De jueces y Justicia
Hay un consenso mayoritario respecto al d¨¦ficit de justicia que prevalece en nuestro pa¨ªs. La crisis en la que se encuentra sumido el Poder Judicial es profunda y es necesario atenderla
Todo conflicto genera inestabilidad y riesgo. Lo que ahora sucede en la relaci¨®n entre poderes era inevitable: la falta de conducci¨®n, experiencia y pericia adecuadas ha profundizado el diferendo entre el Poder Legislativo y el Judicial, as¨ª como entre el Judicial y el Ejecutivo.
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Todo conflicto genera inestabilidad y riesgo. Lo que ahora sucede en la relaci¨®n entre poderes era inevitable: la falta de conducci¨®n, experiencia y pericia adecuadas ha profundizado el diferendo entre el Poder Legislativo y el Judicial, as¨ª como entre el Judicial y el Ejecutivo.
Con la renuncia del ministro Arturo Zald¨ªvar Lelo de Larrea y la presentaci¨®n de la terna para ocupar la correspondiente vacante, se inscribe un nuevo episodio en la relaci¨®n entre poderes. Pero, ante la ausencia de di¨¢logo, y la arrogancia del Poder Judicial frente al Ejecutivo y el Legislativo, era evidente el env¨ªo de una propuesta con las caracter¨ªsticas de la formulada y presentada por el presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador.
Cuando existi¨® una relaci¨®n afable y respetuosa entre los poderes, estuvo presente la cortes¨ªa pol¨ªtica, a pesar de no estar inscrita en la Constituci¨®n. El jefe del Estado mexicano intercambiaba opiniones y puntos de vista con quien presid¨ªa la Suprema Corte de Justicia de la Naci¨®n e incluso con las directivas de las C¨¢maras del Congreso de la Uni¨®n antes de enviar ternas al Legislativo, pero en esta ocasi¨®n no ocurri¨® as¨ª.
En consecuencia, desde el momento en que se dieron a conocer las personas que integraban la propuesta, estas fueron cuestionadas por su perfil pol¨ªtico, partidista y proveniente de la cercan¨ªa con el Ejecutivo.
Recordemos la historia del Poder Judicial, en cuyo devenir hemos visto que casi la totalidad de sus integrantes simpatizaban y eran militantes de partidos pol¨ªticos, principalmente del PRI y del PAN.
Despu¨¦s de la etapa posrevolucionaria, un porcentaje alto de ministros de este alto tribunal de justicia ten¨ªan abiertas simpat¨ªas por el PRI, y no las ocultaban; es m¨¢s, parad¨®jicamente, esa parec¨ªa una condici¨®n sine qua non para poder acceder a un nombramiento de tal jerarqu¨ªa.
Posteriormente, en los a?os 80 del siglo XX, derivado de la lucha pol¨ªtico-electoral y de los cerrados m¨¢rgenes en los resultados de los comicios, vinieron negociaciones pol¨ªticas consistentes en aceptar simpatizantes del PAN para ocupar ¨®rganos aut¨®nomos y disponer de asientos o espacios en ¨®rganos jurisdiccionales. As¨ª fue como vimos en la Suprema Corte y en tribunales electorales, administrativos, agrarios y otros a militantes del partido blanquiazul, orgullosos de su pertenencia.
Las negociaciones pol¨ªticas se daban en raz¨®n de la pluralidad en las C¨¢maras, dado que, por s¨ª solo, ning¨²n grupo parlamentario af¨ªn a partidos reun¨ªa las mayor¨ªas calificadas que la Constituci¨®n exig¨ªa.
En 2018, el triunfo de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador como presidente de la Rep¨²blica detona una nueva era en la que por vez primera mujeres y hombres simpatizantes de la izquierda ¡ªo con aparente neutralidad ideol¨®gica¡ª empiezan a ser tomados en cuenta para integrar esos espacios. Ejemplos hay muchos y son de fama p¨²blica.
De acuerdo con el art¨ªculo 96 constitucional, es facultad exclusiva del presidente de la Rep¨²blica proponer y enviar a la C¨¢mara de Senadores una terna de tres personas para cubrir la vacante surgida en caso de conclusi¨®n de mandato de ministras y ministros o renuncia por causa grave.
Sin embargo, existe la posibilidad de que no se alcance la mayor¨ªa calificada necesaria para la designaci¨®n de la persona que ocupar¨¢ la vacante. A fin de zanjar cualquier conflicto o crisis constitucional derivada de ello, se abren tres escenarios:
El primero. Si el Senado no resuelve dentro del plazo improrrogable de treinta d¨ªas, la vacante ser¨¢ ocupada por la persona que ¡ªde entre la terna¡ª designe el presidente de la Rep¨²blica. Es decir, si el Senado fuera omiso en atender la terna propuesta por el presidente, este nombrar¨¢ como ministra o ministro, de manera directa, a una de las personas de su terna.
Segundo. Si el Senado rechaza la terna enviada por el presidente ¡ªes decir, no elige a ninguna de las personas propuestas¡ª, este presentar¨¢ una nueva terna, que deber¨¢ cumplir con los mismos requisitos establecidos en el art¨ªculo 96 constitucional.
Tercero. Si la C¨¢mara Alta rechaza tambi¨¦n la segunda terna propuesta por quien encabeza el Ejecutivo federal, este designar¨¢ en forma directa ¡ªde entre esas tres personas candidatas¡ª a quien ocupar¨¢ el cargo vacante.
La elecci¨®n de ministras y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Naci¨®n es escalonada, por lo que se advierte que al ratificarse el triunfo electoral de la misma fuerza pol¨ªtica que ahora gobierna, las siguientes ternas de aspirantes a esos cargos ser¨¢n similares y tendr¨¢n la misma naturaleza pol¨ªtica. A nadie debe extra?ar. De ah¨ª la insistencia en una profunda reforma al Poder Judicial en materia constitucional.
As¨ª, podemos prever tambi¨¦n que los desencuentros continuar¨¢n, porque es leg¨ªtimo y presumible que el presidente de la Rep¨²blica siga ejerciendo las facultades que la Constituci¨®n le confiere, aun cuando ello no agrade a las y los integrantes de ese ¨®rgano colegiado de Justicia.
Cuando la soberbia y la arrogancia se imponen, todos perdemos. Representar a un poder obliga a tener como acompa?antes permanentes la sensatez, el di¨¢logo y el buen juicio. Pocas veces en la historia del Poder Judicial federal se hab¨ªa puesto en riesgo la institucionalidad. Es impostergable actuar, privilegiando el inter¨¦s del Estado nacional.
Hay un consenso mayoritario respecto al d¨¦ficit de justicia que prevalece en nuestro pa¨ªs. La crisis en la que se encuentra sumido el Poder Judicial es profunda y es necesario atenderla.