El laberinto de L¨®pez Obrador
Los movimientos sociales y el voto son las herramientas democr¨¢ticas con las que se sac¨® del poder a la ¨¦lite neoliberal, y son las que deber¨¢n usarse otra vez para limitar los intentos de autocratizaci¨®n en marcha
El presidente L¨®pez Obrador muestra crecientes signos de exasperaci¨®n y ha multiplicado sus expresiones de intolerancia, a pesar de mantener su popularidad y de no tener enemigo real al frente. Se puede especular que su actitud tiene que ver con el poco ¨¦xito de sus pol¨ªticas, el aumento de las protestas sociales y la imposibilidad de acallar las cr¨ªticas sin incurrir en actos de represi¨®n y confrontarse (a¨²n m¨¢s) con los medios de comunicaci¨®n. Lo cierto es que el presidente aparece a la defensiva en varios frentes, especialmente con el movimiento feminista. Y acaba de plantear una batalla decisiva contra el poder judicial, al rechazar pol¨ªticamente la decisi¨®n de dos jueces especializados en competencia econ¨®mica de conceder amparos con efectos generales a algunas empresas que usaron el recurso por considerar inconstitucional la reci¨¦n emitida ley del sistema el¨¦ctrico. Esta nueva ley anula para todo fin pr¨¢ctico la inversi¨®n privada en esa industria, violentando as¨ª los preceptos de la constituci¨®n reformada en 2013 y los tratados de libre comercio.
La intolerancia hacia la cr¨ªtica y los movimientos sociales y el enfrentamiento con el poder judicial se producen en el contexto de las terribles crisis simult¨¢neas que padece M¨¦xico: la pandemia de la covid-19 ¡ªque ha costado al menos un cuarto de mill¨®n de vidas¡ª y la crisis econ¨®mica resultante, que ha provocado el empobrecimiento masivo de la poblaci¨®n. El regreso a la normalidad se ve muy lejos dada la lentitud del proceso de vacunaci¨®n y la ausencia, desde el inicio de la crisis, de una pol¨ªtica antic¨ªclica que mitigara el desempleo e impidiera la quiebra de micro y meso empresas.
A pesar de la dram¨¢tica situaci¨®n, el presidente se ha empecinado en concentrar todos los esfuerzos de su Gobierno en s¨®lo dos prioridades: el rescate de las empresas paraestatales Pemex y CFE, y el reparto de subsidios directos a ciertas categor¨ªas de pobres. Se trata del rescate del proyecto nacionalista-desarrollista, que configura una respuesta antigua a un problema nuevo: la p¨¦rdida de la centralidad del Estado tanto en la econom¨ªa como en la pol¨ªtica.
El proyecto de L¨®pez Obrador es volver a un modelo estado-c¨¦ntrico, en un momento que ello es inviable desde el punto de vista fiscal, e innecesario como v¨ªa de reconstrucci¨®n del poder estatal. En efecto, la clave de la soberan¨ªa del Estado nacional en nuestro tiempo es su capacidad de regulaci¨®n del capitalismo y de los conflictos sociales de una manera leg¨ªtima, democr¨¢tica y eficaz. Para ello, los escasos recursos de que dispone el Gobierno deben orientarse a construir instituciones funcionales dentro del marco del Estado de Derecho, ¨²nica manera de controlar la inevitable tendencia del capital al saqueo de recursos y a la explotaci¨®n de trabajadores. Otras instituciones deben lidiar con las m¨²ltiples desigualdades producidas por el capitalismo y por el Estado disfuncional y cooptado. Y esta tarea no la puede hacer el Gobierno solo, sino que necesita de una alianza con la sociedad civil, ergo con los movimientos sociales que precisamente tratan de poner un l¨ªmite a los abusos del capital y del Estado y construir un m¨ªnimo piso de justicia.
Pero en la agenda del presidente nunca ha estado la posibilidad de establecer alianzas con la sociedad. L¨®pez Obrador es un viejo pol¨ªtico estatista y personalista, formado en la tradici¨®n priista del presidencialismo y en la ideolog¨ªa del nacionalismo desarrollista. Para ¨¦l, el cambio debe venir desde arriba, no desde abajo. El Gobierno es el ¨²nico agente modernizador y justiciero.
Por ello cree que las agendas del feminismo, del ecologismo y de los derechos humanos son en esta etapa hist¨®rica meras distracciones de la tarea principal: restablecer la hegemon¨ªa del Estado nacional sobre la econom¨ªa y la pol¨ªtica. Lo dijo el presidente en una ma?anera: esos movimientos sociales son copia extral¨®gica de los pa¨ªses desarrollados. En M¨¦xico lo que importa es recuperar el poder del Estado y ¡°hacer justicia¡±, entendiendo esto como mera redistribuci¨®n mediante subsidios a los pobres. La injusticia es para L¨®pez Obrador s¨®lo econ¨®mica. Todas las dem¨¢s formas de desigualdad son secundarias y se resolver¨¢n casi solas una vez que se redistribuya.
