Las cuentas pendientes del ¡®caso Camargo¡¯
La Fiscal¨ªa pide 969 a?os de prisi¨®n para 11 polic¨ªas implicados en la masacre migrante, y 19 para el polic¨ªa arrepentido, b¨¢sico en la construcci¨®n de la acusaci¨®n. Algunos familiares ven c¨®mo se escapa una explicaci¨®n de lo ocurrido, otros hablan de perd¨®n
La ¡°angustia de la muerte inminente¡±, explica el abogado franc¨¦s Fr¨¦d¨¦ric Bibal, es ¡°el sentimiento de pavor que experimenta la v¨ªctima que, entre el momento que ha sufrido el ataque o la agresi¨®n y el momento de su muerte, ha tenido conciencia del car¨¢cter ineluctable de su propio fin¡±. La de Bibal es una forma burocr¨¢tica de describir el terror absoluto, la certeza de un final violento. En las audiencias por el caso Camargo, que deber¨ªan finalizar esta semana, ha sido dif¨ªcil no pensar en ello....
La ¡°angustia de la muerte inminente¡±, explica el abogado franc¨¦s Fr¨¦d¨¦ric Bibal, es ¡°el sentimiento de pavor que experimenta la v¨ªctima que, entre el momento que ha sufrido el ataque o la agresi¨®n y el momento de su muerte, ha tenido conciencia del car¨¢cter ineluctable de su propio fin¡±. La de Bibal es una forma burocr¨¢tica de describir el terror absoluto, la certeza de un final violento. En las audiencias por el caso Camargo, que deber¨ªan finalizar esta semana, ha sido dif¨ªcil no pensar en ello. Esa angustia simboliza las dudas de un proceso hist¨®rico, pero tambi¨¦n incompleto.
La semana pasada, el juez sentenci¨® a 12 polic¨ªas por el asesinato de 19 personas, la mayor¨ªa migrantes, en Camargo, en el norte de M¨¦xico, hace algo m¨¢s de dos a?os y medio. Es una sentencia pionera, el primer caso de violencia homicida contra migrantes que acaba en condena en el pa¨ªs. En el horizonte figuran, como recordatorio, las matanzas impunes de San Fernando, unos cientos de kil¨®metros al sur, de hace algo m¨¢s de diez a?os. Las condenas alivian pero no sanan. Las preguntas sobre otra docena de polic¨ªas implicados, ignorados por las autoridades, y las dudas sobre c¨®mo y por qu¨¦ ocurri¨® la matanza, persisten.
Las fallas en la conexi¨®n a internet han aplazado el final del juicio, situaci¨®n que se ha repetido varias veces en la recta final del proceso. La semana pasada, el juez suspendi¨® la audiencia en que iba a leer su fallo porque no hab¨ªa se?al en la c¨¢rcel. De los 12 polic¨ªas se?alados, el juez conden¨® finalmente a 10 por homicidio, abuso de autoridad y delitos en el desempe?o de funciones administrativas. A otra agente le a?adi¨®, adem¨¢s, falsedad en informes dados a una autoridad. Al ¨²ltimo, el polic¨ªa colaborador Ismael V¨¢zquez, le dej¨® abuso de autoridad y delitos en el desempe?o de funciones administrativas.
Este martes, la audiencia deb¨ªa servir para que el juez decidiese las penas que impone a cada uno de los 12, pero las dificultades conectivas del Centro Integral de Justicia de Ciudad Victoria, la capital de Tamaulipas, han impedido avanzar demasiado. La fiscal ha tenido tiempo, eso s¨ª, de plantearle al juez las penas que estima pertinentes para los condenados: 969 a?os de c¨¢rcel para los 10 primeros, 975 para la siguiente, y 19 para el polic¨ªa V¨¢zquez.
