Un eclipse oscurece la Tierra de los mayas: Mata¡¯al Si¡¯ikill, no te comas al sol
El anillo de fuego re¨²ne a miles de personas en las zonas arqueol¨®gicas de Yucat¨¢n. Desde 1991 no se ve¨ªa un fen¨®meno igual en M¨¦xico
Las filas para entrar a Uxmal, antigua ciudad maya y la s¨¦ptima zona arqueol¨®gica m¨¢s visitada del pa¨ªs en 2022, lucen inusualmente largas. Entre llaveros, pulseras y silbatos que simulan el rugido de un jaguar, parte de la oferta cotidiana de los vendedores cazaturistas que rondan las taquillas, el art¨ªculo estrella de hoy son los lentes de cart¨®n. No es un d¨ªa cualquiera: despu¨¦s de 32 a?os, M¨¦xico vuelve a ser testigo de un eclipse solar, un fen¨®meno e...
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Las filas para entrar a Uxmal, antigua ciudad maya y la s¨¦ptima zona arqueol¨®gica m¨¢s visitada del pa¨ªs en 2022, lucen inusualmente largas. Entre llaveros, pulseras y silbatos que simulan el rugido de un jaguar, parte de la oferta cotidiana de los vendedores cazaturistas que rondan las taquillas, el art¨ªculo estrella de hoy son los lentes de cart¨®n. No es un d¨ªa cualquiera: despu¨¦s de 32 a?os, M¨¦xico vuelve a ser testigo de un eclipse solar, un fen¨®meno especialmente visible en la pen¨ªnsula de Yucat¨¢n, la misma regi¨®n en la que los mayas, observadores meticulosos de la b¨®veda celeste, levantaron templos y edificaron ciudades a partir de sus conocimientos sobre el cielo nocturno.
Tres horas antes de que el ¡®anillo de fuego¡¯ se complete en el cielo de Yucat¨¢n, Teresa y Carlos, un matrimonio de artesanos, ya tomaron un sitio en el Cuadr¨¢ngulo de las Monjas, una plaza rodeada de cuatro edificios con terrazas y escalinatas que hace m¨¢s de mil a?os fungi¨® como patio de los gobernantes de la antigua ciudad. Tras un viaje de poco m¨¢s de 200 kil¨®metros, ambos visten bermudas, lentes oscuros y playeras negras con una imagen alusiva al fen¨®meno astron¨®mico y la fecha en la espalda. ¡°Vivimos en Valladolid, pero venimos especialmente a ver el eclipse, porque aqu¨ª iba a abarcar lo m¨¢ximo¡±, explica Teresa Castillo (63 a?os). Mientras sostiene una caja de zapatos con agujeros, un instrumento de fabricaci¨®n casera que sirve para mirar el paso del eclipse indirectamente, Carlos Gonz¨¢lez (62 a?os) recuerda que hace m¨¢s de medio siglo, en su natal Oaxaca, fue testigo de un fen¨®meno similar que oscureci¨® el d¨ªa durante tres minutos. ¡°El eclipse anterior que vi de ni?o fue en Miahuatl¨¢n. Lo recuerdo muy bien, yo ten¨ªa unos 6 o 7 a?os. De hecho eso fue lo que me motiv¨® a venir aqu¨ª, esos recuerdos de ni?o que se quedan grabados porque ve¨ªa a los cient¨ªficos de la UNAM, de la NASA, equipos de Europa¡ me impact¨® mucho la cantidad de gente en medio de la nada reunida para ver un espect¨¢culo impresionante, que me marc¨®. Y aqu¨ª estamos¡±, explica con entusiasmo, el mismo que lo llev¨® a trazar el eclipse que lleva en su playera conmemorativa: ¡°como el Sol no me lo pudieron imprimir, entonces lo hice a mano¡±.
