Mujeres borradas con ¨¢cido: ¡°Que se vea la cicatriz¡±

Las j¨®venes que fueron ya no existen. Est¨¢n muertas. Y no descansan en paz. En su lugar hay otras. Mujeres desdibujadas que aparecen cada d¨ªa ante el espejo en un flashback incesante de la violencia. Extra?as que viven en el div¨¢n ¨Ccon miedo, insomnio, pesadillas¨C y rondan los tribunales. De cirug¨ªa en cirug¨ªa y en tratamientos dermatol¨®gicos sin fin. Son otras. Pruebas ambulantes de un crimen atroz que las deja marcadas de por vida.

Desde que ...

Las j¨®venes que fueron ya no existen. Est¨¢n muertas. Y no descansan en paz. En su lugar hay otras. Mujeres desdibujadas que aparecen cada d¨ªa ante el espejo en un flashback incesante de la violencia. Extra?as que viven en el div¨¢n ¨Ccon miedo, insomnio, pesadillas¨C y rondan los tribunales. De cirug¨ªa en cirug¨ªa y en tratamientos dermatol¨®gicos sin fin. Son otras. Pruebas ambulantes de un crimen atroz que las deja marcadas de por vida.

Desde que sufri¨® el ataque con ¨¢cido en 1988 cuando ten¨ªa 20 a?os, Alejandra Tovar desapareci¨® para siempre. ¡°Fue un padre al hospital, me dio los santos ¨®leos¡±. Desde entonces s¨®lo usa su primer nombre. Ahora es Mar¨ªa. ¡°El ¨¢cido te llega hasta lo m¨¢s profundo, te deshace. Mi nariz era el hueso, as¨ª como se ve un cr¨¢neo de calaca¡±. Los cirujanos le hicieron otra nariz con un trozo de una de sus costillas y un pedazo de cart¨ªlago de las orejas. ¡°La primera vez que me vi en el espejo, me quer¨ªa matar¡±. Lo intent¨® sin ¨¦xito. Sus padres lo impidieron.

La reacci¨®n de Yazm¨ªn Hern¨¢ndez Soria, un a?o mayor que Alejandra en el momento de la agresi¨®n en 2021, fue diferente. Al volver a casa, tras cinco semanas de hospitalizaci¨®n, se deshizo de todas sus fotos y del maquillaje. ¡°Me dije: ?para qu¨¦ lo quiero si ya no me voy a arreglar?... Yo parec¨ªa que tra¨ªa chapopote [asfalto en n¨¢huatl] en toda la piel. Te sientes atrapada en un cuerpo que dices: Yo no soy as¨ª¡±. Pas¨® un a?o sin poder trabajar. ¡°Despu¨¦s del panorama que iba a perder toda la cara, pues nada m¨¢s fue la oreja izquierda¡±. Nada m¨¢s. Yazm¨ªn lleva tatuada la palabra Nankurunaisa en el brazo derecho. Significa ¡°Todo va a estar bien¡± en un dialecto de Jap¨®n.

Elisabeth Xolalpa, agredida veinte a?os antes por su expareja, sufri¨® quemaduras de tercer y cuarto grado en el 40% de la superficie corporal. Entonces ten¨ªa 18 a?os y un beb¨¦ del agresor. Se encerr¨® los tres a?os siguientes en su casa en Xochimilco, al sur de Ciudad de M¨¦xico. ¡°De hecho, hasta la fecha no me gusta mucho salir porque todav¨ªa, a veces, siento las miradas de morbo por mi aspecto¡±. Elisa, como la llaman, habla desde su propio terreno, donde cultiva plantas de flores: cempas¨²chitl, para el D¨ªa de Muertos, y nochebuenas para Navidad.

Adem¨¢s de las secuelas funcionales ¨CElisa y Mar¨ªa todav¨ªa no pueden cerrar bien los p¨¢rpados¨C ¡°el estr¨¦s postraum¨¢tico significa vivir permanentemente en un estado de alerta, de ansiedad, de depresi¨®n, de fobia a salir a la calle, de la mirada p¨²blica. Y, por supuesto, hay un miedo a que se repita el suceso¡±, explica la psic¨®loga Yazm¨ªn Ram¨ªrez, que atiende a cinco v¨ªctimas. ¡°La imagen se ha fracturado. Es dif¨ªcil para muchos entender c¨®mo ellas ven borrada su identidad, es un proceso que cognitivamente no alcanzamos a dimensionar. Esa que era ya no es y, adem¨¢s, la marca es social. Est¨¢ ah¨ª presente hacia fuera¡±.

