Las secuelas del desastre
El Gobierno federal hace cuentas muy alegres en torno al impacto de la pandemia repitiendo frases equivalentes al consabido ¡°ya se ve la luz al final del t¨²nel¡±
Si hacemos caso a las cifras de sobremortalidad, que calculan los fallecimientos que sobrepasan los promedios en un lapso determinado, algo as¨ª como 600.000 personas han muerto hasta ahora en M¨¦xico debido la pandemia de covid-19. Este n¨²mero supera, desde luego, al de las cuentas oficiales, pues a las muertes directamente atribuidas a la enfermedad les a?ade aquellas que se produjeron por la sobrecarga hospitalaria, por ejemplo, y por otras circunstancias relacionadas o atribuibles.
Esta cantidad asombrosa de defunciones significa que varios millones de personas en este pa¨ªs han tenido que sobrellevar el duelo de la p¨¦rdida de un familiar o amigo a lo largo de este par de a?os de alarma mundial, porque son pocos quienes se van sin que nadie lo note: lo com¨²n, en especial en una sociedad tan familiar y colectiva como la nuestra, en la que suele vivirse en plural, es que sea un grupo muy nutrido de personas quienes resienten un deceso. Y hay que sumar a esa doliente legi¨®n a los cercanos de los m¨¢s de 30.000 asesinados anuales, porque este sigue siendo un pa¨ªs con el crimen desatado y en lo que va del sexenio m¨¢s de 100.000 mexicanos han sido privados de la vida de modo violento.
El Gobierno federal hace cuentas muy alegres en torno a este asunto. Lleva dos a?os repitiendo frases equivalentes al consabido ¡°ya se ve la luz al final del t¨²nel¡±. Lo cual, gracias a la vacunaci¨®n, en alg¨²n momento ser¨¢ verdad (esperemos) al respecto de la pandemia en s¨ª, pero no necesariamente lo ser¨¢ si lo que nos interesan son las consecuencias que enfrentar¨¢n (o ya est¨¢n enfrentando) millones de mexicanos enlutados.
?Qu¨¦ costo tendr¨¢n para el presupuesto nacional y para la econom¨ªa, tan necesitada de un volantazo que la reflote luego de las ca¨ªdas de 2020 y 2021, los problemas de salud mental de todos esos millones de personas estresadas por la terrible marcha de la vida cotidiana, que han lidiado con encierros o salidas cotidianas arriesgadas, y que han visto a seres queridos enfermarse, sufrir y, en muchos casos, fallecer sin poder despedirse de ellos siquiera? Es un tema que nadie ha calculado en el Gobierno o, mejor dicho, que los altos funcionarios prefieren eludir. Vaya: si hasta las vacunas necesarias para inmunizar a los menores de edad les parecen un gasto excesivo, ?qu¨¦ esperar de un concepto tan elusivo, para la raz¨®n burocr¨¢tica, como la salud mental?
Al Gobierno le basta con salir, cada tanto tiempo, a recetarnos dec¨¢logos moralistas que nos invitan a comer bien y a actuar decorosamente con los semejantes, y lo m¨¢s parecido a una preocupaci¨®n conceptual que ha manifestado a ¨²ltimas fechas es la que tiene el presidente por las almas de los j¨®venes que gustan de los videojuegos. Eso, desde luego, no es suficiente. Incluso las l¨ªneas telef¨®nicas de apoyo psicol¨®gico que han abierto algunas instituciones federales o estatales son, apenas, una curita encima de una herida profunda como un hachazo. ?Qu¨¦ pasa con los miles de hu¨¦rfanos, de los que tendr¨¢n que hacerse cargo los parientes o quien sea, porque no hay un sistema federal que permita atender con efectividad sus casos? ?Qu¨¦ sucede con aquellos que perdieron de golpe a varios familiares y cuyas vidas se oscurecieron de un modo repentino y tr¨¢gico?
Dado que el Gobierno est¨¢ a cargo de una camarilla de ombliguistas que se sienten quijotescos (al menos as¨ª los denominan sus paleros, a los que se les pasa notar que el Ingenioso hidalgo no estaba muy en contacto con la realidad que digamos) y que est¨¢n muy ocupados acaparando todo el poder pol¨ªtico que puedan (y a quienes las vidas de sus ciudadanos les vienen francamente muy guangas), ?qu¨¦ vamos a hacer, como sociedad, ante la enorme carga de duelos, penas, desajustes y secuelas f¨ªsicas y mentales de este desastre que la pandemia nos ha dejado caer en las espaldas? ?Qu¨¦ har¨¢n aquellos que no puedan pagar psicoterapeutas de cualquier clase? ?C¨®mo evitaremos ser una sociedad de gente rota, que sigue adelante, si es que lo consigue, solamente porque no queda m¨¢s alternativa?
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