M¨¦xico marca l¨ªmites a L¨®pez Obrador
Las elecciones cortan las alas al maximalismo presidencial y frustran su sue?o de una mayor¨ªa calificada en el Congreso. Ahora, si quiere cambiar las estructuras del Estado, deber¨¢ negociar, algo a lo que se ha mostrado al¨¦rgico
Las elecciones celebradas este domingo en M¨¦xico, con una participaci¨®n hist¨®rica, han emitido un mensaje que debe ser atendido por el presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador. Los comicios, en los que se ha renovado la estrat¨¦gica C¨¢mara de Diputados, 15 gubernaturas y 20.000 cargos p¨²blicos, fueron planteados desde sus albores por el mandatario como un plebiscito a su gesti¨®n y a su hoja de ruta ideol¨®gica, la llamada Cuarta Transformaci¨®n. Siempre pendiente de su popularidad, el jefe del Estado ech¨® toda la le?a al fuego para obtener una mayor¨ªa calificada en la C¨¢mara de Diputados que le permitiese reformar la Constituci¨®n y debelar los ¨²ltimos obst¨¢culos a su proyecto. Las urnas, sin embargo, han puesto freno a su mayor ambici¨®n.
El partido de L¨®pez Obrador, aunque en los Estados ampl¨ªa su poder territorial, ha perdido decenas esca?os y solo mantiene la mayor¨ªa absoluta en la C¨¢mara de Diputados con ayuda de sus socios del Partido Verde y el Partido del Trabajo. No es tanto un fracaso, como muchos en la oposici¨®n deseaban, como una indicaci¨®n de que a mitad de mandato L¨®pez Obrador ha tocado techo y que ha llegado el momento de rebajar la tensi¨®n.
La din¨¢mica de los ¨²ltimos meses no ha podido ser m¨¢s nociva para M¨¦xico. Con la vista puesta en estos comicios, el presidente ha abierto un frente tras otro. Jueces, empresarios, periodistas, feministas, organizaciones no gubernamentales y rivales pol¨ªticos han sido vapuleados e intimidados p¨²blicamente por no plegarse a sus designios. Una estrategia encaminada a situar a L¨®pez Obrador en centro absoluto del tablero y consolidar su popularidad entre sus bases, pero que ha abierto fracturas profundas y peligrosas. En esta ofensiva ha emergido adem¨¢s la amenaza de una involuci¨®n en asuntos tan delicados como la energ¨ªa y la justicia, donde el presidente ha defendido soluciones m¨¢s propias del siglo pasado que del presente. Desaparecida la posibilidad de una mayor¨ªa calificada, se cortan las alas al maximalismo presidencial y se evita que sus errores se vuelvan irreversibles. Ahora le corresponde gestionar lo posible y, si quiere cambiar las estructuras del Estado, buscar consenso, algo a lo que hasta el momento se ha mostrado al¨¦rgico.
Las elecciones tambi¨¦n han sacado a luz la debilidad de la oposici¨®n. PRI y PAN siguen pagando la factura de su ominoso pasado y, aunque crecen, son todav¨ªa fuerzas marginales frente a las presidenciales de 2024. Este vac¨ªo entra?a un peligro para la estabilidad mexicana. Una derecha hu¨¦rfana de liderazgo es un territorio abonado para que germinen los aventurerismos pol¨ªticos que tantos estragos han causado en Am¨¦rica en los ¨²ltimos a?os.
Cap¨ªtulo aparte merece el lado m¨¢s doloroso de estas elecciones. Con m¨¢s de 90 asesinatos y cientos de ataques armados, M¨¦xico ha sufrido una terrible escalada de violencia pol¨ªtica durante la campa?a. Aunque su etiolog¨ªa es diversa, dif¨ªcilmente se la puede desligar de la incapacidad del Gobierno de poner coto a las organizaciones criminales m¨¢s virulentas.
Son lecciones que el presidente deber¨ªa darse prisa en aprender. M¨¢s all¨¢ de sus sue?os de trascendencia hist¨®rica y primac¨ªa moral hay hechos sangrantes que requieren de su intervenci¨®n. Es necesario que el realismo vuelva a ocupar la rector¨ªa del Estado. Ahora que va a iniciar la segunda parte de su mandato y que el per¨ªmetro de su poder ha quedado delimitado, L¨®pez Obrador ha de escuchar el mensaje de la ciudadan¨ªa y dedicarse a construir un pa¨ªs donde el di¨¢logo prime sobre la descalificaci¨®n, el pacto sobre la imposici¨®n y la ley sobre el crimen.
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