El penacho de Chapultepec
Recuperar el mayor n¨²mero posible de piezas arqueol¨®gicas es tan necesario como fundamental, pero solo si va acompa?ado de la conservaci¨®n de aquellas con las que ya contamos
Hace poco menos de dos a?os, semanas despu¨¦s de que la actual Administraci¨®n tomara las riendas del Gobierno federal, por asuntos relacionados con la publicaci¨®n de libros y festivales literarios, coincid¨ª con funcionarios mexicanos de diversas embajadas, casi todos destacados en pa¨ªses como Espa?a, Francia, Inglaterra e Italia.
Durante las conversaciones que sostuvimos, hubo un tema que volv¨ªa una y otra vez: a todos ellos los hab¨ªan llamado desde las oficinas de la Secretar¨ªa de Relaciones Exteriores para explicarles, para decirles, en realidad, por qu¨¦ deb¨ªan montar una suerte de anexo a las agregadur¨ªas culturales, la cual se encargar¨ªa de llevar a cabo, primero, una investigaci¨®n pormenorizada de los documentos y piezas mexicanas que estuvieran en archivos, bibliotecas y museos extranjeros, para, despu¨¦s, comenzar a reclamarlas.
Como sabemos, los archivos, las bibliotecas y los museos de los pa¨ªses que he mencionado ¡ªas¨ª como los de Alemania y Austria¡ª guardan entre sus colecciones, adem¨¢s de los ecos de su pasado, cientos de miles de piezas de un alt¨ªsimo valor est¨¦tico, cultural, pol¨ªtico y econ¨®mico que no fueron producidas en sus actuales territorios, que no responden a las tribulaciones ni a las pasiones de sus propios procesos hist¨®ricos y sociales ni fueron tampoco imaginadas por individuos o colectivos, dig¨¢moslo as¨ª para decirlo de un modo distinto, dependientes de sus particulares mitos fundadores.
Por supuesto, no niego que los seres humanos tengamos, que compartamos un pasado com¨²n, es decir, que la modernidad licuara todos nuestros pasados en el gran vaso del presente global. Lo que asevero, sin embargo, es que tambi¨¦n tenemos, todos y cada uno de los individuos y de los colectivos del planeta, un pasado propio y particular, el cual debe ser reconocido, respetado y reevaluado de manera cotidiana y permanente, porque solo as¨ª conseguiremos entender que el presente no debe conjugarse solo en singular, que tambi¨¦n debe ser conjugado en plural. Digo, pues, que los expolios de nuestros pasados no deben persistir como expolios de nuestros presentes.
Por eso, me parece que es un error, por donde se lo vea, criticar a un Gobierno que desea recuperar los documentos y las piezas de esos pasados, en tanto quede claro que se trata de un esfuerzo que responde a la reevaluaci¨®n y a la reconstrucci¨®n de nuestros presentes y nuestros futuros ¡ªotra palabra, otro tiempo que tambi¨¦n debemos empezar a conjugar en plural y no solo en singular¡ª. A fin de cuentas, como he contado al principio de este texto, lo que estamos viendo, cuando vemos a la no primera dama ejercer de primera dama ante las m¨¢ximas autoridades europeas, incluido el Papa Francisco, es la consecuencia de un plan trazado hace tiempo y que se ha venido llevando a cabo poco a poco y de manera concienzuda ¡ªestos ¨²ltimos a?os, el Gobierno mexicano tambi¨¦n se ha entrometido en m¨²ltiples subastas privadas¡ª.
Ahora bien, ?por qu¨¦ molesta entonces lo que estamos viendo, cuando vemos a la no primera dama reunida con autoridades europeas o leemos al presidente tuiteando sobre las pertenencias de Moctezuma? Me parece que molesta porque, de repente, un asunto tan importante como este, que obviamente estar¨¢ cargado de motivaciones pol¨ªticas siempre, tanto como est¨¢ cargado de motivaciones hist¨®ricas, sociales y culturales, parece, de golpe, estar solo cargado de motivaciones pol¨ªticas ¡ªno es casual que fueran los gobiernos de Calder¨®n, en 2011, cuando el ba?o de sangre que desat¨® lo hallaba desesperado, y de Salinas de Gortari, en 1990, cuando las consecuencias del fraude electoral lo hac¨ªan desesperar, los que antes intentaron esto mismo¡ª.
