Quer¨¦taro rojo
M¨¢s que una ri?a, el enfrentamiento entre las aficiones parece un acto propio de la delincuencia organizada a plena luz del d¨ªa
El atroz acontecimiento sucedido en el estadio Corregidora de Quer¨¦taro es un acto que debemos analizar con profundidad y sin simplificar. A todos nos debe entristecer y preocupar. Adem¨¢s de evidenciar la ausencia de protocolos y capacidad para controlar y reaccionar de las autoridades encargadas de la seguridad, dentro y fuera del estadio, es un reflejo de nuestra sociedad y de nuestro pa¨ªs. Uno, en el que desafortunada y tristemente, la violencia se ha normalizado y llegado a todos nuestros espacios, incluso los de esparcimiento. Se ha vuelto parte de lo cotidiano y de la forma de hacer frente al conflicto y al desacuerdo, sin detenernos a pensar otras alternativas.
El futbol y la afici¨®n son tambi¨¦n parte de la cultura e identidad de los mexicanos. Acudir al estadio y apoyar a nuestros equipos es, para muchos, un rito, una tradici¨®n familiar y un placer cotidiano. Con ingenio, se arman porras y c¨¢nticos para alentar al equipo en la cancha (algunas de las cuales no est¨¢n exentas de discriminaci¨®n, machismo y homofobia). Lo sucedido mancha el esp¨ªritu futbol¨ªstico mexicano. Arriesga a quienes se involucraron de manera voluntaria en la trifulca, pero tambi¨¦n a todos los dem¨¢s que asisten a la fiesta del deporte. La violencia no es ni debe ser jam¨¢s parte de esta pasi¨®n.
Hasta el momento, la versi¨®n oficial se?ala 26 heridos. Sin embargo, queda la duda de cu¨¢l fue el destino de los cuerpos de seres humanos que aparecen en las im¨¢genes tirados en el suelo inm¨®viles tras haber sido golpeados hasta la extenuaci¨®n. Este tipo de pr¨¢cticas inhumanas y abusivas, m¨¢s que una ri?a, parecen un acto propio de la delincuencia organizada a plena luz del d¨ªa en un ambiente familiar y deportivo. La presencia de botellas, navajas, palos, pica hielos, alcohol y la apertura de las puertas de una barra a otra, son tambi¨¦n parte del desastre y sirvieron como armas para el desarrollo de la batalla campal entre los hinchas del Atlas y los del Quer¨¦taro. Videos e im¨¢genes de hombres ca¨ªdos, golpeados, sangrando y moribundos dieron la vuelta al mundo a trav¨¦s de medios y redes sociales. La falta de criterio y respeto hac¨ªa las v¨ªctimas y sus familias, el morbo y el mal periodismo hicieron gala, tambi¨¦n. Situaci¨®n que abona al problema de la violencia.
El gobernador del Estado, el presidente de la Liga y pol¨ªticos de diversos partidos, han condenado el acto y mencionado que no habr¨¢ impunidad y encontraran a los responsables. Sin embargo, esto no basta. No podemos simplificar lo que sucede. Se debe analizar ?qu¨¦ est¨¢ pasando con las barras que violentan? ?por qu¨¦ la violencia se ha metido hasta la m¨¦dula de nuestras din¨¢micas y que pasa con la salud mental de nuestra sociedad? ?por qu¨¦ tras la m¨¢scara de lo colectivo somos capaces de alcanzar niveles de violencia extrema? Lo que vimos este s¨¢bado merece una reflexi¨®n m¨¢s profunda de nuestro M¨¦xico, del enojo, la frustraci¨®n y la baja capacidad de resoluci¨®n pac¨ªfica del conflicto. Se deben tomar medidas y acciones preventivas al respecto.
Debemos cuestionarnos y profundizar sobre: ?Qu¨¦ pas¨® con los protocolos de seguridad para evitar y detener conflictos? ?Por qu¨¦ no se aplicaron las medidas que regulan la entrada de navajas, armas y todo tipo de herramientas en un estadio por su capacidad de causar da?o? ?Qu¨¦ pas¨® con las medidas existentes para la venta de alcohol sin envases? ?Por qu¨¦ segu¨ªan vendiendo cervezas a¨²n despu¨¦s del conflicto? ?Hasta cu¨¢ndo contaremos con elementos policiales especializados en contenci¨®n de masas por medio de t¨¦cnicas respetuosas de los derechos humanos?
Tambi¨¦n, se habla de la participaci¨®n y venganza de ¡°El Beto¡± barrista de Los Gallos quien supuestamente embosc¨® y atac¨® a rivales del Cartel Jalisco Nueva Generaci¨®n, miembros de la ¡°barra 51¡å del Atlas. ?Acaso el crimen organizado, ante la falta de estado de Derecho, nos est¨¢ ganando hasta estos espacios?
Los responsables son muchos y diversos. La reflexi¨®n es para todos. De una vez por todas, se deben tomar las medidas de prevenci¨®n necesarias para la no repetici¨®n de este tipo de eventos y para que este emblem¨¢tico deporte pueda seguir siendo parte de nuestra tradici¨®n y cultura en sana convivencia.
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