Violencia electoral, met¨¢stasis nacional
Hace mucho, desde antes de que el INE diera el banderazo de salida al actual ciclo electoral, el crimen ya hab¨ªa perforado lo m¨¢s intimido del tejido social
Seg¨²n el ¨²ltimo informe del think tank Laboratorio Electoral (actualizado al 2 de abril), en lo que va del calendario electoral 2023-2024, han sido asesinados 28 aspirantes, precandidatos o candidatos formales a alguno de los 19.634 puestos a elecci¨®n popular que se votar¨¢n el pr¨®ximo 2 de junio. Esta cifra ya rebas¨® los n¨²meros del ciclo electoral de 2018 cuando, seg¨²n la misma fuente, se cometieron 24 asesinatos a candidatos o precandidatos. Estar¨ªamos, adem¨¢s, a punto de rebasar los 30 homicidios del ciclo electoral 2020-2021, ...
Seg¨²n el ¨²ltimo informe del think tank Laboratorio Electoral (actualizado al 2 de abril), en lo que va del calendario electoral 2023-2024, han sido asesinados 28 aspirantes, precandidatos o candidatos formales a alguno de los 19.634 puestos a elecci¨®n popular que se votar¨¢n el pr¨®ximo 2 de junio. Esta cifra ya rebas¨® los n¨²meros del ciclo electoral de 2018 cuando, seg¨²n la misma fuente, se cometieron 24 asesinatos a candidatos o precandidatos. Estar¨ªamos, adem¨¢s, a punto de rebasar los 30 homicidios del ciclo electoral 2020-2021, el m¨¢s violento hasta ahora.
Los homicidios durante el periodo de campa?as son solo la parte visible de la violencia electoral. El fen¨®meno, sin embargo, se forja y manifiesta antes y despu¨¦s de que el ciudadano tache la boleta. Distingo cinco momentos.
El primero yace distante en el tiempo. Meses antes de que siquiera se formalicen las candidaturas, los grupos criminales participan en la postulaci¨®n de aspirantes. Se alimentan esperanzas con propaganda pagada y se elimina ¡ªa veces por las buenas, a veces por las malas¡ª a posibles rivales. He ah¨ª una primera zona de silencio a la que es imposible adentrarse.
El segundo momento abarca los tiempos formales de precampa?a y campa?a, los meses perfectos para la renegociaci¨®n de cargos y nuevos equilibrios. Abundan las amenazas a la vida de los aspirantes y de sus familiares. Se adquieren compromisos, se prometen cargos, se reescriben las reglas. Los homicidios son solo la parte m¨¢s extrema de la violencia electoral, pero no la ¨²nica.
El tama?o del fen¨®meno es desconocido incluso para las c¨²pulas partidistas. ?Sab¨ªa la dirigencia de Morena en Guerrero de las amenazas que recib¨ªa su candidato en Chilapa antes de que lo asesinaran hace tres semanas? ?Son conscientes los liderazgos de los principales partidos pol¨ªticos en Ciudad de M¨¦xico que, en Maravat¨ªo, Michoac¨¢n, en menos de un a?o han sido ejecutados tres aspirantes a la misma alcald¨ªa? ?Cu¨¢ntas amenazas a aspirantes a una sindicatura o regidur¨ªa no llegan ni siquiera a la ¨²ltima plana de los peri¨®dicos locales? La cifra negra es inconmensurable. Son historias demasiado peque?as para aparecer en la nota roja. Cada una, sin embargo, es una mancha al proyecto democr¨¢tico iniciado tantas d¨¦cadas atr¨¢s.
Un tercer momento de la violencia electoral se concentra en el periodo de veda. Son los d¨ªas anteriores a la elecci¨®n, las horas en que se amontonan las denuncias de secuestro de operadores electorales y funcionarios de casilla. Son desapariciones que duran a veces solo un par de horas y a veces toda una vida. En el ajetreo de los porcentajes y de las risas nerviosas de los candidatos, nadie se acuerda de aquellas silenciosas v¨ªctimas.
El cuarto momento acontece en la jornada de la elecci¨®n. En 2021 se suspendi¨® la votaci¨®n en 75 casillas por riesgo de violencia. En partes de Michoac¨¢n, Estado de M¨¦xico y Chiapas fue com¨²n ver a gente armada afuera de los m¨®dulos electorales. En Tijuana, un hombre lanz¨® una cabeza humana a una mesa de votaci¨®n. En Mexicali, un comando armado dispar¨® a las oficinas locales de Morena. En varias casillas de Oaxaca y Chiapas, grupos armados quemaron boletas electorales.
Por ¨²ltimo, est¨¢ el periodo poselectoral. La violencia no termina cuando concluye el escrutinio final de los votos. Finaliza una etapa, pero comienza otra: la del ajusticiamiento de los alcaldes, s¨ªndicos o regidores que no cumplieron las expectativas de la nueva gobernanza criminal. Solo en los ¨²ltimos cuatro sexenios, han sido asesinados 92 alcaldes en el pa¨ªs, la mayor¨ªa de estos, tras apenas unos meses en su puesto.
Se equivocan, pues, quienes han centrado las cr¨ªticas en el mal funcionamiento de la estrategia de protecci¨®n a candidatos que coordina el Gobierno federal. En el caso de Gisela Gayt¨¢n, como en el resto, el problema no es si la Mesa de Paz funcionaba o si el Mapa de Riesgos est¨¢ completo.
Ojal¨¢ fuera ese el problema. O tan solo ese.
El tema es que, hace mucho, desde antes de que el INE diera el banderazo de salida al ciclo electoral 2023-2024, el crimen hab¨ªa perforado lo m¨¢s intimido del tejido social. El c¨¢ncer ya hab¨ªa hecho met¨¢stasis.
En su libro Lo que Est¨¢ mal en el Mundo, G.K. Chesterton escribi¨® que cuando arde Roma no se necesita un bombero, sino un ingeniero hidr¨¢ulico. M¨¦xico hoy no necesita peque?os extintores para apagar el incendio que consume lo m¨¢s profundo de su democracia; necesita reinventarse de nuevo.
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