Un ataque con ¨¢cido es un terremoto que descuadra todo. Por dentro y por fuera. ¡°El cuerpo queda con una marca f¨ªsica, pero sobre todo con un sistema nervioso destrozado¡±. Y el cuestionamiento social es terrible ¨C?por qu¨¦ no lo dej¨®, por qu¨¦ no se fue? ¨C revictimizando y se?alando a la mujer como la responsable de ese suceso¡±, agrega Ram¨ªrez. ¡°La mayor¨ªa de ellas vive con dolor f¨ªsico y emocional, con un proyecto de vida interrumpido indefinidamente. El cuadro es perfecto para dejar de tener la voluntad de vivir¡±.

No es todo. A eso se suma el impacto a nivel familiar y econ¨®mico m¨¢s la discriminaci¨®n social y laboral. Es un crimen en el que se condena a la v¨ªctima. La mayor¨ªa pierde su trabajo y les cuesta conseguir otro. El viejo requisito de ¡°buena presencia¡± sigue vigente. En una farmacia rechazaron a Mar¨ªa porque el empleo era para el servicio al p¨²blico. ¡°?Y eso qu¨¦ tiene?¡±, respondi¨® ella. ¡°Se qued¨® pensando y me dijo: ¡®Es por tu aspecto¡±. Como si fuera poco ser suspendidas y canceladas, la probabilidad de encontrar justicia es m¨ªnima.

Carmen S¨¢nchez es una v¨ªctima peculiar. La joven del estado de M¨¦xico a la que su agresor dejaba encerrada bajo llave como si fuera una mascota, qued¨® sepultada en 2014 cuando ten¨ªa 29 a?os. ¡°Yo era un monstruo, algo anormal, nunca hab¨ªa visto alguien as¨ª, ni siquiera los que estaban quemados en el mismo hospital¡±. En su lugar, hay una obstinada activista, que domina los t¨¦rminos jur¨ªdicos como si fuera abogada y se empecin¨® en ¡°arrancarle un pedazo de justicia al Estado¡±, como ella dice.

¡°Intent¨¦ hacerme da?o, romp¨ª el espejo del hospital. Fue muy duro, llor¨¦ mucho, pero tambi¨¦n ese d¨ªa le ped¨ª a Dios: ¡®Si me vas a dar la oportunidad de salir de este hospital quiero que me permitas tener una vida de calidad¡¯. No quiero vivir avergonzada, no quiero que mis hijas se averg¨¹encen de m¨ª. Y tambi¨¦n ese d¨ªa dije: ¡®Si voy a vivir, lo voy a encontrar as¨ª se esconda debajo de las piedras. ?l va a pagar el da?o que les hizo a mis hijas y que me hizo a m¨ª'. ?Me aferr¨¦ tanto a eso!¡±.

El ataque ocurri¨® en la casa de su madre en Ixtapaluca, en el Estado de M¨¦xico, donde hab¨ªa buscado refugio cuando lo dej¨®. Su primer amor, su expareja, la hab¨ªa golpeado antes. ¡°Entre m¨¢s iban pasando los a?os ¨¦l se volv¨ªa m¨¢s violento¡±. Lo hab¨ªa denunciado tres veces y no le prestaron mayor atenci¨®n. En una ocasi¨®n, le hundi¨® un cuchillo en el est¨®mago. Tambi¨¦n hab¨ªa secuestrado a sus hijas en dos oportunidades. Cuando vio que la decisi¨®n de Carmen de dejarlo era irrevocable, recurri¨® al ¨¢cido.

Han sido necesarias m¨¢s de 60 cirug¨ªas. Entre ellas, un trasplante de piel de su propio muslo para reconstruir el cuello. ¡°Yo perd¨ª la nariz, la boca, esto de hecho ¨Caqu¨ª donde est¨¢ esta cicatriz (se toca la quijada)¨C qued¨® pegado al hombro¡±. El da?o masivo y ocho meses de hospitalizaci¨®n no fueron suficientes para que las autoridades actuaran. Ser v¨ªctima de violencia extrema no garantiza medidas de protecci¨®n ni celeridad. ¡°Cuando sal¨ª del hospital pesaba 34 kilos¡±. Y el agresor estaba en libertad. Durante a?os Carmen vivi¨® con miedo, pero finalmente lograr¨ªa lo que se propuso el d¨ªa que vio a otra mujer en el espejo.

