Jalisco, un tiro en la oscuridad
El Gobierno estatal actual no ha conseguido ninguna mejora patente en el combate a la inseguridad y la impunidad
Resulta dif¨ªcil llamarse a la sorpresa ante el asesinato, en Puerto Vallarta, de Arist¨®teles Sandoval, exgobernador de Jalisco en el periodo 2012-2018. Y no puede sorprender, tristemente, porque el Estado lleva muchos a?os de haberse convertido en un territorio en guerra, en el cual nadie est¨¢ a salvo, ni siquiera los m¨¢s encumbrados pol¨ªticos y funcionarios, y ya no se diga el com¨²n de los ciudadanos. Cualquiera que sostenga hoy que Jalisco vive en paz est¨¢ diciendo una mentira del tama?o de un magnicidio.
No hay que ser un adicto a las noticias para darse cuenta de que, una tras otra, las historias de cr¨ªmenes terribles e impunes de estas tierras alcanzan los encabezados nacionales y hasta mundiales. Me refiero a episodios espantosos, como el secuestro y asesinato de tres estudiantes de cine, en abril de 2018. O como los sangrientos narcobloqueos de las entradas carreteras de Guadalajara, que se han repetido con regularidad a partir de 2011. O como los miles de homicidios, levantones y desapariciones que han convertido a la entidad en una de las que encabeza ambas estad¨ªsticas negras en el pa¨ªs. Jalisco lleva m¨¢s de un decenio de escuchar incesantemente las condenas, pronunciamientos y compromisos de las autoridades locales y federales contra la violencia. Pero la ola no se ha detenido y a¨²n salpica sangre por doquier.
A Arist¨®teles Sandoval, un pol¨ªtico joven y carism¨¢tico, le toc¨® gobernar en un momento muy complejo en la vida del Estado, en el cual el poder y la influencia de los c¨¢rteles del crimen organizado aument¨® exponencialmente. Cabe recordar que su sexenio arranc¨® ni m¨¢s ni menos que con el asesinato de su flamante secretario de Turismo, Jes¨²s Gallegos ?lvarez, apenas ocho d¨ªas despu¨¦s de la toma de posesi¨®n, en marzo de 2012. Y que cerr¨®, pocas semanas antes de las elecciones de 2018, con un atentado que estuvo a punto de costarle la vida al poderoso exfiscal estatal, y en aquel momento secretario del Trabajo, Luis Carlos N¨¢jera.
Y el ¨¢rea de Puerto Vallarta se ha convertido en un foco rojo de primera magnitud. All¨ª, en agosto de 2016, fueron secuestrados los hijos de Joaqu¨ªn ¡®El Chapo¡¯ Guzm¨¢n (quienes ser¨ªan liberados pocos despu¨¦s). All¨ª fueron atacados salvajemente unos turistas provenientes de Guanajuato en julio de este a?o. Y, apenas en noviembre pasado, all¨ª fue secuestrado y asesinado el magnate inmobiliario Felipe Tom¨¦. De hecho, el Gobierno de Estados Unidos emiti¨® en septiembre de este a?o una alerta para que sus ciudadanos eviten la carretera que une Puerto Vallarta con San Sebasti¨¢n del Oeste...
Pero nada entre todo esto, con lo grave que es, explica por s¨ª mismo el crimen del que ha sido v¨ªctima Arist¨®teles Sandoval. El fondo del asunto tiene que ver con la oscura mec¨¢nica de las relaciones (ya sean estas de conflicto, tensi¨®n, coexistencia o hasta colaboraci¨®n) entre el poder institucional y el criminal en M¨¦xico, y ese es un terreno muy complejo, en el que pocos pueden afirmarse seguros de saber con precisi¨®n lo que sucede.
Enrique Alfaro, actual gobernador y sucesor de Sandoval en el cargo, ha gastado la mayor parte de su tiempo y capital pol¨ªtico en enfrentarse con el Gobierno federal y no ha conseguido ninguna mejora patente en el combate a la inseguridad y la impunidad en Jalisco. Aunque se afana en mostrarse como un pol¨ªtico de discurso fuerte y ¡°mano dura¡±, el asesinato de Sandoval golpea en el centro mismo de la credibilidad de su Gobierno. Y el hecho de que en la primera rueda de prensa sobre el asesinato, encabezada por el actual fiscal del Estado, Gerardo Octavio Sol¨ªs, se confiese que los empleados del restaurante en el que fue atacado Sandoval ¡°limpiaron la escena del crimen¡± y se llevaron las c¨¢maras de seguridad, no contribuye en nada a la imagen de rigor y certeza que exige una investigaci¨®n como esta.
Lo ¨²nico claro, por lo pronto, es que un Gobierno estatal rebasado por el crimen dif¨ªcilmente ofrecer¨¢ respuestas r¨¢pidas y veros¨ªmiles, y que la pugna entre Alfaro y el Gobierno federal poco ayudar¨¢ a que este acuda en su socorro. A menos que la federaci¨®n atraiga la investigaci¨®n, lo que ser¨ªa otro golpe para el mandatario estatal. Y entretanto, al margen del juego de poderes, los ciudadanos de Jalisco siguen igual de desprotegidos, aunque los colores de los pol¨ªticos que los gobiernan hayan cambiado ya tres veces desde que lo peor de la violencia comenz¨®¡
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