De narcos a terroristas: Trump impone a M¨¦xico un nuevo paradigma en la guerra contra las drogas
EE UU aumenta la presi¨®n sobre sus vecinos con un decreto que estrecha el cerco sobre el crimen organizado, pero supone riesgos a la soberan¨ªa mexicana y compromete otras ¨¢reas de la relaci¨®n bilateral
¡°No tengo mayor responsabilidad que defender a nuestro pa¨ªs de amenazas e invasiones, y eso es exactamente lo que voy a hacer. Lo haremos a un nivel que nadie ha visto antes¡±. As¨ª anunci¨® Donald Trump en su discurso de toma de posesi¨®n una avalancha de decretos frente a la crisis migratoria y el combate al crimen organizado. Tras meses de advertencias, el republicano concret¨® sus amenazas contra M¨¦xico con una bater¨ªa de medidas de mano dura, pero con pocas sorpresas. ¡°Esto ya ocurri¨®, no es algo nuevo¡±, afirm¨® la presidenta, Claudia Sheinbaum, al rese?ar las acciones de la Casa Blanca contra la inmigraci¨®n. Hab¨ªa, sin embargo, una excepci¨®n notable: la designaci¨®n de los carteles como organizaciones terroristas. El cambio anticipa una nueva era en la guerra contra las drogas. Pone en manos de Trump un poder sin precedentes, mayor discrecionalidad y m¨¢s armas para presionar a las autoridades mexicanas, en vilo por los riesgos a su soberan¨ªa y el impacto en todas las ¨¢reas cr¨ªticas de la relaci¨®n bilateral.
¡°Estamos ante un cambio de paradigma¡±, afirma V¨ªctor Hern¨¢ndez, acad¨¦mico del Instituto Tecnol¨®gico de Monterrey. ¡°Est¨¢ cambiando para siempre la relaci¨®n entre M¨¦xico y Estados Unidos¡±, asegura. Al sur de la frontera, la principal preocupaci¨®n es que la designaci¨®n de los carteles como terroristas abre la puerta a una intervenci¨®n militar en territorio mexicano, bajo la excusa del combate al terrorismo.
No hay un consenso claro sobre el alcance de la amenaza y el car¨¢cter impredecible de Trump abona a la incertidumbre. La baraja de posibilidades que divide a pol¨ªticos y especialistas va desde operaciones para capturar a los capos sin avisar a las autoridades mexicanas hasta una ¡°invasi¨®n suave¡±. ¡°Podr¨ªa pasar, cosas m¨¢s extra?as han pasado¡±, dijo el republicano sobre la posibilidad de una acci¨®n del Ej¨¦rcito estadounidense. No es s¨®lo una nueva caja de herramientas, es una nueva caja de herramientas en manos de Trump y con efectos que pueden prolongarse mucho m¨¢s all¨¢ de su presidencia.
¡°No le va a gustar a M¨¦xico¡±, deliz¨® el republicano tras firmar el decreto. El tono de las declaraciones tambi¨¦n ha detonado un debate sobre si ser¨¢ s¨®lo un arma de negociaci¨®n, parte del repertorio de bravuconer¨ªas del republicano, o si el peligro es real. Marco Rubio, el pr¨®ximo jefe de la diplomacia estadounidense, asegur¨® la semana pasada que la intervenci¨®n militar era una ¡°opci¨®n¡± sobre la mesa del presidente, pero matiz¨® que lo ideal era fortalecer la cooperaci¨®n entre ambos pa¨ªses.
Las implicaciones van m¨¢s all¨¢ de la ¡°invasi¨®n¡±. El decreto da nuevas herramientas a la Administraci¨®n de Trump para estrechar el cerco sobre los grupos criminales, sobre todo para debilitar sus estructuras financieras. La orden ejecutiva se sostiene sobre otras medidas, entre ellas las que utiliz¨® George W. Bush para lanzar ¡°la guerra contra el terror¡± despu¨¦s del 11 de septiembre, que dan ¡°m¨¢s dientes¡± a las agencias estadounidenses para seguir el rastro del dinero y sancionar a quienes patrocinan a c¨¦lulas terroristas. La primera consecuencia de la designaci¨®n es la congelaci¨®n de los activos de los carteles y su bloqueo del sistema bancario internacional, pero el mecanismo detona todo un aparato de medidas militares y judiciales.