???

Todas han pasado por lo mismo, con distintos matices. Conocen en carne propia el dolor inenarrable del ¨¢cido sobre la piel, deshaciendo la dermis y la epidermis, m¨²sculos, p¨¢rpados, labios, huesos, nervios. ¡°No hay palabras¡±, dice Mar¨ªa, ¡°sientes que te est¨¢s muriendo en vida¡±. Lo sorprendente no es que se quiebren sino c¨®mo se levantan, c¨®mo se sobreponen. En mayor o menor grado, est¨¢n desfiguradas, aunque menos de lo que estaban antes del bistur¨ª, los trasplantes de piel y los tratamientos con parches de plata y l¨¢ser.

Y, sin embargo, no se esconden. Por el contrario. Mar¨ªa posa de frente a la c¨¢mara y gira con la naturalidad de una modelo. De pronto, se descubre los hombros y propone: ¡°Que se vea la cicatriz¡±. Ninguna pierde de vista su objetivo. Quieren que las veamos. Cada una a su manera: con cierta incomodidad, timidez o desenfado. Que las miremos bien, de frente, y sepamos que esto ha ocurrido y sigue ocurriendo en M¨¦xico. No son cosas que pasan nada m¨¢s en la India o Afganist¨¢n.

Pero, especialmente, quieren justicia. Exigen cambios legales para que se impongan condenas m¨¢s fuertes a este delito con fuertes tintes machistas. Los ataques con ¨¢cido suelen ser tipificados en el pa¨ªs como ¡°lesiones¡± o ¡°violencia Familiar¡±, con penas relativamente bajas, multas rid¨ªculas y enormes posibilidades de que los agresores queden en libertad.

¡°Hay desconocimiento de los casos porque es algo feo, hay un profundo rechazo a saber m¨¢s¡±, sostiene la psic¨®loga Yazm¨ªn Ram¨ªrez. ¡°Cuando publicas una noticia de cualquier tonter¨ªa recibe muchos likes; cuando publicas una noticia relacionada a los ataques con ¨¢cido no hay reacciones. A la gente no le gusta, la gente no quiere saber que eso pasa¡±.

Hablar del tema, ¡°es el primer paso para reconocer la problema?tica y determinar medidas para su prevencio?n¡±, se?ala Bel¨¦n Sanz, representante de ONU Mujeres en M¨¦xico, ¡°porque de acuerdo con la evidencia, esta conducta en la mayori?a de las ocasiones sucede en un contexto de violencia y discriminacio?n contra las mujeres¡±.

En todas ellas, hay una mezcla de vulnerabilidad y fortaleza conmovedora. En un mundo obsesionado con la belleza, estas v¨ªctimas dan la cara ante el vac¨ªo del Estado para denunciar el maltrato institucional y la negligencia con la que manejan sus casos. Se resisten a ser revictimizadas por la sociedad y por el sistema de administraci¨®n de justicia. No tendr¨ªan por qu¨¦ hacerlo si el Estado cumpliera con sus obligaciones. Pero se han visto obligadas, lo cual no deja de ser otro acto de violencia. La justicia mexicana no tiene prisa.

Se estima que m¨¢s de 90% de los ataques con ¨¢cido quedan en la impunidad. De los 43 casos de mujeres v¨ªctimas de este delito identificadas por la Fundaci¨®n Carmen S¨¢nchez (FCS), creada en 2021 por S¨¢nchez y la activista Ximena Canseco, s¨®lo hay cuatro agresores ¡°vinculados a proceso¡±. Los otros 40 duermen tranquilos.

¡°No hay informaci¨®n estad¨ªstica ni tampoco estudios diagn¨®sticos que permitan evidenciar la gravedad y la complejidad del problema, que lleva ocurriendo al menos tres d¨¦cadas¡±, advierte Ximena. ¡°Aunque los datos que manejamos no son cifras reales que permitan reflejar la magnitud, sirven para empezar a documentar de una forma rigurosa este tipo de delitos¡±. Las estad¨ªsticas oficiales son incompletas y divergentes.

