Otra mayor¨ªa
Es pronto para saber si el acuerdo sobre la alarma servir¨¢ en otros temas
La cuarta pr¨®rroga del decreto del estado de alarma que concedi¨® el mi¨¦rcoles el Congreso de los Diputados al Gobierno supuso algo m¨¢s que una nueva representaci¨®n de las profundas diferencias entre los partidos para controlar la pandemia del coronavirus. En concreto, supuso la confirmaci¨®n de que, a todos los efectos, el pa¨ªs ha alcanzado un l¨ªmite. Un l¨ªmite que no solo se refiere a la situaci¨®n de excepcionalidad constitucional decretada el 14 de marzo, sino tambi¨¦n, y sobre todo, a la estrategia de confrontaci¨®n con la que las diferentes fuerzas pol¨ªticas han abordado una crisis sin precedentes. La gravedad de la amenaza contra la salud p¨²blica exig¨ªa un acuerdo que no se ha producido. Y bajo ning¨²n concepto las inminentes prioridades social y econ¨®mica deber¨ªan ajustarse al modelo seguido hasta ahora, cuando la m¨¢xima urgencia era sanitaria.
Los discursos incendiarios y cercanos a Vox de los que ha hecho gala Pablo Casado han puesto al pa¨ªs ante un abismo pol¨ªtico, al abstenerse respecto a la pr¨®rroga del estado de alarma. A ello se le ha enfrentado el ensimismamiento que exhibe S¨¢nchez en la gesti¨®n de la crisis, que ha cifrado el imprescindible mantenimiento de la alarma en un pulso con el Partido Popular. Que este lo perdiera ayer no significa que lo ganara el Gobierno, pues el extremismo no puede seguir siendo la respuesta al mutismo de S¨¢nchez, obstinado en elevarse hasta la soledad pol¨ªtica. El Partido Popular se enred¨® en sus propias palabras cuando, tras denunciar algo tan grave como que S¨¢nchez reclamaba poderes dictatoriales, sencillamente se abstuvo en la votaci¨®n. La lecci¨®n parece clara: Casado no puede seguir instalado por m¨¢s tiempo en una esquizofrenia pol¨ªtica entre su ret¨®rica y sus decisiones. Sobre todo cuando esa ret¨®rica es propia de una fuerza nihilista como Vox, que considera que destruir por destruir es una soluci¨®n.
El l¨ªmite alcanzado por la pol¨ªtica en Espa?a qued¨® tambi¨¦n fijado para la mayor¨ªa que apoy¨® la investidura de Pedro S¨¢nchez, cuya implosi¨®n se confirm¨® en el pleno. Esquerra Republicana de Catalunya rechaz¨® con argumentos crecientemente confusos la pr¨®rroga solicitada por el Ejecutivo, alineando su voto con el de Junts per Catalunya en un movimiento que la coloca fuera de los equilibrios en el Parlamento sin garantizarle r¨¦dito electoral alguno en Catalu?a. A juzgar por las palabras del portavoz republicano, la b¨²squeda de una v¨ªa diferente de la que patrocinan el president Torra y su partido habr¨ªa terminado. A estos efectos, Rufi¨¢n trat¨® de justificar a su grupo confundiendo causa y efecto: no es que ERC rompiera con el Gobierno porque este pact¨® con Ciudadanos, sino que el pacto con Ciudadanos fue resultado de que ERC rompi¨® con el Gobierno.
En cualquier caso, ese pacto se ha producido y ha dado lugar a otra mayor¨ªa, que alcanz¨® los 178 diputados. Es pronto para saber si ha sido coyuntural o podr¨ªa servir, llegado el caso, para afrontar los efectos sociales y econ¨®micos de la crisis, encarando la elaboraci¨®n de unos Presupuestos de emergencia de los que el Partido Popular no deber¨ªa desentenderse. Pero para que todo esto fuera posible, tambi¨¦n Podemos deber¨ªa tomar conciencia del l¨ªmite alcanzado. Las mayor¨ªas parlamentarias se articulan en torno a objetivos compartidos que no pueden anteponerse a las necesidades imperiosas de los ciudadanos.
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