La Cuarta Transformaci¨®n: la colonia donde todo cambia para que siga igual
El municipio del Estado de M¨¦xico modifica el callejero de un barrio pobre para ensalzar las pol¨ªticas del expresidente L¨®pez Obrador mientras sus vecinos aguardan las mejoras
Los vecinos de la colonia El Paraje, en el pueblo mexicano de Tultitl¨¢n, llevan d¨¦cadas pidiendo a las autoridades municipales que les asfalten las calles, que saneen las aguas, que adecenten el cerro en el que los m¨¢s pobres fueron encaramando fe¨²chas viviendas de bloques grises. Desde los a?os noventa han pasado alcaldes de varias siglas y nada, pero este a?o, la nueva presidenta municipal, Ana Castro, ha decidido que la prioridad no es el cemento, ni el alumbrado, sino cambiar el nombre de las calles para ensalzar las pol¨ªticas que su partido, Morena, puso en marcha en el anterior sexenio, bajo las ¨®rdenes del presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador. Y hete aqu¨ª que la que antes se llamaba Pirules hoy es Soberan¨ªa Energ¨¦tica; un paraje sin encementar, con los cables colgando por cualquier lado, cacas de perro y carteles electorales lo han denominado Mejoramiento Urbano; la empinada cuesta por la que baja un infecto arroyuelo de aguas negras se ha rebautizado como Fertilizantes para el Bienestar; y la que desemboca en Internet para Todos m¨¢s que calle es un pasaje de barro. La propia colonia ha pasado a llamarse Cuarta Transformaci¨®n, en homenaje al movimiento del presidente L¨®pez Obrador. Pero all¨ª nada se ha transformado y el mejoramiento urbano es un chiste de mal gusto. Unos j¨®venes r¨ªen la ocurrencia municipal: ¡°?Qu¨¦ vamos a decir? Somos mexicanos, lo aguantamos todo¡±, se carcajea Alan Meneses, sube a hombros un pesado cilindro de gas y enfila la cuesta abajo.
Coches destartalados que dios sabr¨¢ c¨®mo funcionan, piedras en las aceras, vidrios rotos, botellas de refrescos por cualquier parte, pl¨¢sticos, restos de obras para azolvar el barro, tejados incompletos donde ladran los perros, decenas de perros, humildes tienditas y algunas casas pintadas de colores con macetas donde los vecinos reciben la Navidad con adornos festivos. ¡°Hace ya cuatro d¨¦cadas que llegu¨¦ aqu¨ª y esto era un cerro puro¡±, rememora Alejandro Tapia, de 53 a?os, pala en mano. Entonces los solares costaban unos 30.000 pesos (unos 1.400 d¨®lares al cambio actual) y el que pod¨ªa se hac¨ªa con uno y levantaba su casa, a cambio de una constancia ejidal de compraventa, como mucho. Los tr¨¢mites se mov¨ªan en un fango alegal que hoy le sirve a la alcaldesa para decir que la mayor¨ªa de las viviendas no est¨¢n escrituradas, de modo que nadie tendr¨¢ que pagar nada por modificar los papeles. Pero a algunos vecinos no les convence: ¡°?Cu¨¢nto me va a costar el notario para cambiar la direcci¨®n del predio?¡±, se pregunta C¨¦sar. ¡°Porque si lo pagan ellos¡ porque esto no ha sido m¨¢s que un capricho¡±, critica. Alejandro asiente y menciona la calle principal de la zona, que lleva el nombre de un antiguo presidente del PRI, L¨®pez Portillo. ¡°Esa s¨ª que nos gustar¨ªa que le cambiaran el nombre¡±.
La pol¨¦mica ha sido chistosa. Con un fondo de color guinda, el del partido gobernante, las placas del nuevo callejero homenajean las m¨¢s renombradas medidas que implant¨® el presidente L¨®pez Obrador: Becas Benito Ju¨¢rez, Sembrando Vida, Plan de Justicia Yaqui, Aeropuerto Felipe ?ngeles, Justicia en Pasta de Conchos, Madres Trabajadoras, Canasta Alimentaria, Tianguis de Bienestar, Revoluci¨®n de las Conciencias, J¨®venes Construyendo Futuro¡ Precisamente, el anterior mandatario no quer¨ªa que su nombre ni su figura aparecieran por ninguna parte, no le gustaban, dec¨ªa, los cultos a la personalidad. Pero en Tultitl¨¢n, el ardor por encumbrar al jefe ha llegado a tal extremo que algunas calles se bautizaron con frases recurrentes de presidente, como Me canso ganso, que los vecinos dicen que ya ha sido retirada, no se sabe si porque la broma sobrepasaba lo comprensible o porque inclu¨ªa una falta de ortograf¨ªa. ¡°Hab¨ªa otra que dec¨ªa: Ac¨²salo con tu mam¨¢ y Abrazos, no balazos¡±, asegura C¨¦sar. Ya no est¨¢n y qui¨¦n sabe si alguna vez estuvieron o es parte de la leyenda jocosa que quedar¨¢ de todo esto. El esc¨¢ndalo ha sido tal en los medios de comunicaci¨®n que bien podr¨ªa recordarse otra frase del presidente: ¡°Tengan, para que aprendan¡±.