En el papel, el golpe a las estructuras econ¨®micas y los esquemas contra el lavado de dinero es el efecto m¨¢s positivo del cambio que impulsa Trump. Pero no est¨¢ exento de problemas. Cualquier persona que trate, a sabiendas o no, con un narcotraficante puede ser acusada de v¨ªnculos con el terrorismo. Eso mete en la misma bolsa a instituciones financieras y fabricantes de armas, pero tambi¨¦n a comerciantes obligados al pago de extorsiones o inmigrantes que paguen a un traficante para cruzar la frontera.
¡°Es una legislaci¨®n mucho m¨¢s agresiva, la lucha antinarc¨®ticos est¨¢ en la ¨®rbita de la seguridad p¨²blica, mientras que el combate contra el terrorismo es un asunto de seguridad nacional¡±, advierte Hern¨¢ndez. Las zonas grises entre los negocios legales e ilegales del narcotr¨¢fico dificultan su aplicaci¨®n y, aunque Administraciones dem¨®cratas y republicanas tantearon la idea durante la ¨²ltima d¨¦cada, esas complicaciones y las dudas sobre su efectividad acabaron por disuadirlos.
Detenciones arbitrarias
El decreto da pie a detenciones arbitrarias bajo penas m¨¢s severas y contra los eslabones m¨¢s d¨¦biles de la cadena criminal. Hern¨¢ndez se?ala que el nuevo marco puede llevar a la captura de, por ejemplo, un trabajador sin papeles presionado para blanquear dinero del narco a trav¨¦s del env¨ªo de remesas ¨Dun fen¨®meno ampliamente documentado¨D, pero arrojar pocas luces sobre qui¨¦nes realmente mueven los hilos. ¡°Va a meter a mucha gente en la c¨¢rcel, pero dudo que realmente se avance en las labores de inteligencia¡±, apunta.
Otro aspecto problem¨¢tico es qu¨¦ es terrorismo y qu¨¦ no lo es. La interpretaci¨®n ser¨¢ exclusiva de Estados Unidos. ¡°La designaci¨®n de actores terroristas no est¨¢ necesariamente vinculada al terrorismo en s¨ª, obedece a las agendas y metas de las distintas Administraciones¡±, se?ala Mauricio Meschoulam, investigador de la Universidad Iberoamericana. Para Trump, los hut¨ªes de Yemen son terroristas, pero para Joe Biden no lo fueron. Ahora, la atenci¨®n est¨¢ en los carteles y en pandillas como la Mara Salvatrucha.
Meschoulam, que ha estudiado el fen¨®meno durante m¨¢s de una d¨¦cada, comenta que la lucha antiterrorista ampl¨ªa los m¨¢rgenes de discrecionalidad de las agencias estadounidenses y reduce la carga de prueba para actuar, bajo el argumento de que la prevenci¨®n es crucial y de que cuando sucede un ataque terrorista ya es demasiado tarde. ¡°Basta con una sospecha plausible de que alguien est¨¢ pensando o planeando un atentado para espiar, intervenir sus tel¨¦fonos o sus casas¡±, comenta el acad¨¦mico. En los 10 a?os que siguieron a los atentados de 2001, las sentencias por terrorismo en Estados Unidos aumentaron ocho veces en comparaci¨®n con la d¨¦cada anterior, seg¨²n un estudio de la cadena NBC, al tiempo que Human Rights Watch document¨® decenas de casos con irregularidades.
El decreto tambi¨¦n marca un punto de inflexi¨®n en el discurso contra las drogas y la crisis migratoria. Trump acusa a los carteles de infundir el ¡°terror¡± a trav¨¦s de asesinatos y violaciones, pero tambi¨¦n al ¡°invadir¡± su pa¨ªs con sustancias e inmigrantes y socavar a las autoridades mexicanas. ¡°En algunas zonas de M¨¦xico funcionan como entidades cuasigubernamentales, que controlan casi todos los aspectos de la sociedad¡±, acusa en el texto.