Lo que molesta, en el fondo, es que un asunto tan necesario como este ¡ªnada m¨¢s rid¨ªculo, por cierto, que aquellos que aseveran que en Europa cuidan mejor el patrimonio: precisamente, genios, porque no supieron cuidarlo, tras la Segunda Guerra Mundial se redact¨® y se firm¨® la Carta de Venecia, texto fundamental para la conservaci¨®n del pasado tangible e intangible¡ª se reduzca a mero acto pol¨ªtico, no tanto al lanzar la campa?a de recuperaci¨®n en medio de una crisis como la actual, sino buscando convertirla en el centro del debate y vaciando de golpe el resto de sus contenidos: ?d¨®nde est¨¢n, por ejemplo, los discursos que reconocen nuestros pasados? ?D¨®nde est¨¢n las pol¨ªticas que respaldan nuestros presentes? ?D¨®nde est¨¢n los proyectos que respetan nuestros futuros?
Lo que molesta, en suma, es que se quieran traer desde Europa c¨®dices ¡ªcomo el Florentino o el Cospi¡ª pero que, al mismo tiempo, esas autoridades, que de pronto parecen agentes aduanales, no destinen presupuesto alguno para la conservaci¨®n ni para el estudio de los c¨®dices que tenemos en M¨¦xico; que se quieran traer las m¨¢scaras de Tezcatlipoca o de Quetzalc¨®atl, al tiempo que los recortes al INAH ponen en peligro, no solo m¨¢scaras como las de Calakmul o la de Pakal, sino colecciones enteras, como las de aquellas usadas en fiestas y rituales por las distintas naciones de M¨¦xico, que cuenta con cerca de 1.500 m¨¢scaras.
Lo que molesta, pues, es la enorme distancia que se ha abierto entre lo que hay y lo que seduce, entre lo que tenemos y lo que anhelamos: mientras se promete, en la plaza p¨²blica, la recuperaci¨®n del gran penacho ¡ªobviando, adem¨¢s, que para esa pieza en particular no existe tecnolog¨ªa capaz de manipularlo sin destruirlo¡ª, en los pasillos del palacio se decide destinar, para un solo proyecto, un proyecto centralista, fara¨®nico y ¡ªesto es lo m¨¢s grave de todo¡ª de puro presente singular que proyecta un futuro igual de singular, el veinticinco por ciento del presupuesto nacional de cultura.
La distancia que se abre entre lo que hay y lo que seduce, entre lo que se tiene y lo que se cree que anhela el mexicano, entre la realidad y la quimera: vuelvo a aquellos funcionarios de embajada con los que habl¨¦ hace ya casi dos a?os. Y es que por entonces uno de ellos hab¨ªa arreglado una reuni¨®n entre funcionarios del Gobierno mexicano y directivos del parisino Centre Pompidou, pues nuestros connacionales, preocupados por nuestros presentes, deseaban abrir una sucursal de aquel museo... ?en Chapultepec!
Lo que hay y lo que seduce, la realidad y la quimera: ¡°Ustedes son M¨¦xico... es decir... no son un paisito... tiene un pasado y un presente enormes... ac¨¢ todos los museos quieren exponer a artistas mexicanos... de antes y de ahora... ?para qu¨¦ quieren pagarnos tanto dinero por un Pompidou?¡±, espet¨®, palabras m¨¢s, palabras menos, el director del museo franc¨¦s a la delegaci¨®n mexicana.
Insisto: recuperar el mayor n¨²mero posible de piezas de nuestros pasados es tan necesario como fundamental, pero solo si dicha recuperaci¨®n va acompa?ada del estudio y de la conservaci¨®n de piezas con las que ya contamos, as¨ª como de una planeaci¨®n hist¨®rica, cultural y social de nuestros presentes y de nuestros futuros.
Una planeaci¨®n, pues, que no sea solo pol¨ªtica: ?alguien ha dicho a nuestras autoridades, por ejemplo, que los s¨®tanos del Museo Nacional de Antropolog¨ªa yacen retacados de piezas sin clasificar, abandonadas a su suerte por falta de presupuesto?
?Alguien les ha dicho que son casi incontables los domicilios privados en cuyas salas se exponen piezas de valor ins¨®lito, piezas en resguardo, subastadas por el amiguismo y la corrupci¨®n?
Al parecer, la conservaci¨®n de lo que hay no seduce tanto como la reclamaci¨®n que se anuncia en altavoces.
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