?Puede el ecoturismo salvar al tibur¨®n ballena de la extinci¨®n?
La regi¨®n del Azul, en la Pen¨ªnsula mexicana de Yucat¨¢n, es uno de los lugares con el mayor n¨²mero de individuos de este escualo. Expertos piden mayor regulaci¨®n del sector tur¨ªstico para protegerlos
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El comienzo de la temporada de huracanes coincide con la llegada del pez m¨¢s grande del mundo a aguas del Caribe mexicano: el tibur¨®n ballena, una especie que se puede observar en todos los mares tropicales c¨¢lidos. Con un tama?o de hasta 18 metros, este escualo tan enorme como inofensivo constituye de mayo a septiembre un reclamo tur¨ªstico en los mares m¨¢s templados de M¨¦xico, donde el avistamiento y la posibilidad de nadar junto a este gigante supone una importante fuente de ingresos para las comunidades aleda?as al sitio de alimentaci¨®n de esta especie. Considerada en peligro de extinci¨®n desde 2016, en las ¨²ltimas d¨¦cadas las poblaciones de esta especie se han ido diezmando en m¨¢s del 50%.
Las actividades centradas en el avistamiento y nado con especies marinas se han convertido en las ¨²ltimas d¨¦cadas en una de las ofertas m¨¢s populares. Esta representa una forma de uso no extractivo para especies vulnerables. Como explica Emanuele Mimila, bi¨®logo marino y responsable de proyectos de Pronatura en la Pen¨ªnsula de Yucat¨¢n, una organizaci¨®n que cuenta con un programa en la regi¨®n para la conservaci¨®n del tibur¨®n ballena: ¡°El ecoturismo se ha convertido en una alternativa a la que muchos optan para protegerlo frente a la amenaza en la que se encuentra¡±.
Con distribuci¨®n tambi¨¦n en Baja California, los tiburones se presentan en constelaciones ¡ªcomo se conoce a la agregaci¨®n de ejemplares¡ª en Cabo Catoche, cerca de la Isla de Holbox, en la Pen¨ªnsula de Yucat¨¢n. All¨ª acuden en busca de alimento, explica la doctora Natal¨ª C¨¢rdenas, bi¨®loga que asesora en proyectos a la organizaci¨®n y quien lleva desde el 2005 estudiando a la especie. ¡°Su agrupamiento no responde a cuestiones sociales como lo hacen los mam¨ªferos marinos. No viajan en grupo ni tienen din¨¢micas marcadas por una estructura social, sino que lo hacen por la comida¡±, aclara.
Gracias a las marcas satelitales que se les ponen a algunos ejemplares, se sabe que, en sus viajes migratorios, estos peces gigantes se desplazan a lo largo y ancho del norte del Golfo de M¨¦xico. ¡°Algunos llegan hasta Florida, a las islas del Caribe. Los viajes m¨¢s largos registrados en el Oc¨¦ano Atl¨¢ntico los han detectado hasta en aguas de Brasil¡±, dice Mimila, uno de los autores de un estudio reci¨¦n publicado que monitorea su presencia en la zona desde 2005 para investigar el impacto del turismo en sus poblaciones. Como aclara el ambientalista, ¡°se trata de un animal que s¨®lo se puede estudiar bien cuando se acerca a zonas de actividad humana. En mar adentro, es dif¨ªcil hacer su seguimiento. Aunque en los ¨²ltimos a?os hemos aprendido mucho de ellos, como que pueden sumergirse hasta m¨¢s de los 2.000 metros de profundidad, todav¨ªa desconocemos mucho su biolog¨ªa y comportamiento¡±.
De acuerdo con las observaciones realizadas por el equipo de Pronatura en la Pen¨ªnsula de Yucat¨¢n, desde 2009 los tiburones ballena se agregan en la zona del norte del Caribe mexicano conocida como El Azul. Este es uno de los sitios m¨¢s importantes para el tibur¨®n ballena en el mundo, apunta C¨¢rdenas. Esta superficie, situada en la Reserva de la Biosfera Caribe M¨¦xico y categorizada como ?rea Natural Protegida desde 2016, se caracteriza por la opulencia de zooplancton debido a la presencia de densas masas de huevos de peces. ¡°Es un ¨¢rea de gran abundancia de alimento debido a surgencia de agua fr¨ªa y al desove de peces t¨²nidos como el bonito¡±, cuenta la bi¨®loga marina, que lleva casi una d¨¦cada estudiando el comportamiento de este tibur¨®n. En 2009, en el Azul se empezaron a observar constelaciones conformadas por muchos ejemplares. Pero, desde 2016 a 2020, el n¨²mero de tiburones fue oscilante. ¡°En 2021, el declive fue constante y dr¨¢stico. Los ¨²ltimos tres a?os han sido los peores¡±, lamenta.