Para la mayor¨ªa, el c¨¢lculo se desglosa en 50 a?os, la pena m¨¢xima, medio siglo por cada uno de los 19 muertos, y otros 19 por los delitos menores. Extra?an los 19 a?os que la fiscal pide contra el polic¨ªa arrepentido: sin ¨¦l, la dependencia no tendr¨ªa caso. Son, en todo caso, n¨²meros de fantas¨ªa, cifras que sirven para calcular el tama?o del horror, pero poco m¨¢s. El c¨®digo penal de Tamaulipas establece que nadie puede pasar m¨¢s de 50 a?os preso. La sesi¨®n se reanuda este mi¨¦rcoles.
Definir la angustia de la muerte inminente guarda una intenci¨®n jur¨ªdica. Bibal emple¨® el concepto hace un par de a?os, en los juicios por los atentados de Par¨ªs, en noviembre de 2015, que dejaron 131 muertos. Eran los ataques de la sala Bataclan, el Stade de France, las terrazas¡ ?l y su bufete se ocupaban de la ¡°reparaci¨®n de los da?os corporales¡±, es decir, de determinar cu¨¢nto val¨ªa la vida y el sufrimiento de los que all¨ª perecieron. Tambi¨¦n (el sufrimiento) de los que sobrevivieron. No es lo mismo morir en el acto que resultar herido y esperar el remate, mientras escuchas a los perpetradores, sus armas, sus palabras. Sobrevivas o no.
En el caso de Camargo no hubo supervivientes; 16 ciudadanos de Guatemala murieron asesinados, la mayor¨ªa del pueblo de Comitancillo, en la sierra sur del pa¨ªs centroamericano. Tambi¨¦n murieron un salvadore?o y dos mexicanos, supuestamente los traficantes. Es posible que m¨¢s camionetas formaran parte del convoy de migrantes que trataba de llegar a la frontera. As¨ª lo dicen varios testigos que viv¨ªan cerca del lugar de los hechos. En todo caso, si hab¨ªa m¨¢s, siguieron su camino. Todos los que quedaron all¨ª murieron a manos de polic¨ªas. Primero les atacaron a balazos, luego remataron a los supervivientes y finalmente quemaron sus cuerpos.
Una de las preguntas que se hac¨ªan las familias al principio apunta precisamente al sufrimiento de los suyos. Si murieron de los balazos, o viv¨ªan todav¨ªa cuando empez¨® el fuego. Las autopsias relajaron la angustia: todos hab¨ªan muerto cuando las llamas empezaron a consumir los cuerpos. Pero el asunto no acababa ah¨ª. El polic¨ªa arrepentido V¨¢zquez se?alaba que, despu¨¦s del primer ataque, su jefe, el comandante del grupo de operaciones especiales (GOPES) de la polic¨ªa de Tamaulipas, Horacio Rocha Nambo, le orden¨® que subiera a cuatro mujeres a la batea de uno de los dos veh¨ªculos que aparecieron en la escena del crimen. All¨ª, V¨¢zquez vio cuerpos de hombres ¡°todos amontonados. Unos estaban heridos y otros ya estaban muertos¡±.
Al menos la cuarta parte de los 19 asesinados viv¨ªan despu¨¦s del primer ataque, cuando los amontonaron en una camioneta, antes de rematarlos y prenderles fuego. ?Qu¨¦ pensaban? ?Sab¨ªan que los iban a matar, que iban a quemar sus cuerpos, algunos hasta el punto de que sus huesos quedaron deshechos? ?Sufrieron? ?Sintieron angustia? Emmanuel Carr¨¨re, que sigui¨® los juicios de Par¨ªs y cit¨® al abogado Bibal en su libro sobre el proceso, V13, recordaba las palabras de Levinas, mientras escuchaba los testimonios de las v¨ªctimas: ¡°En cuanto escrutas el rostro de un ser humano, es m¨¢s dif¨ªcil matarlo¡±.
?Los perpetradores miraron a los ojos a los ca¨ªdos, a los que a¨²n viv¨ªan? El caso de Camargo ha sido tan delicado, depend¨ªa tanto del polic¨ªa arrepentido, que pedirle que ampliara su declaraci¨®n parec¨ªa casi una temeridad. Sus palabras constataban que el relato de sus 11 colegas era una mentira. No hab¨ªa espacio para cosas como esta. Pero las preguntas existen. Y apuntan sobre todo a una duda mayor: por qu¨¦ lo hicieron.
