Un problema estructural
M¨¢s all¨¢ de acusaciones de corrupci¨®n e incapacidades tras la tragedia en la L¨ªnea 12 de metro, no existe el marco regulatorio adecuado para la realizaci¨®n de obras p¨²blicas en la Ciudad de M¨¦xico
El colapso de una trabe de la L¨ªnea 12 del metro de Ciudad de M¨¦xico, la lamentable muerte de 26 personas, las heridas de muchas m¨¢s y los enormes da?os personales y materiales causados, han motivado declaraciones de nuestras autoridades locales y federales. En ellas se ha se?alado la necesidad de identificar a los responsables, apoyar a los afectados y encontrar los modos de subsanar problemas y causas. Frente a todo ello, una vez m¨¢s se ha utilizado la consabida frase ¡°ahogado el ni?o, tapado el pozo¡±. Esta se compone de dos elementos expl¨ªcitos. El emocional, referido a la muerte de un menor de edad y el objetivo, relativo a las condiciones del evento. Existe, sin embargo, uno m¨¢s correspondiente a la previsibilidad del resultado. Al ahogamiento del propio ni?o dada la disposici¨®n del pozo o de los elementos humanos y materiales relacionados. Es este elemento impl¨ªcito el que termina por darle sentido a la frase. En ¨¦l se concentra el reproche dirigido a quienes, pudiendo o debiendo haber previsto los efectos negativos de una situaci¨®n, poco o nada hicieron para evitarlos.
A prop¨®sito de la tragedia de la L¨ªnea 12, en las pr¨®ximas semanas asistiremos al manido ritual nacional. Al parad¨®jico y contradictorio hacer y decir de las autoridades, y a los callares y evitares de las empresas vinculadas. Apoyos e indemnizaciones ser¨¢n anunciados. Tambi¨¦n, peritajes y estudios. Las indignaciones crecer¨¢n tanto como las elecciones se acerquen. Para variar, se emitir¨¢ el ya sacrosanto pronunciamiento de que, ¡°ahora s¨ª y para siempre¡±, se llegar¨¢ hasta las ¨²ltimas consecuencias. Por la calidad de los personajes p¨²blicos y privados involucrados, las condiciones pol¨ªticas del espacio territorial afectado, las operaciones realizadas y los pactos hechos para ocultarlas, es poco probable que se llegue, ya no digamos a las ¨²ltimas, sino ni siquiera a las consecuencias primeras. Si acaso, veremos algunas renuncias y despidos. La calidad p¨²blica y general del evento quedar¨¢ privatizada e individualizada con el pago de indemnizaciones. Esta tragedia desaparecer¨¢ como otras. Como aquellas que en sus d¨ªas generaron iguales pasiones, semejantes declaraciones e iguales o peores indignaciones.
Para no resignarnos a vivir una vez m¨¢s los rituales conocidos y para no tener que reiterar una y otra vez la triste frase del ni?o y el pozo, pregunt¨¦monos por las condiciones de posibilidad del evento del metro. ?Qu¨¦ lo propici¨®? M¨¢s all¨¢ de acusaciones de corrupci¨®n e incapacidades de las instituciones y personas p¨²blicas y privadas involucradas, no existe el marco regulatorio adecuado para la realizaci¨®n de obras p¨²blicas en la Ciudad de M¨¦xico. Ello es as¨ª porque pareciera que en el proceso de transici¨®n de una dependencia del Gobierno federal (el Distrito Federal) a una entidad federativa aut¨®noma (la Ciudad de M¨¦xico), qued¨® en el olvido la correspondiente transici¨®n y normativa. Es como si no se hubiera podido o querido trascender de lo federal a lo local, tal vez para mantener los privilegios de lo primero sin asumir las responsabilidades de lo segundo.
Esto que acabo de decir respecto de la obra p¨²blica es aplicable a la privada. Tomo el ejemplo de los sismos. Frente a los graves efectos producidos por los fen¨®menos tel¨²ricos, la frase del ni?o y del pozo ha sido utilizada como ahora lo ha sido con la L¨ªnea 12. La narrativa se ha insertado en las mismas parafernalias declarativas que, irremediablemente, definen su horizonte de arribo en las ¨²ltimas consecuencias. Antes de anunciar la llegada a ellas, se reprocha la calidad de las construcciones, la falta de supervisi¨®n de las obras o la irresponsabilidad de autoridades, due?os y edificadores corruptos, se?aladamente. Lo que ya no queda tan expuesto, son las condiciones de las normas jur¨ªdicas mediante las cuales tratan de regularse los elementos originarios. Las edificaciones mismas y los aspectos con ellas relacionados.
Al igual que sucede con la p¨²blica, en la obra privada existen problemas jur¨ªdicos graves. La Ciudad de M¨¦xico cuenta con un reglamento de construcciones como base general de las edificaciones. Este fue emitido por primera vez en 1924 y actualmente se encuentra en vigor el publicado en 2004, con modificaciones importantes entre 2016 y 2019. Con independencia de que este ¨²ltimo se actualiz¨® con motivo de los sismos de 2017, lo cierto es que en modo alguno se aviene a los importantes cambios al art¨ªculo 122 constitucional de enero de 2016 ni, menos a¨²n, a lo establecido en la Constituci¨®n de la Ciudad de noviembre de 2019. Ello es as¨ª porque, en primer lugar, la fuente normativa de las edificaciones debiera ser la ley y no m¨¢s un reglamento; tambi¨¦n, porque ese ordenamiento debiera desarrollar lo dispuesto en varios preceptos constitucionales locales relativos a los derechos de las personas y a las competencias de las autoridades locales; finalmente, porque es necesario introducir a la Ciudad de M¨¦xico en el complejo mundo de las relaciones que para la materia de edificaciones se prev¨¦ entre la Federaci¨®n y las entidades federativas.
Lo que hoy en d¨ªa existe en la capital del pa¨ªs en materia de construcciones y edificaciones p¨²blicas y privadas es un desorden y un atraso. Lo primero, por las ausencias y superposiciones de las normas vigentes. Lo segundo, por la falta de adecuaci¨®n a los marcos constitucionales nacional y local. Estamos ante una falta que, sin exageraciones, bien podemos llamar estructural. De esas que, por sus propias deficiencias t¨¦cnicas, impiden la construcci¨®n del resto de los elementos que debieran tener apoyo en ella. Siguiendo con las met¨¢foras ingenieriles, el desorden y las ausencias existentes impiden determinar los espacios de construcci¨®n, las calidades de los materiales, los tramos de supervisi¨®n, los sujetos de responsabilidad y tantos otros elementos inherentes a los que debieran regir las edificaciones.
Dije al principio de esta colaboraci¨®n que lo m¨¢s interesante de la frase vinculada con el ni?o ahogado y el pozo, es lo no expresado en su pura textualidad. Saber que aun cuando se conoc¨ªan las posibilidades del ahogamiento, nada se hizo para evitarlo. En los d¨ªas por venir se desplegar¨¢ la parafernalia en torno a lo que aconteci¨® antes, durante y despu¨¦s del accidente de la L¨ªnea 12. Ello no tapar¨¢ el pozo en el que desafortunadamente numerosas personas ya cayeron. Lo ¨²nico que lo har¨¢, y evitar¨¢ que en el futuro otros caigan, es comenzar por la ordenaci¨®n normativa de todo el fen¨®meno de las construcciones en la Ciudad. Trabajar en ello con t¨¦cnica y empe?o es una manera de decirle a los afectados que sus autoridades est¨¢n enfocadas en establecer medidas de no repetici¨®n para todos los que no tuvimos que abordar esos vagones.
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