªan hecho hasta en dos ocasiones. Alejandro se?ala que le ordenaron que se tirara al suelo, pecho a tierra y as¨ª le tuvieron un buen rato. Estado as¨ª, dice que escuch¨® dos o tres disparos m¨¢s, adem¨¢s de los que le tiraron a su amigo herido. No sabe contra qu¨¦ o quien dispararon.
Visto lo ocurrido, las variaciones en los relatos y la extra?eza de que solo cuatro militares hubieran disparado todas las balas, el Subsecretario de Derechos Humanos de la Secretar¨ªa de Gobernaci¨®n, Alejandro Encinas, se?al¨® que ¡°la investigaci¨®n debe abordar los temas de la cadena de mando, no solamente la responsabilidad de los elementos¡±.
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