En las ¨²ltimas d¨¦cadas no s¨®lo ha cambiado la din¨¢mica de la especie, sino el turismo asociado a ella. Como explica Mimila, ¡°toda la actividad ligada al tibur¨®n ballena creci¨® r¨¢pidamente. De 20 prestadores de servicios dedicados a su avistamiento y nado, se pas¨® a centenares de ellos¡±. A pesar de los diversos beneficios que arroja la actividad en la regi¨®n y de su potencial como estrategia de conservaci¨®n, el impacto que pudieran tener las actividades humanas en la din¨¢mica poblacional de la especie a largo plazo se desconoce. ¡°Muchas actividades se venden como ecoturismo y no lo son. En M¨¦xico, el turismo irresponsable y no controlado podr¨ªa estar perturbando su ecolog¨ªa¡±, matiza el ambientalista.
Entre las grandes amenazas que enfrenta el tibur¨®n ballena en el mundo destaca su captura, una pesca motivada por sus aletas, apreciadas en el mercado asi¨¢tico. Otros peligros son las redes de pesca donde quedan enmallados y la colisi¨®n con embarcaciones, ataques letales para tantas especies de fauna marina en su mayor¨ªa por buques de carga y petroleros.
Aunque en El Azul no se han contabilizado este tipo de muertes, un estudio cient¨ªfico publicado este a?o evidenci¨® c¨®mo el aumento del tr¨¢fico marino representaba un peligro para el animal. ¡°Hasta el 30% de los animales detectados en la zona presentaba alg¨²n tipo de lesi¨®n por colisi¨®n. En el Azul reportan alrededor de 56 barcos mensuales grandes, cargueros que pasan por aqu¨ª y que representan un peligro bastante importante¡±, asegura C¨¢rdenas, para quien la amenaza m¨¢s grave del tibur¨®n ballena es, sin duda, el cambio clim¨¢tico, que impacta en las corrientes marinas y, como consecuencia, en la producci¨®n de alimento. De acuerdo con su estudio, la comida en el norte del Caribe ha estado disminuyendo. ¡°El a?o pasado se batieron r¨¦cords en altas temperaturas y posiblemente este tambi¨¦n lo haremos. 2021, 2022 y 2023 han sido a?os muy preocupantes en cuanto a abundancia de comida para el tibur¨®n ballena¡±, concluye C¨¢rdenas. El zooplancton, del que se alimentan tantos animales marinos, se mueve dictaminado por las corrientes, en las que influye de forma directa la temperatura. ¡°Peces de gran importancia, como el bonito, desovan cuando encuentran temperaturas agradables. Si estas cambian pueden migrar a otros lugares¡±, apunta la experta.
Si bien en algunas regiones el ecoturismo ha resultado una herramienta de conservaci¨®n, aquel que se hace de forma descontrolada puede provocar el efecto contrario. ¡°Se ha observado que los tiburones ballena dejan de alimentarse, bucear o realizar bancos en consecuencia a acciones derivadas de actividades tur¨ªsticas¡±, apunta Mimila. En el Caribe mexicano, la demanda de la actividad tur¨ªstica alent¨® a que se dieran m¨¢s de 300 permisos. Por suerte, ¨¦stos se redujeron con la llegada de la Comisi¨®n Nacional de ?reas Naturales Protegidas (Conanp), que introdujo muchas restricciones, como en la seguridad de las embarcaciones o la obligatoriedad de capacitaciones adecuadas¡±, se?ala.
A d¨ªa de hoy se siguen recibiendo hasta 600 solicitudes para poder trabajar con la especie, pero s¨®lo se han otorgado 240. Una mejora en la regulaci¨®n y control de una actividad que, seg¨²n el bi¨®logo de Pronatura, ¡°requiere de m¨¢s estudios a largo plazo para conocer el impacto real de estas actividades¡±. Su investigaci¨®n constituye un primer paso para entender mejor las din¨¢micas de los tiburones ballena que en temporada llegan al Caribe mexicano, y poder ajustar la regulaci¨®n de las zonas de uso tur¨ªstico.
¡°El objetivo es aprovechar estos datos para el dise?o de estrategias de manejo apropiadas para reducir el impacto del turismo de tibur¨®n ballena en el Azul, considerado un hotspot para esta especie en peligro de extinci¨®n¡±, sostiene. En su opini¨®n, a pesar de existir una estrategia de conservaci¨®n en la que est¨¢n implicados tanto los encargados de las ¨¢reas protegidas como agentes de servicios y empresarios, ¡°no siempre hay los recursos suficientes, ni econ¨®micos ni humanos¡±.
Por eso, defiende, ¡°se deber¨ªan hacer mayores esfuerzos en la capacitaci¨®n y ofertas de estas actividades con el fin de mejorar la formaci¨®n adecuada en todo el sector de turismo que aprovecha esta especie. Es necesario que aumente la vigilancia de las autoridades y crear m¨¢s conciencia de que nuestras acciones como visitantes pueden tener un cambio negativo en sus poblaciones¡±. Como advierte, pueden pasar hasta 50 a?os hasta que veamos estos efectos. ¡°Y, quiz¨¢s, ya sea demasiado tarde. Por eso buscamos unir lazos con quienes trabajamos vinculados a esta especie. Al final, todos queremos lo mismo: observar tiburones ballena sanos y que no descienda su poblaci¨®n. Que cada a?o lleguen muchos a las costas del Caribe¡±.
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