M¨¦xico enfrenta el reto de evitar la normalizaci¨®n de la violencia pol¨ªtica
Pese a la aparente tranquilidad de la cita electoral del domingo, la contienda alumbra la inseguridad constante en que viven funcionarios y candidatos, presentes y pasados
M¨¦xico llega a la cita electoral del domingo herido de gravedad, sangrando violencias de todo tipo. Una de las m¨¢s evidentes afecta a la clase pol¨ªtica, a diputados, alcaldes y regidores, pero tambi¨¦n a funcionarios y dirigentes de partidos. A las familias de todos. Con votaciones en seis Estados, la inquietud por la inseguridad trasciende al d¨ªa de los comicios y apunta a los procesos: la selecci¨®n de candidatos, la composici¨®n de los equipos de gobierno, los apoyos econ¨®micos¡ La campa?a parece m¨¢s tranquila que otros a?os, ajena esta vez a elecciones municipales. La consultora Etellekt ha contado 85 agresiones a pol¨ªticos en estas semanas, aunque solo 11 contra aspirantes a alg¨²n cargo de elecci¨®n popular.
En perspectiva, sin embargo, los datos son escalofriantes. De 2018 a 2022, M¨¦xico ha registrado 663 ataques contra ¡°personas que se desempe?an en el ¨¢mbito pol¨ªtico, gubernamental o contra instalaciones de gobierno o partidos¡±, seg¨²n el conteo de la organizaci¨®n Data C¨ªvica, que mantiene el proyecto Votar entre Balas, sobre violencia pol¨ªtica y electoral. Por ataques, Data C¨ªvica entiende amenazas, asesinatos, ataques armados y atentados de cualquier tipo, adem¨¢s de secuestros y desapariciones.
El a?o en que m¨¢s ataques se han registrado ha sido 2021, con 176, solo por encima de 2018, cuando se celebraron las ¨²ltimas elecciones presidenciales. M¨¦xico cont¨® entonces 167 ataques. Por su lado, el proceso electoral de 2021 ha sido el m¨¢s grande de la historia del pa¨ªs. Los votantes eligieron 500 diputados federales, 15 gobernadores, 1.063 diputados en 30 congresos locales, adem¨¢s de autoridades en 1.926 municipios.
La pregunta, entonces y ahora, es por qu¨¦ arrecia la violencia. Por qu¨¦ la elecci¨®n de cargos p¨²blicos, el trabajo que desempe?an, motivo de ri?as y discusiones en todo el planeta, degenera en M¨¦xico en torrentes de violencia mafiosa. Y por qu¨¦, despu¨¦s de tantos a?os, la situaci¨®n sigue sin cambiar.
Para Sandra Ley, responsable del proyecto Votar entre Balas, M¨¦xico vive ¡°guerras criminales de largo aliento¡±, en las que la pol¨ªtica figura como uno de los escenarios b¨¦licos. Acad¨¦mica del Centro de Investigaci¨®n y Docencia Econ¨®micas (CIDE), Ley a?ade: ¡°No podemos pensar en el crimen organizado como actor econ¨®mico, sino tambi¨¦n como actor pol¨ªtico, no en t¨¦rminos de ser parte de un partido u otro, sino por su objetivo de generar redes de protecci¨®n para operar¡±.
Este a?o se han visto de nuevo ataques a pol¨ªticos, igual que el a?o pasado. A estas alturas, Data C¨ªvica cuenta 72 asesinatos ¡ªen 2021 hubo 73¡ª, la mayor¨ªa de funcionarios, la mayor¨ªa en el ¨¢mbito local, la misma t¨®nica de los ¨²ltimos ejercicios. Han disminuido, en cambio, los ataques ligados al proceso electoral del domingo. ¡°El aumento de ataques estos a?os es porque hemos tenido cientos de elecciones locales, ¨¢mbito en que incide el crimen organizado. En 2018 y 2021 se renovaron todas estas presidencias municipales y as¨ª tenemos tantos ataques¡±, explica. El domingo se votan, en cambio, relevos al frente de los Estados.