En Comitancillo
En M¨¦xico, la reparaci¨®n del da?o a las v¨ªctimas se mide por condenado, calculando la cantidad que cada uno deber¨¢ pagar, a partir del da?o causado. La petici¨®n de la Fiscal¨ªa de Tamaulipas y de la Comisi¨®n Estatal de Atenci¨®n a V¨ªctimas es que la cifra ascienda a 6,1 millones de pesos por polic¨ªa, esto es, algo m¨¢s de 73 millones de pesos, lo que tocar¨ªa a un reparto de unos 3,8 millones por cada familia. Unos 220.000 d¨®lares. Es un c¨¢lculo hecho r¨¢pido: no est¨¢ claro que el juez acepte esta cifra, o que se reparta por igual entre las familias.
De todas formas, cantidades as¨ª son importantes para vecinos de pueblos como Comitancillo, del que los j¨®venes salen hacia el norte con botines de 1.000 o 1.500 d¨®lares. En el c¨¢lculo va incluido el da?o moral a las familias, aunque la Comisi¨®n de Atenci¨®n a V¨ªctimas o la Fiscal¨ªa a¨²n no detallan c¨®mo han calculado ese da?o. En la sesi¨®n de este mi¨¦rcoles, la Fiscal¨ªa llamar¨¢ a declarar a dos peritos, que al parecer detallaran la aritm¨¦tica de la reparaci¨®n.
A las monta?as del sur de Guatemala, los acontecimientos de las ¨²ltimas sesiones, la condena, la petici¨®n de penas, han llegado a las familias v¨ªa videoconferencia. Las reacciones de unos y otros son bien distintas. ?lvaro Miranda, padre de ?smar, muchacho que contaba 19 a?os a su muerte, dice: ¡°Ya sabemos lo que es la sentencia, estamos esperando que digan cu¨¢nto le toca a cada uno. La duda era el motivo, de por qu¨¦ los ejecutaron de esa manera. Y claro que no se ha despejado, no se sabe nada. Solo que los polic¨ªas fueron los ejecutores. ?Fue porque no se pag¨®? Nosotros sabemos que se paga a los de la mafia. Esa pregunta se la ten¨ªan que haber hecho a ellos, a los polic¨ªas.
El dolor de Miranda, el enorme vac¨ªo de no saber, choca con la satisfacci¨®n de Ricardo Garc¨ªa. Su hija, Santa Cristina, ten¨ªa 20 a?os cuando muri¨® asesinada en Camargo. ¡°No estoy satisfecho por la condena, porque de todos modos mi hija no va a regresar. Pero me siento feliz, orgulloso, porque se escuch¨® la voz de cada familia. Quiero que la historia no se vuelva a repetir¡±, ha dicho. ¡°Hemos logrado un triunfo, no para m¨ª, sino para el municipio, para el departamento de San Marcos, para Guatemala y otros pa¨ªses que cruzan la frontera. Lo que pas¨® con nuestros finados no tiene nombre. Eso me da alegr¨ªa, de que hemos logrado la justicia con los 12 acusados. Nos sabemos cuantos a?os, pero est¨¢n condenados, y van a pagar¡±.
Garc¨ªa manda un mensaje de paz. ¡°No es que me sienta alegre porque ellos vayan a estar en la c¨¢rcel, no. Pero me siento libre, orgulloso. Yo los perdono a ellos por quitarme la vida de mi hija. S¨ª, los perdono, soy humano, yo necesito del perd¨®n tambi¨¦n. Yo les perdono por quitarme la vida de mi hija. Les perdono a los 12. Pero ellos tienen que pagar por lo que hicieron. Es un perd¨®n que nace en mi coraz¨®n, pero al mismo tiempo ellos van a pagar por lo que hicieron¡±.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S M¨¦xico y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este pa¨ªs