Trump no habla de la epidemia de narc¨®ticos ni de las v¨ªctimas del narco en todo el decreto, pero s¨ª menciona el ¡°terror¡± en una decena de ocasiones y la vulneraci¨®n de sus intereses nacionales. Es una nueva guerra, que justifica otro tipo de medidas. ¡°Es una doble militarizaci¨®n¡±, afirma Hern¨¢ndez: una de la frontera y otra contra el tr¨¢fico de drogas. El Pent¨¢gono, con un presupuesto anual de m¨¢s de 824.000 millones de d¨®lares, ocupar¨¢ un papel mucho m¨¢s preponderante en este nuevo paradigma. Esta semana se anunci¨® el despliegue de 1.500 soldados estadounidenses en la frontera.
El decreto contra los carteles es solo el comienzo. El texto establece un plazo de 14 d¨ªas para que Rubio formule una recomendaci¨®n sobre qu¨¦ grupos ser¨¢n nombrados como terroristas, el primer paso para colocar al Cartel de Sinaloa y al Cartel Jalisco Nueva Generaci¨®n al nivel de ISIS o los talibanes. El secretario de Estado debe entregar un informe de inteligencia y notificar al Congreso, controlado por los republicanos, que tiene siete d¨ªas para revisar la solicitud. Las leyes dan otros 30 d¨ªas para que las organizaciones recurran la decisi¨®n, lo que es poco probable porque los capos no suelen presentarse p¨²blicamente como l¨ªderes de sus organizaciones. ¡°Va a tomar tiempo, aunque el proceso avanzar¨¢ con velocidad¡±, rese?a Meschoulam. ¡°Pero Trump ya gener¨® los efectos pol¨ªticos que buscaba, proyecta que est¨¢ haciendo algo y la conversaci¨®n gira en torno a ¨¦l¡±.
Tambi¨¦n fortalece su posici¨®n frente a M¨¦xico. Antes de sentarse a negociar el futuro de la cooperaci¨®n en Seguridad, ya ha desvelado una serie de advertencias sobre sus vecinos. ¡°Cuando todo est¨¢ sobre la mesa no se puede descartar nada¡±, se?ala Meschoulam. El mensaje, seg¨²n el especialista, es que el Gobierno de Sheinbaum puede aceptar el diagn¨®stico y alinearse o atenerse a las consecuencias.
La presidenta ha evitado hablar de una intervenci¨®n militar, pero ha insistido en su inter¨¦s de mantener la colaboraci¨®n, mientras no se vulnere la soberan¨ªa mexicana. Con desacuerdos evidentes, la negociaci¨®n se dar¨¢, adem¨¢s, mientras otras ¨¢reas de la relaci¨®n est¨¢n bajo asedio, en medio de amenazas de una guerra arancelaria y deportaciones masivas, y ante la posibilidad de una radicalizaci¨®n del crimen organizado en represalia.
Pese a tener ¨ªndices de aprobaci¨®n por encima del 70% en las encuestas, la crisis de violencia ha sido uno de los puntos m¨¢s cuestionados del Gobierno de Sheinbaum, que arranc¨® en octubre. El regreso del republicano provoc¨® una reacci¨®n mayoritaria de unidad nacional, aunque la designaci¨®n de los carteles ha sido abrazada por algunos sectores de la oposici¨®n, entre nociones de que se necesita un cambio en la estrategia de seguridad e intentos de sacar raja pol¨ªtica. ¡°El PRI no negocia con criminales ni con terroristas¡±, se le¨ªa en una publicidad del partido opositor. Es una apuesta que les ha acarreado cr¨ªticas, pero tambi¨¦n una muestra de la omnipresencia pol¨ªtica de Trump.
¡°Nosotros creemos que no ayuda¡±, sostuvo Sheinbaum, que comision¨® a un equipo de especialistas el an¨¢lisis de las implicaciones. Con antecedentes como Siria, Iraq y Afganist¨¢n, los especialistas tambi¨¦n dudan sobre la efectividad en el terreno del nuevo paradigma, un giro tras cinco d¨¦cadas de lucha contra el narcotr¨¢fico. ¡°El combate contra el terror y contra las drogas es una guerra contra ideas, contra un mercado, y nunca en la historia de la humanidad hemos logrado destruir ni una idea ni un mercado¡±, concluye Hern¨¢ndez.