Escenario abierto
Con nuevos acuerdos pueden pactarse unos Presupuestos de emergencia
La votaci¨®n de la ¨²ltima pr¨®rroga del estado de alarma apunta t¨ªmidamente hacia un nuevo panorama pol¨ªtico que, ahora, depender¨¢ de todas las fuerzas involucradas consolidar. El presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, y alguno de sus principales ministros plantearon la continuidad de la alarma como un pulso en el que el PP pondr¨ªa a prueba su responsabilidad. Y este, entregado a la profec¨ªa de que la coalici¨®n no sobrevivir¨¢ a la crisis, convirti¨® el pleno en un primer acto de campa?a electoral. Pocas veces la contradicci¨®n entre los motivos de confrontaci¨®n pol¨ªtica y las necesidades imperiosas del pa¨ªs se mostr¨® con tanta crudeza, hasta bordear el abismo de privar al Gobierno del principal instrumento constitucional contra la pandemia.
Detener a tiempo esta deriva no habr¨ªa sido posible sin la actitud del PNV, el giro pol¨ªtico de Ciudadanos y la reacci¨®n del propio Gobierno, cuya cabeza visible en una ag¨®nica negociaci¨®n fue la vicepresidenta Calvo. Se articul¨® as¨ª una mayor¨ªa parlamentaria m¨¢s restringida que la que apoy¨® la primera pr¨®rroga, pero m¨¢s significativa desde el punto de vista pol¨ªtico. Mientras que aquella fue una respuesta mayoritaria a una grave crisis sanitaria sobrevenida, esta de ahora permitir¨ªa, de afianzarse, anticipar sus efectos econ¨®micos y sociales. La comisi¨®n parlamentaria para paliarlos, solicitada por el PP y aceptada por el Gobierno, ha recibido un impulso inesperado, permitiendo entrever la posibilidad de unos Presupuestos de emergencia. El pa¨ªs los necesita por razones de fondo, pero tambi¨¦n como objetivo compartido para serenar la vida pol¨ªtica y como aval para negociar en Europa.
La evoluci¨®n de Ciudadanos ha ejercido una influencia decisiva en la transformaci¨®n del signo de la competici¨®n pol¨ªtica. Pese a que su actual fuerza parlamentaria es exigua, resulta suficiente para que la b¨²squeda de los extremos que ha marcado la vida p¨²blica durante los ¨²ltimos a?os, y a la que sucumbi¨® su anterior direcci¨®n, deje paso a iniciativas compartidas. Es el turno de las restantes fuerzas pol¨ªticas: ni el Gobierno puede seguir enrocado en una inexplicable gesti¨®n en solitario de la crisis, ni el PP permanecer encadenado en las mazmorras de la ultraderecha, rivalizando en tremendismo. La Comunidad de Madrid no es el ejemplo a seguir de la mano de los estrategas de la crispaci¨®n actuando entre bambalinas, sino la prueba fehaciente de lo que nunca se debi¨® hacer, y hoy menos que nunca.
La mayor¨ªa que apoy¨® la cuarta pr¨®rroga del estado de alarma ha descolocado a Esquerra, que, tras su voto negativo, ha pasado de imponer exigencias al Gobierno a rogar que los siga teniendo en cuenta. Tambi¨¦n este sector del independentismo tendr¨ªa que clarificar su postura, puesto que del otro sector nada se espera, salvo declaraciones ofensivas como las del president Torra y su entorno en momentos cr¨ªticos de la pandemia. No es lo mismo comprometerse con una mesa de di¨¢logo sobre Catalu?a desde una posici¨®n de fuerza que sabi¨¦ndose obligado a negociar. Esquerra, que tanta comprensi¨®n ha exigido alegando sus necesidades electorales en Catalu?a, tendr¨ªa ocasi¨®n de mostrar si su disposici¨®n al acuerdo es fruto de la convicci¨®n o el ropaje de una posici¨®n de fuerza.
Ninguno de los escenarios abiertos esta semana era imposible anteriormente, puesto que dependen de la simple voluntad pol¨ªtica. Faltaba que unos partidos dieran el primer paso y otros estuvieran dispuestos a reconocerlo. Fr¨¢giles y acosados desde los extremos, los escenarios est¨¢n finalmente ah¨ª, a la espera de nuevos pasos. Y, por qu¨¦ no, tambi¨¦n de nuevos acuerdos.
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