As¨ª, para el presidente, las feministas visibilizan un problema real, pero no central. El movimiento feminista ¡°desv¨ªa la atenci¨®n¡± (AMLO dixit) de lo principal: la noble gesta de recuperar la soberan¨ªa del Estado y dar subsidios directos a los pobres del pa¨ªs. El mismo criterio aplica a los ecologistas y sus aliados en el movimiento ind¨ªgena ¡ªhasta ahora incapaces de articularse en un movimiento nacional¡ª, quienes para L¨®pez Obrador est¨¢n deteniendo el progreso de la patria, que necesita hidrocarburos, termoel¨¦ctricas, trenes e hipot¨¦ticas plantaciones forestales para crear riqueza. Los colectivos de familiares de v¨ªctimas de desaparici¨®n forzada entran en la misma categor¨ªa. El presidente comprende y comparte sus demandas, pero no son centrales y su cumplimiento requerir¨ªa demasiados recursos, tiempo y esfuerzo. Para ¨¦l, s¨®lo ciertas v¨ªctimas son simb¨®licamente importantes: los 43 estudiantes de Ayotzinapa, pues eran campesinos pobres, lo que los coloca por encima de cualquier sospecha, adem¨¢s de que su caso es emblem¨¢tico a nivel internacional.
L¨®pez Obrador se siente incomprendido. Su misi¨®n es m¨¢s grande que cualquier demanda sectorial inmediata, m¨¢s grande que la crisis terrible que padecemos. Cree que est¨¢ transformando el pa¨ªs, y que esa es la tarea de un solo hombre, a quien los dem¨¢s deben seguir sin chistar. Por eso concentra todas las decisiones. Por eso pasa por encima de sus secretarios de Estado cuando lo juzga conveniente. Por eso hay que crear un Estado paralelo formado por el ej¨¦rcito, es decir, por soldados obedientes y disciplinados, y por ¡°servidores de la Naci¨®n¡±, j¨®venes operadores que le deben a ¨¦l su precario trabajo y deben transmitir al pueblo bueno ¡ªel que no se mete en pol¨ªtica¡ª el mensaje de lealtad al presidente, quien magn¨¢nimamente rescata a los pobres del hambre y el olvido.
Este es el laberinto de L¨®pez Obrador. Es su misi¨®n personal, su camino al pante¨®n de los h¨¦roes nacionales. No habr¨¢ nada ni nadie que lo mueva de ese trayecto, para lo cual no necesita de una sociedad movilizada, sino s¨®lo de su voto cada tres a?os. Eso s¨ª, se apoya en algunos miles de fieles que creen que seguir al l¨ªder es hacer historia. Y aqu¨ª est¨¢ el peligro. El proyecto del presidente es materialmente inviable y no construye ciudadan¨ªa. Ahora bien, si por alguna raz¨®n el l¨ªder se siente en riesgo, o falla en su misi¨®n, buscar¨¢ culpables, pues ¨¦l no puede equivocarse. ?Hasta d¨®nde llegar¨¢n los fieles? ?D¨®nde est¨¢n los l¨ªmites de lo tolerable en el liderazgo de L¨®pez Obrador? Las feministas de Morena enfrentan hoy este dilema. Y vendr¨¢n otros dilemas que ya est¨¢n presentes, pero todav¨ªa no son reconocidos. Lo mismo aplica para a los ciudadanos-electores, hasta hoy esperanzados en que L¨®pez Obrador har¨¢ el milagro de recomponer la naci¨®n. Dado que el presidente no se mover¨¢ de sus fines y m¨¦todos, los que tendr¨¢n que hacer algo para salvar la democracia realmente existente ¡ªprecaria, pero fundamental¡ª son los ciudadanos, en la forma de movimientos sociales y con el ejercicio del voto. Los dos caminos presentan dificultades extraordinarias. Los movimientos sociales son aun d¨¦biles y carecen de formas de articulaci¨®n con la pol¨ªtica formal. Los ciudadanos-electores carecen de opciones, pues el sistema de partidos no se ha renovado: no hay oposici¨®n digna de ese nombre. Con todo, los movimientos sociales y el voto son las herramientas democr¨¢ticas con las cuales se sac¨® del poder a la ¨¦lite neoliberal rentista, y esas mismas herramientas habr¨¢n de usarse otra vez para poner l¨ªmites a los intentos de autocratizaci¨®n en marcha.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.