El callejero mexicano ensalza en todo el pa¨ªs a los antiguos presidentes, la mayor¨ªa priistas. Tanto se repiten los nombres de Porfirio D¨ªaz, Venustiano Carranza, El¨ªas Calles, ?vila Camacho, L¨®pez Portillo, L¨®pez Mateos, Miguel Alem¨¢n o D¨ªaz Ordaz, que en una sola ciudad deben distinguirse las colonias para saber de qu¨¦ calle se trata. En la colonia Cuarta Transformaci¨®n, donde ahora ¡°se pierden las ambulancias¡±, las calles no estaban ni puestas. Los vecinos tienen pintadas sobre las paredes para orientar al cartero o algunos precarios carteles con el nombre de la familia y del lugar. El Estado Mexicano, al que pertenece Tultitl¨¢n, siempre fue un feudo priista donde organizaciones ciudadanas hac¨ªan el juego al partido en el poder. Invad¨ªan unas tierras ejidales y dejaban a los vecinos levantar sus barrios. Despu¨¦s pagaban lo que fuera al propietario expropiado y a los vecinos reci¨¦n instalados les ped¨ªan, a cambio, un voto que fue cautivo durante d¨¦cadas. Aquellas cosas del viejo PRI. El nuevo callejero de Tultitl¨¢n recuerda los resabios del partido que se enquist¨® durante 70 a?os en M¨¦xico bajo una dictadura perfecta.
La colonia Renovaci¨®n, una de las m¨¢s pobres de la Ciudad de M¨¦xico, cambiaba de nombre con cada nuevo presidente. Luis Echeverr¨ªa la bautiz¨® como colonia Arriba y adelante, su eslogan pol¨ªtico. Posteriormente, L¨®pez Portillo lo cambi¨® por La soluci¨®n somos todos. Y Miguel de la Madrid le dio el nombre de Renovaci¨®n moral. As¨ª sigue, pero los vecinos le dicen La Reno, es el mismo barrio de recogida y procesado de basuras que fue siempre, a cargo de un adinerado cacique del PRI, Cuauht¨¦moc Guti¨¦rrez de la Torre, que hoy est¨¢ en la c¨¢rcel por trata de mujeres. Pero siempre hubo pol¨ªticos paseando por all¨ª en busca de miles de votos.
De nuevo en Tultitl¨¢n, una mujer baja por la calle Jacarandas: ¡°Ahora no s¨¦ c¨®mo se llama¡±, afirma, malhumorada por la presencia de los periodistas, a quienes dir¨¢ que solo tiene palabras de agradecimiento ¡°con la licenciada, que ha ayudado a mejorar la colonia¡±, y sale disparada sin mirar atr¨¢s. Otro vecino, Alfredo Z¨²?iga, est¨¢ a la puerta de su casa con una ni?ita que revolotea por all¨ª en pijama, ya de vacaciones. Se queja del abandono: ¡°Desde que llegamos aqu¨ª los colonos pedimos asfalto, el drenaje del agua lo pusimos nosotros y tenemos una toma para 20 personas. Vienen en elecciones, prometen y prometen y luego no regresan. Solo pusieron la luz, porque les conviene que la paguemos¡±, afirma.
La nueva alcaldesa, Ana Castro, se ha defendido del disparate diciendo que m¨¢s vergonzoso es tener una calle que se llame D¨ªaz Ordaz, el presidente se?alado por las matanzas de estudiantes de los sesenta. Puede, pero la verg¨¹enza, como se oye tanto estos d¨ªas, a veces cambia de bando. La pobreza y la inseguridad son patentes en el barrio que ahora luce flamantes placas de color guinda. No hay un vecino al que no le hayan robado un coche y en la colonia adyacente las propias calles est¨¢n valladas para cerrarlas a cal y canto por las noches. No hay casas sin rejas. ¡°?Y en qu¨¦ colonia no hay violencia?¡±, dir¨¢n Alan Meneses y Giovanni Gonz¨¢lez, antes de levantar los cilindros de gas todav¨ªa entre risas por la ocurrencia municipal. Pero la prioridad ha sido cambiar de nombre el estado de las cosas. Cambiar para que todo siga igual.
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