Desfachatez
En los ¨²ltimos meses hemos aprendido muchas palabras nuevas, pero la pandemia ha revalorizado otras muy antiguas
En los ¨²ltimos meses hemos aprendido muchas palabras nuevas, pero la pandemia ha revalorizado otras muy antiguas. Desfachatez, por ejemplo. Cuando ya sab¨ªamos que el redemsivir fabricado por los laboratorios Gilead ¡ª?se acuerdan de El cuento de la criada¡ª no hab¨ªa demostrado eficacia en estudios cl¨ªnicos independientes, Trump firm¨® con pompa y ceremonia la autorizaci¨®n de su uso en los enfermos m¨¢s graves. La present¨® como una de sus medidas para impulsar la reactivaci¨®n de la econom¨ªa y no pas¨® nada. Desde la aparici¨®n del virus, yo pensaba que el laboratorio que desarrollara un tratamiento eficaz se iba a forrar, pero nunca pens¨¦ que alguno llegar¨ªa a forrarse gracias a un tratamiento ineficaz. La ¨²nica explicaci¨®n posible es que Trump asume que se mueran todos los que se tengan que morir con tal de que la crisis econ¨®mica no perjudique su campa?a electoral. El mismo argumento sostiene actuaciones menos pavorosas pero igualmente inmorales en pa¨ªses de todo el mundo, cuyos dirigentes hacen contabilidad creativa con el n¨²mero de v¨ªctimas o se encomiendan a la Virgen Mar¨ªa para no confinar a la poblaci¨®n, o para desconfinarla antes de tiempo. Se dir¨ªa que los muertos pierden importancia con el tiempo, que quienes murieron hace dos meses son m¨¢s importantes que quienes murieron ayer. Tal vez por eso, Abascal denuncia que el estado de alarma es un instrumento que vulnera las libertades. Los espa?oles deben ser libres para enfermar y para morir, cabr¨ªa concluir. Seg¨²n Arrimadas, la responsabilidad de las muertes y de la ca¨ªda del PIB no es del virus, sino del Gobierno. Ayuso intent¨® culpar en un primer momento a Podemos de las aglomeraciones en Ifema. La desfachatez es un virus que crece exponencialmente.
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