Un organismo especializado como la Comisi¨®n Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (CONAVIM) informa de 908 casos de mujeres ¡°agredidas o amenazadas con causarles da?o con ¨¢cido o alg¨²n qu¨ªmico similar como gasolina o diesel¡± desde 2016. No se diferencia cu¨¢ntos fueron ataques y cu¨¢ntos amenazas. ¡°En lo que va del 2023, con corte al 13 de julio, se han registrado 109 casos¡±.

Ni Carmen S¨¢nchez ni Yazm¨ªn Hern¨¢ndez aparecen en las cifras de la Secretar¨ªa de Salud, que registra 126 ingresos por ¡°agresi¨®n con sustancias corrosivas¡± en los ¨²ltimos 13 a?os (data de Egresos Hospitalarios, obtenidos a trav¨¦s de la Plataforma Nacional de Transparencia): 79 hombres (63%) y 47 mujeres (37%), 13 de ellas menores de edad.

Esta proporci¨®n contradice la tendencia mundial. Las mujeres son el blanco de 80% de los 1.500 ataques que se registran anualmente en el mundo, seg¨²n la organizaci¨®n Acid Survivors Trust International (ASTI). La FCS registra lo mismo en M¨¦xico.

¡°Hay mucha cifra negra¡±, afirma Luc¨ªa N¨²?ez, abogada y miembro del Centro de Investigadoras de Estudios de G¨¦nero (CIEG) de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM). ¡°Para abordar cualquier pol¨ªtica p¨²blica se necesita conocer la dimensi¨®n del problema y para llegar ah¨ª, hay que tener una idea m¨¢s o menos cercana de cu¨¢l es la situaci¨®n¡±.

En La Letra Escarlata, del novelista Nathaniel Hawthorne, la protagonista, Hester Prynne, es condenada a llevar una A por ad¨²ltera. En el caso de las mujeres atacadas con ¨¢cido, su letra escarlata es la desfiguraci¨®n. El pecado: querer ser libres. ¡°Dentro del patriarcado, no es l¨®gico que las mujeres decidan emanciparse. Es un desacato ¡°, sostiene Canseco. ¡°M¨¢s de la mitad de los agresores han sido parejas y exparejas. El momento m¨¢s cr¨ªtico es cuando deciden plantear la ruptura y no tienen medidas de protecci¨®n por parte del Estado ni redes de apoyo¡±.

As¨ª sucedi¨® en los casos de Carmen y Elisa. Y, tal vez, en los de Mar¨ªa y Yazm¨ªn, aunque no directamente sino por encargo. Ellas no est¨¢n seguras, pero tampoco lo descartan. El novio de Mar¨ªa, raptada por tres personas encapuchadas, era sumamente celoso. Vivi¨® con ella despu¨¦s del ataque y tuvieron una hija. Al a?o se fue y nunca m¨¢s volvi¨®. El exmarido de Yazm¨ªn, agredida por una desconocida en la calle, la golpeaba y le hab¨ªa quitado al ni?o que tuvieron juntos. Las autoridades lo exoneraron porque no estaba en la ciudad. ?Fueron ellos? ?Una mujer celosa? Viven con esa duda.

Los pocos responsables que van a juicio y llegan a admitir el delito suelen argumentar que no ten¨ªan intenciones de matar. S¨®lo quer¨ªan hacer da?o, un da?o doloroso, profundo y permanente; marcarlas de por vida como un animal de su propiedad.

Adriana Reyes Flores, especialista en Psicolog¨ªa Cl¨ªnica y Legal, que realiz¨® el dictamen pericial en el juicio de Carmen S¨¢nchez, lo rebate. ¡°No mueren ciento por ciento de las v¨ªctimas, pero el riesgo s¨ª existe. Pueden morir si el ¨¢cido llega a la tr¨¢quea, al canal digestivo, al est¨®mago. Tambi¨¦n por sepsis: las quemaduras abiertas se infectan y eso puede hacer que haya una infecci¨®n generalizada en el organismo. Y en cada operaci¨®n a la que se someten, est¨¢ el riesgo de la anestesia¡±.

En abril de este a?o, Matilde Jim¨¦nez Medrano, de 30 a?os, falleci¨® un mes despu¨¦s de que su exmarido la agrediera con ¨¢cido en Bolivia.

Pero hay otras maneras de morir. ¡°Desde mi perspectiva, hay una muerte real. Cuando una mujer es atacada con ¨¢cido s¨ª existe una muerte de su identidad, de su manera de vida, de su plan de vida. A final de cuentas, lo que se busca es precisamente borrarla¡±, sostiene Carolina Hern¨¢ndez, abogada defensora de S¨¢nchez.