Pablo Romero (36 a?os) mira al cielo y describe a sus sobrinos lo que ve a trav¨¦s de un filtro de soldadura, un pedazo de vidrio rectangular del tama?o de una tarjeta utilizado por los herreros para proteger su vista. La Luna ha comenzado a cubrir la circunferencia solar y en poco m¨¢s de una hora protagonizar¨¢ el ¡®anillo de fuego¡¯, un instante para el que Romero, trabajador en una f¨¢brica del c¨¦ntrico Estado de Puebla, lleva prepar¨¢ndose m¨¢s de tres a?os. ?l es una de las millones de personas que observaron el ¨²ltimo eclipse total de Sol que atraves¨® M¨¦xico la tarde del 11 de julio de 1991, cuando el d¨ªa se transform¨® en total oscuridad durante m¨¢s de seis minutos. Se trat¨® de uno de los eclipses m¨¢s largos del siglo, un fen¨®meno seguido con inter¨¦s por universidades y medios masivos de comunicaci¨®n que provoc¨® peregrinaciones masivas a zonas arqueol¨®gicas y plazas p¨²blicas para levantar la vista al cielo con curiosidad y asombro. Tres d¨¦cadas despu¨¦s, los ecos de aqu¨¦l d¨ªa le han guiado hasta Uxmal tras una incansable labor de convencimiento y ahorro. ¡°A mi familia le fui barajando la idea poco a poco y fuimos haciendo ahorros, planeando sobre la ruta, los lugares y hoteles que ¨ªbamos a visitar para rematar ac¨¢, entonces se les hizo padre la idea y los fui convenciendo¡±, explica.
En la parte m¨¢s alta de la antigua ciudad maya, miles aceleran los preparativos cuando la luz del Sol comienza a atenuarse. A diferencia de la noche s¨²bita que provoca un eclipse total, en esta ocasi¨®n la Luna, incapaz de cubrir el disco solar por completo, provoca un efecto ¨®ptico que se hace m¨¢s evidente quince minutos antes de la anularidad. Entre filtros de soldadura, lentes especiales y cajas de zapatos con agujeros, una multitud de turistas extranjeros y nacionales, danzantes con cascabeles en los tobillos y seguidores new age vestidos totalmente de blanco, mantienen una cuenta regresiva con una hora fijada: las 11.23 de la ma?ana, el instante en el que el sat¨¦lite natural parecer¨¢ engullir al Sol y dar¨¢ paso al esperado ¡®anillo de fuego¡¯.
Al pie del Palacio del Gobernador, un edificio de nueve metros de alto decorado con mascarones dedicados al dios maya de la lluvia, los primeros aplausos y expresiones de asombro advierten al resto de la llegada del punto m¨¢ximo del eclipse. Al un¨ªsono, un grupo de cinco estudiantes mayas de 9 a 23 a?os recrean un antiguo ritual de la regi¨®n y gritan repetidamente Mata¡¯al Si¡¯ikill, (no te lleves al Sol), una voz en maya yucateco que hace alusi¨®n a la alteraci¨®n del orden c¨®smico que, desde la cosmovisi¨®n maya, significaba la ocultaci¨®n del disco solar a causa de un eclipse. ¡°La Luna se est¨¢ comiendo al Sol. Antes se cre¨ªa que esa Luna era un monstruo, una serpiente o algo terror¨ªfico que se estaba comiendo al Sol, haci¨¦ndonos creer que era el fin de mundo; sin embargo, los mayas eran tan inteligentes que hicieron una estrategia para espantar, que se vaya la Luna, y dec¨ªan Mata¡¯al Si¡¯ikill, eso quiere decir ¡®no se lleven al Sol¡¯, porque quer¨ªamos que nos regresaran el d¨ªa, para que nosotros ya no creamos que es el fin del mundo y al final hac¨ªamos un peque?o rezo pidi¨¦ndole a Dios para que eso no suceda y a la vez, agradeciendo¡±, asegura Mariana, una de las estudiantes al finalizar el ritual.
Poco a poco, el Sol comienza a salir del radio lunar. La atenci¨®n vuelve a disiparse y la mayor¨ªa abandona r¨¢pidamente la zona arqueol¨®gica. La mirada vuelve a lo terrenal, mientras algunos aprovechan para tomarse fotos y compartirlas en redes sociales. Los danzantes agitan sus maracas y hacen sonar sus caracoles. El Sol ha salido victorioso de su ¨²ltimo encuentro con la Luna.
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