Acapulco, ¡®La ira de Dios¡¯
Durante los a?os del ¡®boom¡¯ inmobiliario de playa, todos los caminos conduc¨ªan a los nombres de La Barbie y el Licenciado H, de apellido Beltr¨¢n Leyva
Cada vez son m¨¢s frecuentes y m¨¢s intensos los eventos asociados con La ira de Dios, a la cual se atribu¨ªan los desastres naturales en la Am¨¦rica hispana durante los siglos XVIII y XIX. Todav¨ªa hoy, en algunas compa?¨ªas aseguradoras, es el nombre que reciben las p¨®lizas contra fen¨®menos como el hurac¨¢n Otis, que en doce horas alcanz¨® la m¨¢xima categor¨ªa de fuerza y en media hora devast¨® Acapulco.
Hoy sabemos que el cambio clim¨¢tico es la causa de varios de los desastres naturales y de salud p¨²blica que mantienen en alerta al mundo, y por ello la protecci¨®n civil se ha convertido en una de las prioridades de pol¨ªtica p¨²blica m¨¢s importantes de nuestros d¨ªas.
Actualmente, gobernar implica tambi¨¦n lo siguiente: 1) prevenir los riesgos de desastres; 2) proteger la vida de la poblaci¨®n y sus bienes una vez que aquellos se presentan, y 3) reconstruir, poner de pie y volver a la normalidad lo m¨¢s pronto posible la vida de las comunidades y de la poblaci¨®n afectada. Esas tres fases conforman lo que se conoce como resiliencia o capacidad de recuperarse de eventos traum¨¢ticos como huracanes, tornados, inundaciones, deslaves, sequ¨ªas, olas de calor, sismos y erupciones volc¨¢nicas, entre otros.
Acapulco es tal vez uno de los puertos mexicanos del Pac¨ªfico m¨¢s golpeados por ciclones, huracanes y tormentas en las ¨²ltimas ocho d¨¦cadas. Desde que se tiene seguimiento puntual de ellos, en 1938, con el llamado cicl¨®n n¨²mero dos hasta Otis, diez huracanes y tormentas lo han azotado, pero ninguno de ellos fue tan destructivo como este ¨²ltimo.
Si en 1997 Paulina hizo visible el crecimiento de los asentamientos urbanos irregulares en la bah¨ªa (con la lamentable cifra de m¨¢s de 300 personas muertas), y Manuel, en 2013, evidenci¨® la especulaci¨®n y depredaci¨®n urbana del Acapulco Diamante, con la terrible p¨¦rdida de 107 vidas humanas (71 de ellas en un solo punto, con el deslave de la comunidad La Pintada, construida en forma irregular en un cerro), Otis deton¨® la convergencia de todos esos vicios humanos que hacen de un desastre natural una cat¨¢strofe evitable: especulaci¨®n del uso de suelo, depredaci¨®n criminal de los manglares y vasos reguladores de las salidas de agua, y de manera especial, como causa primera de ese desorden, la corrupci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica, verdadero alimento de la ¡°ira de Dios¡± y del malestar social.
En alguna ocasi¨®n, Luis Walton Aburto, presidente municipal de Acapulco por MC de 2012 a 2015, quiso poner orden en la oficina que era el centro neur¨¢lgico de la corrupci¨®n mancomunada de pol¨ªticos y constructores: el Catastro municipal. Los dos directores que tuvo en su administraci¨®n terminaron asesinados. De un a?o a otro, en esa oficina se formalizaban los cambios fraudulentos de uso de suelo y de ¡°nuevos¡± propietarios de los terrenos y predios ubicados frente a la costa, hoy devastada, desde Acapulco Diamante hasta Barra Vieja.
A quienes acud¨ªan a los tribunales a denunciar el fraude inmobiliario, antes o despu¨¦s de las audiencias, los abordaban presuntos gestores y abogados para decirles: ¡°te arreglas con nosotros o nos arreglamos con tus deudos¡±. Eran los a?os del boom inmobiliario de playa, donde todos los caminos conduc¨ªan a los nombres de la Barbie y el Licenciado H, de apellido Beltr¨¢n Leyva.
Es sumamente importante rescatar, reconstruir y regenerar Acapulco con una visi¨®n resiliente integral. La prevenci¨®n tiene que ver con revisar los planes de desarrollo urbano, actualizar las normas de construcci¨®n de los desarrollos de playa y desterrar la corrupci¨®n inmobiliaria, especialmente en los cambios de uso de suelo y en la depredaci¨®n de los ecosistemas de la costa (manglares y vasos reguladores y captadores de agua). Esta corrupci¨®n es el verdadero ojo de los tres ¨²ltimos huracanes que han golpeado al puerto.
La protecci¨®n de la vida de las y los acapulque?os, as¨ª como del turismo, tiene que ver con estructurar una aut¨¦ntica educaci¨®n y cultura de protecci¨®n civil en la poblaci¨®n ¨Dlo cual incluso podr¨ªa prevenir saqueos¨D, as¨ª como el involucramiento y organizaci¨®n de la ciudadan¨ªa (disponer de un ej¨¦rcito de personas voluntarias y promotores c¨ªvicos previamente capacitados) y, por supuesto, la profesionalizaci¨®n de quienes tienen a su cargo la protecci¨®n civil en los tres ¨®rdenes de gobierno, para lo cual deben prevalecer las consideraciones t¨¦cnicas y cient¨ªficas sobre los criterios de pago de favores pol¨ªticos, cuotas partidistas o, peor a¨²n, visiones clientelares electorales.
La reconstrucci¨®n, regeneraci¨®n y garant¨ªa de reparaci¨®n de da?os tiene que ver con el manejo eficiente de dos elementos cr¨ªticos: respuesta r¨¢pida ante la desgracia y disponibilidad suficiente de recursos y mecanismos econ¨®micos, financieros y fiscales para la reconstrucci¨®n. Aqu¨ª es leg¨ªtimo hablar de una econom¨ªa pol¨ªtica de la reconstrucci¨®n o una pol¨ªtica econ¨®mica para la resiliencia. Tiene que ver con la disponibilidad de seguros familiares accesibles contra desastres; la creaci¨®n ad hoc de un fondo p¨²blico de reconstrucci¨®n y hasta de impuestos especiales temporales orientados a financiarla.
A pesar de que Asia tuvo el mayor n¨²mero de personas damnificadas por desastres naturales el a?o pasado, los pa¨ªses que la conforman tienen pr¨¢cticas ejemplares para realizar reconstrucciones postraum¨¢ticas en el menor tiempo posible, convirtiendo un desastre natural en una posibilidad de crecimiento y desarrollo.
La visi¨®n milenaria asi¨¢tica de ver en La ira de Dios una oportunidad para reconciliarse y congraciarse con ¨¦l, mediante el esfuerzo y la creatividad humanas, es aplicada con destreza especial en sus pol¨ªticas econ¨®micas de reconstrucci¨®n frente a los desaf¨ªos de la naturaleza. Mucho podemos aprender de ella.
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