Muchas v¨ªctimas demandan que se tipifique este delito como ¡°intento de feminicidio¡±. Para Hern¨¢ndez, ¡°la principal reforma que debe haber es que sea reconocido como un delito trascendente. El Ministerio P¨²blico no sabe c¨®mo calificarlo y las penalidades por lesiones son mucho menores a una pena de homicidio o feminicidio. Este tipo de delito realmente deber¨ªa de ser clasificado como feminicidio en grado de tentativa o, en el peor de los casos, como homicidio en grado de tentativa¡±.

Hasta el momento, se han aprobado reformas o leyes para endurecer las condenas en 8 de los 32 Estados de M¨¦xico. La m¨¢s reciente en Puebla, donde en marzo se aprob¨® un cambio en el C¨®digo Penal, que los tipifica como ¡°tentativa de feminicidio¡±, con penas de 25 a 40 a?os de prisi¨®n.

¡°No se necesitar¨ªa un tipo penal espec¨ªfico si hubiera gente capacitada y sensibilizada para este tipo de ataques pero no hay¡±, advierte N¨²?ez. ¡°Parece que tenemos que hacerlos entender a punta de codigazos¡±.

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La violencia no se acaba despu¨¦s del ataque, s¨®lo cambia de rostro. Se transforma y se multiplica. Las historias de estas cuatro mujeres hablan de expedientes perdidos, investigaciones inexistentes, carpetas mal instruidas, ¨®rdenes de captura no ejecutadas, fiscales incompetentes y funcionarios inconmovibles. Para comenzar, a ninguna le notificaron lo b¨¢sico, que ten¨ªan derecho a un defensor p¨²blico. En ocasiones, las v¨ªctimas, y sus familias, se convierten en sus propios detectives, fiscales y abogadas.

A Yasm¨ªn Hern¨¢ndez la llamaron para hacer el retrato hablado de su agresora un a?o despu¨¦s de la denuncia. ¡°Yo ped¨ªa mucho que revisaran las c¨¢maras del sector, me dijeron que no se pod¨ªa. Dos de mis hermanas se movieron y pidieron los videos de casas, oficinas, y s¨ª se los dieron¡±.

El ataque a Elisa Xolalpa, amarrada antes de ser rociada con ¨¢cido, se calific¨® como ¡°lesiones¡±. Su expareja no fue arrestada; 18 a?os m¨¢s tarde volvi¨® a Xochimilco y comenz¨® a amenazarla. S¨®lo entonces lo detuvieron por ¡°violencia familiar¡±. Tras dos d¨¦cadas en un laberinto legal, Elisa consigui¨® reactivar la causa de 2001 como ¡°intento de homicidio¡±.

El expediente de Carmen S¨¢nchez estuvo extraviado por a?os. La orden de captura contra su expareja tard¨® siete a?os en ser ejecutada. La mayor parte de ese tiempo no hubo medidas de protecci¨®n para ella ni para sus dos hijas. En el caso de Mar¨ªa L¨®pez, ¡°la persona que estaba a cargo le pidi¨® dinero a mi pap¨¢ por cosas que se necesitar¨ªan para dar seguimiento. ?De d¨®nde iba a sacar el dinero si trabaj¨¢bamos d¨ªa con d¨ªa para poder salir adelante? El proceso qued¨® en el olvido¡±.

En esa galaxia de indiferencia, Carmen se convirti¨® en una suerte de astronauta. Logr¨® la haza?a de llegar a esa luna lejana que es la justicia para las v¨ªctimas de ataques con ¨¢cido en M¨¦xico. Despu¨¦s de m¨¢s de nueve a?os de lucha, el hombre que la desfigur¨® con abundante ¨¢cido marca Aderli fue condenado a 46,8 a?os de prisi¨®n por ¡°femicidio en grado de tentativa¡±.

Hab¨ªan pasado m¨¢s de tres mil d¨ªas desde el ataque. La hist¨®rica sentencia contra Efr¨¦n Garc¨ªa Ram¨ªrez, ratificada el 29 de agosto pasado en un tribunal de Texcoco, Estado de M¨¦xico, no tiene precedentes en el pa¨ªs. Ni en Am¨¦rica Latina. Efr¨¦n casi la mata. Pero no fue el ¨²nico que le hizo da?o.

