Yucat¨¢n se escribe con nombres de mujeres
La pen¨ªnsula caribe?a est¨¢ considerada cuna del movimiento feminista mexicano porque all¨ª prendi¨® la mecha de la visibilidad y la conquista de derechos de igualdad


La primera Conferencia Mundial de la Mujer auspiciada por Naciones Unidas se celebr¨® en M¨¦xico en 1975. Ha pasado medio siglo y ha llovido mucho. Este pa¨ªs ha sentado por primera vez a una mujer en la silla presidencial hace apenas unos meses, seguramente el mayor logro para la visibilidad de la causa conseguido desde entonces. Pero M¨¦xico ya ten¨ªa antecedentes poderosos en feminismo que obligan a viajar por su mapa hasta la pen¨ªnsula caribe?a que lo remata en el sur, Yucat¨¢n, donde ya se hab¨ªan reunido las mujeres en un par de congresos convocados en 1916, en plena revoluci¨®n de todas las conciencias. Las primeras en la lucha, a finales del siglo XIX, Rita Cetina, Gertrudis Tenorio, Cristina Farf¨¢n, eran maestras ilustradas, liberales bien formadas de familias mas¨®nicas. Sus alumnas Consuelo Zavala y Dominga Pastrana florecieron aquellas semillas. Despu¨¦s llegar¨ªan Elvia Carrillo Puerto, Susana Betancourt, Rosa Torres, Raquel Dzib o Beatriz Peniche, avanzadilla de un movimiento que se transmiti¨® con las primeras revistas escritas por manos femeninas en las que se inclu¨ªan los m¨¢s perentorios reclamos en la agenda de las mujeres. All¨ª se iniciaron los comit¨¦s de mujeres campesinas y las primeras ligas feministas que se extendieron por toda la Rep¨²blica. La mecha que prendi¨® en aquellas tierras le ha ganado un lugar en la historia y un t¨ªtulo que hoy se repite: Yucat¨¢n, cuna del feminismo mexicano. Bien est¨¢ recordarlo un d¨ªa como hoy.

De todos aquellos acontecimientos sabe como nadie Georgina Rosado, 33 a?os de acad¨¦mica en la Universidad Aut¨®noma de Yucat¨¢n (UADY), especializada en investigaci¨®n sobre la mujer y la perspectiva de g¨¦nero. Hoy jubilada, sus lecciones al respecto son iluminadoras. ?Por qu¨¦ Yucat¨¢n? ¡°A la pen¨ªnsula siempre se la consider¨® aislada, pero no era as¨ª, siempre mir¨® al norte, a Estados Unidos, y a Europa. Las grandes haciendas del az¨²car y el henequ¨¦n produjeron tambi¨¦n una ¨¦lite ilustrada que viajaban mucho por esos pa¨ªses y trajeron aquellas corrientes de pensamiento, racionalista, liberal y feminista¡±, explica Rosado. Al mismo tiempo, la esclavitud a que eran sometidos los trabajadores en esas haciendas dio como resultado una reacci¨®n cr¨ªtica: el hombre estaba sojuzgado por el capital, las mujeres, por el capital y por sus maridos. Influidas por la Revoluci¨®n mexicana y el zapatismo, revistas de mujeres como Tierra alumbraban una primera lecci¨®n: ¡°Si no se resolv¨ªan los problemas de la clase obrera, no se resolver¨ªan los de las mujeres¡±, dice la acad¨¦mica. Las primeras en la lucha, a finales del siglo XIX, eran mujeres liberales bien formadas, de familias masonas, que arrastraron la mala fama de no querer el sufragio femenino, ¡°pero no es cierto, ellas defend¨ªan que para llegar al mundo de la pol¨ªtica las mujeres deb¨ªan ilustrarse primero, y defend¨ªan una educaci¨®n laica, de hecho, ped¨ªan la prohibici¨®n de la educaci¨®n religiosa y la entrada a los templos de los menores de 18 a?os. Las mujeres deber¨ªan tener acceso a todas las carreras acad¨¦micas¡±, explica Rosado.
Rita Cetina, que hoy da nombre a una de las becas estudiantiles en M¨¦xico, fue la maestra de aquellas que organizaron el primer congreso de los dos que se celebraron en 1916 en Yucat¨¢n. Entonces no se aprob¨® el voto femenino, raz¨®n por la cual se organiz¨® el segundo en el que se pidi¨® el sufragio al menos en el ¨¢mbito municipal, que luego se aprobar¨ªa legalmente, aunque no se llev¨® a la pr¨¢ctica. Las mujeres solo pudieron votar en M¨¦xico en 1953. ¡°Pero fue un congreso extraordinario¡±, dice la antrop¨®loga.