Enriquecer la noci¨®n criminal
En M¨¦xico se asume muchas veces que la violencia ligada al tr¨¢fico de drogas permea en otros ¨¢mbitos, caso del pol¨ªtico o el electoral. Como si los asesinatos de alcaldes y candidatos respondieran, en general, a disputas por el menudeo de marihuana o metanfetamina, o al control de un ruta de tr¨¢nsito. No es que no pueda ocurrir, pero resulta absurdo generalizar, como argumenta Romain Le Cour, coordinador del programa de seguridad de la organizaci¨®n M¨¦xico Eval¨²a.
Dice Le Cour: ¡°En el caso de M¨¦xico, donde las l¨ªneas entre diferentes tipos de violencias son turbias, la violencia pol¨ªtica tiene el objetivo de cambiar o influenciar el comportamiento de otros actores locales. Si matas a un presidente municipal, a un activista, a un periodista, el efecto disuasorio es inmediato. Al momento de querer lanzarte, te lo vas a pensar dos veces¡±, argumenta.
Para el experto, el peso de autoridades y candidatos en la violencia que sufre el gremio reside ir¨®nicamente en su seno. ¡°Si tuvi¨¦ramos investigaci¨®n y justicia en este pa¨ªs, nos dar¨ªamos cuenta de las responsabilidades compartidas. Mira, la Secretar¨ªa de Gobernaci¨®n considera que en casi la mitad de los casos de periodistas asesinados hay autoridades p¨²blicas directamente involucradas¡±, se?ala. ¡°Si seguimos la pauta del diagn¨®stico, si la mitad de estos asesinatos [de periodistas] tienen que ver con autoridades p¨²blicas, no veo por qu¨¦ ser¨ªa diferente para contiendas electorales¡±, a?ade.
Ahondando en la responsabilidad del propio gremio, Ley, autora del celebrado libro Votos, drogas y violencia: La l¨®gica pol¨ªtica de las guerras criminales en M¨¦xico (Debate, 2022), a?ade que ¡°el crimen para existir necesita redes de protecci¨®n¡±, t¨¦rmino que usa tambi¨¦n el acad¨¦mico Benjamin Smith, autor de la monumental obra The Dope (Norton, 2021), sobre la historia del tr¨¢fico de drogas en M¨¦xico y su relaci¨®n con la violencia.
¡°Estas redes de protecci¨®n empiezan a sacudirse con las alternancias pol¨ªticas en los a?os 90, pero acababan por restablecerse¡±, explica Ley. En ese sentido, nuestra democracia es iliberal, porque de la democracia solo tenemos el ejercicio del voto. Nos hemos concentrado en el ejercicio electoral, pero carecemos de un estado de derecho fortalecido¡±, matiza. ¡°El Estado mexicano necesita limpiarse de las redes de protecci¨®n gestadas durante el autoritarismo del PRI, en el Ej¨¦rcito, las fuerzas de seguridad. Ese mismo aparato de justicia que dio pie a violaciones de derechos humanos, es la misma que ha continuado a la democracia¡±, zanja.
Le Cour insiste en realizar las preguntas correctas. ¡°Las explicaciones que hay en M¨¦xico son en t¨¦rminos de incentivo criminal: matan para controlar el presupuesto p¨²blico, una ruta, etc¨¦tera. Puede ser, s¨ª, pero ?a qui¨¦n le beneficia el crimen? El l¨ªder criminal de la zona tiene un a?o, dos, tres, de esperanza de vida, cinco es raro, 10, extraordinario. Quedan los l¨ªderes pol¨ªticos, empresarios, gobernadores, fuerzas p¨²blicas¡ Si hici¨¦ramos esta pregunta de forma neutra, en vez de pensar en el narco, ver¨ªamos la cantidad de gente que tiene intereses en eliminar a tal alcalde¡±, concluye.
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