En el camino, se violaron sus derechos de acceso a la justicia, ¡°en su modalidad de procuraci¨®n¡±, as¨ª como a una vida libre de violencia y se vulner¨® ¡°el inter¨¦s superior de la ni?ez¡± en agravio de sus dos hijas. As¨ª lo determin¨® la Comisi¨®n Nacional de Derechos Humanos (CNDH), en una medida a su favor en 2019. Doce fiscales incurrieron en ¡°responsabilidad en el desempe?o de su trabajo¡±.

El primero, encargado de tomar la declaraci¨®n al d¨ªa siguiente del ataque en el hospital, asent¨® en su informe que las lesiones de Carmen no pon¨ªan en peligro la vida cuando la nota m¨¦dica de ingreso precisaba: ¡°Pron¨®stico malo para la vida, la funci¨®n y la est¨¦tica¡±. Los fiscales minimizaron su caso. No uno o dos, doce. Esta cifra habla m¨¢s de un patr¨®n que de una excepci¨®n.

Carolina Hern¨¢ndez lo atribuye, en parte, a la saturaci¨®n del sistema y los bajos salarios. ¡°Hay ministerios p¨²blicos en las agencias especializadas de violencia de g¨¦nero, que atienden cada mes alrededor de 200 asuntos¡±. Luc¨ªa N¨²?ez asoma otro factor: el amiguismo en la selecci¨®n de jueces que no est¨¢n capacitados. ¡°Entonces no saben ni qu¨¦ es g¨¦nero¡±.

Carmen hab¨ªa acudido un a?o antes al organismo de una manera tan audaz que habla de su talante. Un d¨ªa abord¨® directamente al presidente de la CNDH, Luis Gonz¨¢lez P¨¦rez, cuando se dispon¨ªa a salir despu¨¦s de intervenir en un evento. ¡°Me par¨¦ enfrente, me quit¨¦ la mascada (pa?uelo) y los lentes oscuros con los que me tapaba la cara y le ped¨ª ayuda¡±. Le sorprendi¨® su reacci¨®n: ¡°?l me respondi¨®: ¡®?Me permite darle un abrazo?¡¯ Y me dijo que fuera a la comisi¨®n, que me iban a atender¡±.

Su defensora, Carolina Hern¨¢ndez, atribuye el final excepcional del juicio a ¡°la persistencia de Carmen y a la recomendaci¨®n de la Comisi¨®n. Sin eso, no hubi¨¦ramos llegado ni siquiera a la ejecuci¨®n de la orden de aprehensi¨®n¡±.

La CNDH aprob¨® despu¨¦s otra recomendaci¨®n en favor de Mar¨ªa Elena R¨ªos, atacada en Oaxaca, en 2019, por un exdiputado local que fue su pareja. En su caso, 17 funcionarios locales vulneraron sus derechos. Elisa Xolalpa tambi¨¦n logr¨® una medida de parte de la Comisi¨®n de Derechos Humanos de Ciudad de M¨¦xico. ¡°Acceder a la justicia y a la verdad es muy doloroso para nosotras como v¨ªctimas; y tambi¨¦n duele mucho la indiferencia de las autoridades, porque nosotras ya vamos muy vulneradas¡±.

?nicamente en otros dos casos, de los 43 registrados por la fundaci¨®n, ha habido sentencias. Una de 24 a?os por ¡°intento de homicidio¡± para el yerno de Martha ?vila, reducida a 8 a?os al declararse culpable; y otra por ¡°violencia familiar¡± para el agresor de una maestra en Puebla. ¡°La pena m¨¢xima por este delito son seis a?os y qued¨® libre con fianza porque era menos de tres a?os¡±, se?ala Ximena.

Mar¨ªa L¨®pez vivi¨® 34 a?os en el silencio. Durante ese tiempo supuso que no hab¨ªa m¨¢s v¨ªctimas de ataques con ¨¢cido en M¨¦xico. ¡°Yo pensaba que era la ¨²nica. Apenas me enter¨¦ el a?o pasado. Estaba viendo la televisi¨®n y sali¨® Esmeralda (Mill¨¢n, v¨ªctima de Puebla). Ella habl¨® de la Fundaci¨®n y fue como me di cuenta de que hab¨ªa otras personas¡±. Se puso en contacto v¨ªa Facebook y Ximena le respondi¨®.