El siguiente bloque feminista ser¨¢ ya de corte socialista y con una mujer muy protagonista, Elvia Carrillo Puerto, hermana Felipe, el aperturista gobernador yucateco asesinado en M¨¦rida en 1924 entre malquerencias pol¨ªticas. Elvia tambi¨¦n tuvo que salir de la pen¨ªnsula, pero nunca dej¨® su impulso feminista, que traslad¨® a otras partes del pa¨ªs, siempre defendi¨¦ndose de acechantes homicidios contra ella. Hacia 1912, Elvia Carrillo Puerto andaba creando los comit¨¦s de mujeres campesinas, y en 1922, la Liga Rita Cetina y el impulso de revistas de corte obrero y feminista. La agenda de las mujeres se imbricaba con las pol¨ªticas socialistas de la ¨¦poca en la reivindicaci¨®n de derechos laborales, igualdad en los sueldos. ¡°Estaban atentando contra la c¨¦lula b¨¢sica del capitalismo, la familia, porque ellas reclamaron el amor libre y un divorcio que solo necesitara un argumento: ya no te amo; ped¨ªan tambi¨¦n libertades sexuales y control de la natalidad. Todo eso en 1922. Hasta las gringas se asustaban ante tama?a osad¨ªa¡±, se r¨ªe al tel¨¦fono la profesora Rosado. Yucat¨¢n, como se ha dicho, se hab¨ªa ganado un t¨ªtulo para la historia del feminismo.
Como corresponde a toda lucha feminista, la piedra de S¨ªsifo volvi¨® al suelo y Carrillo Puerto tuvo que exiliarse. ¡°En San Luis Potos¨ª opt¨® a diputada y gan¨®, su contrincante quiso asesinarla. Elvia Carrillo Puerto tuvo una vida de telenovela¡±, dice Rosado. Pero eso da para otra historia. Form¨® ligas feministas por todo el pa¨ªs y nunca decay¨® en su lucha por el sufragio. En M¨¦xico, como en tantos pa¨ªses, los mismos diputados que negaban el voto a la mujer por el temor de que alzaran a la derecha en las elecciones, llevaban a sus hijas a las escuelas cat¨®licas. Quiz¨¢ no era la religi¨®n ni la derecha pol¨ªtica lo que m¨¢s tem¨ªan.

La investigadora Rosado, autora de Las hijas de Eva o En busca de Mar¨ªa Uicab, entre otros libros publicados, dice: ¡°Elvia quer¨ªa articular el movimiento feminista blanco con el movimiento campesino maya¡±. Eran aquellas mujeres relevantes en un territorio azotado por guerras de castas y exterminios racistas que llamaban a la resistencia.
El tiempo ha pasado y ha llovido mucho, como se dec¨ªa. Hoy Yucat¨¢n no es la avanzada del feminismo en M¨¦xico, donde el movimiento ha tomado enorme fuerza en la capital, por ejemplo, y en todo caso en el resto del territorio por igual. No fue el primer Estado que tuvo una mujer gobernadora, pero tambi¨¦n la tuvo entre 2007 y 2012: Yvonne Ortega. ¡°En aquellos a?os no se hablaba de violencia pol¨ªtica de g¨¦nero¡±, dice, pero ella ya la identificaba perfectamente. Entonces priista y hoy diputada por Movimiento Ciudadano, recuerda las sugerencias de su propio partido cuando optaba a la gubernatura: ¡°Quer¨ªan que en la publicidad, en los spots, salieran militares o polic¨ªas para que la poblaci¨®n tuviera, dec¨ªan, sensaci¨®n de seguridad¡±. No se dej¨®. Ya ven¨ªa de conquistar la presidencia municipal de Dzemul, tratando de romper la pol¨ªtica de alcohol y cantina que se llevaba entonces: ¡°Iban a las tabernas e invitaban a echar trago, a la fiesta y luego llegaban a casa y dec¨ªan por qui¨¦n hab¨ªa que votar. Yo fui puerta por puerta en un pueblo de unos 3.500 habitantes y gan¨¦, las mujeres se rebelaron¡±, cuenta. Recuerda tambi¨¦n, ya de gobernadora, cuando el crimen arreciaba entre el cartel del Golfo y los Zetas, y recibi¨® una llamada: ¡°no te equivoques, el d¨ªa es tuyo y la noche es nuestra¡±, amenazaban. ¡°Otra vez los asesores quer¨ªan que salieran a dar la cara los secretarios de Seguridad o de Gobernaci¨®n. Y no, sal¨ª yo¡±, recuerda.

Ortega dice que ella lleg¨® con su carga de ¡®No¡¯ a cuestas. No se puede hacer esto, no se debe hacer lo otro, no por ah¨ª, no por all¨¢. Y aprendi¨® que s¨ª, s¨ª se pod¨ªa. Hoy se asombra con la negativa del Senado a validar la propuesta de la presidenta Claudia Sheinbaum contra el nepotismo. ¡°Todos los coordinadores de las C¨¢maras son hombres, menos yo¡±, dice. ¡°La paridad en los curules no se corresponde con la paridad en la vida¡±.
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