¡°Desde ah¨ª cambiaron muchas cosas para m¨ª¡±. Conoci¨® a Carmen ¨C¡±la mujer par¡±, como dice la psic¨®loga Yazm¨ªn Ram¨ªrez¨C y a otras v¨ªctimas. ¡°Sab¨ªamos de lo que est¨¢bamos hablando; ha sido una comuni¨®n muy bonita. Me ha ayudado much¨ªsimo, me asignaron una psic¨®loga. Este tipo de agresiones te dejan en el encierro. No quieres salir, te se?alan. Me afectaban mucho las miradas imprudentes, pero sobre todo hab¨ªa a veces burlas. En los trabajos, no se diga¡±.

Carmen S¨¢nchez sostiene que no habr¨ªa logrado nada sin la solidaridad de otras personas. ¡°Yo sola no hubiera podido salir jam¨¢s, o sea, me hubiera muerto¡±. Eso la impuls¨® a crear la fundaci¨®n. ¡°Las redes de mujeres me salvaron a m¨ª. Me dije: ?por qu¨¦ no vamos a salvar a otra mujer?¡±. Su encuentro con Ximena Canseco, una historiadora de 25 a?os, fue fundamental. Enseguida, abandon¨® su trabajo en el Museo de la Tolerancia en Ciudad de M¨¦xico, y entre las dos crearon la organizaci¨®n.

La fundaci¨®n acompa?a actualmente a nueve v¨ªctimas con asesor¨ªa legal y m¨¦dica. No tienen recursos m¨¢s all¨¢ de algunas donaciones eventuales, pero han logrado atraer a especialistas que ayudan voluntariamente a las v¨ªctimas: abogadas, psic¨®logas, m¨¦dicos especialistas. La dermat¨®loga Isela M¨¦ndez, por ejemplo, atiende a 13 en su cl¨ªnica de Polanco. Son tratamientos necesarios y costosos que no cubre la medicina p¨²blica ni los seguros privados.

¡°La primera (v¨ªctima) lleg¨® en privado¡±, en 2018. Era una estudiante de 21 a?os, con recursos, que estuvo siete meses hospitalizada. Hab¨ªa sido atacada con una mezcla de siete ¨¢cidos. ¡°Ten¨ªa 80% por ciento de la superficie quemada¡±. M¨¦ndez se ofreci¨® a ayudar a otras. ?Por qu¨¦? ¡°No m¨¢s de verlas¡±.

Luc¨ªa N¨²?ez cuestiona la manera como el Estado se desentiende de estas mujeres. ¡°Muchas veces te dejan as¨ª. Te atendieron y ya, pero la v¨ªctima toda la vida va a estar en reconstrucciones y eso es oneroso. No hay una pol¨ªtica p¨²blica, no se est¨¢ poniendo el foco en este tipo de atenciones en el ¨¢mbito de la salud. Todo bien con que la sociedad civil participe, pero esta es una obligaci¨®n del Estado¡±.

Ximena insiste en que el ataque con ¨¢cido no es algo aislado. ¡°Tienen que verse como un continuo de violencia a lo largo de la vida de estas mujeres. Y, en un nivel macro, tienen que entenderse dentro del contexto de violencia generalizada contra las mujeres en M¨¦xico¡±.

Con el tiempo, algunas v¨ªctimas comprenden que soportaron los maltratos de sus compa?eros porque lo ve¨ªan como algo natural. ¡°Se me hizo muy f¨¢cil normalizar las violencias que yo empec¨¦ a vivir con Efr¨¦n porque yo ya las hab¨ªa vivido en mi familia¡±, reflexiona Carmen. Para Elisa tambi¨¦n era algo familiar: ¡°Yo la normalic¨¦ desde peque?a porque mi pap¨¢ fue un hombre agresivo conmigo. En su momento, quer¨ªa escapar de ese n¨²cleo de violencia y me fui a otro¡±.

M¨¢s de 35 millones de mexicanas mayores de 15 a?os (70,1% del total), han experimentado situaciones de violencia a lo largo de su vida, seg¨²n una encuesta del Instituto de Estad¨ªsticas, INEGI. Seis de cada 10 la han vivido en el ¨¢mbito familiar y cuatro de cada 10 ¨Ces decir, 20 millones¨C en relaciones de pareja.

¡°No me gusta tener que agarrar fuerzas para enfrentar esto, pero yo sigo y voy a seguir porque quiero que sepan qui¨¦n fue, qui¨¦n es, Elisa y qu¨¦ est¨¢ haciendo para cambiar ese sistema¡±.

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