Una oportunidad para recuperar Europa
Un plan de ayudas permitir¨ªa contrarrestar la capacidad asim¨¦trica de los Estados para apoyar a sus empresas en funci¨®n de su situaci¨®n fiscal y alinear la inversi¨®n con las prioridades estrat¨¦gicas de la UE

En pocos d¨ªas, la Comisi¨®n Europea se pronunciar¨¢ sobre el encargo del Consejo Europeo para constituir un Fondo de Recuperaci¨®n. Sobre la mesa est¨¢ la discusi¨®n acerca de su cuant¨ªa (posiblemente, 1,5 billones de euros), su financiaci¨®n, el peso que tendr¨¢n los pr¨¦stamos y las transferencias, y la metodolog¨ªa de asignaci¨®n. En relaci¨®n con esta ¨²ltima cuesti¨®n, proponemos que se cree, como uno de los pilares del Fondo de Recuperaci¨®n, un programa europeo de ayudas para empresas y sectores productivos, dise?ado por y bajo el control de la Comisi¨®n Europea. Ser¨ªa una oportunidad para contrarrestar la capacidad asim¨¦trica de los Estados miembros para financiar las ayudas de Estado, mitigando posibles distorsiones sobre el mercado ¨²nico y propiciando ¡ªm¨¢s all¨¢ de la recuperaci¨®n¡ª una verdadera reformulaci¨®n de nuestro modelo productivo en cumplimiento de la Agenda Estrat¨¦gica Europea.
La crisis est¨¢ provocando cierres de empresas, un fuerte aumento del desempleo, y ca¨ªdas sin precedentes en el PIB (en Espa?a, el desplome podr¨ªa superar el 9% a final de a?o). Si bien las medidas adoptadas a nivel nacional mitigar¨¢n en parte los efectos inmediatos de la crisis, un programa de ayudas europeo mitigar¨ªa los efectos a largo plazo. No se trata necesariamente de recuperar las actividades perdidas, sino de sustituirlas por otras en sectores con mayor proyecci¨®n. Atendiendo al principio de subsidiariedad, se tratar¨ªa tambi¨¦n de apoyar a sectores cuyos efectos traspasan las fronteras nacionales, bien por su elevado comercio intracomunitario (por ejemplo, turismo, sector a¨¦reo o automoci¨®n), bien porque generan externalidades positivas para el conjunto de Europa (garant¨ªa de suministro para bienes esenciales, infraestructuras claves para el comercio transfronterizo, o actividades relacionadas con el medio ambiente, la salud o la digitalizaci¨®n).
Porque no todos los pa¨ªses est¨¢n en igualdad de condiciones para hacer frente a la crisis. En ausencia de un programa europeo, el terreno de juego quedar¨ªa desequilibrado en favor de los pa¨ªses con mayor espacio fiscal. Si unos Estados pueden apoyar a ciertas empresas y otros no, las empresas que recibieran ayudas gozar¨ªan, artificialmente, de ventajas competitivas. Las que no las recibieran se ver¨ªan forzadas a recortar inversiones y ventas, corriendo el riesgo de cierre. Los efectos perdurar¨ªan en el tiempo: una empresa en desventaja para competir hoy, tambi¨¦n estar¨ªa peor preparada para hacerlo en el futuro. El miedo a una p¨¦rdida de competitividad de sus empresas podr¨ªa llevar a los Gobiernos europeos a una escalada de las ayudas que desembocar¨ªa en un uso inadecuado de los fondos p¨²blicos. Las consecuencias a corto y largo plazo sobre el mercado ¨²nico ser¨ªan devastadoras ?Qu¨¦ ser¨ªa del proyecto europeo si despu¨¦s de la crisis las empresas de unos pa¨ªses salen reforzadas y las de otros debilitadas, no porque las primeras sean m¨¢s eficientes o produzcan bienes o servicios de mayor calidad, sino simplemente por la mayor capacidad de endeudamiento de sus pa¨ªses?
Un programa europeo de ayudas, con un volumen de fondos suficiente, podr¨ªa mitigar el riesgo de distorsiones permanentes sobre la competencia en el mercado ¨²nico y evitar una salida asim¨¦trica de la crisis. A trav¨¦s de este programa, todas las empresas de un mismo sector tendr¨ªan derecho a percibir las ayudas, independientemente de su ubicaci¨®n. Aunque ser¨¢ dif¨ªcil paliar todas las distorsiones creadas por las ayudas de Estado ya comprometidas, el programa europeo permitir¨ªa reequilibrar la distribuci¨®n de las ayudas, evitando tanto el exceso como la falta de apoyo percibido por algunas empresas.
Una gesti¨®n europea de los fondos permitir¨ªa adem¨¢s alinear el pago de las ayudas al cumplimiento de las prioridades estrat¨¦gicas de la Uni¨®n. El uso de fondos deber¨ªa tener en cuenta que los impactos adversos perdurar¨¢n m¨¢s all¨¢ del corto plazo y que algunos sectores necesitar¨¢n ser reestructurados en cualquier caso. A modo de ejemplo, el rescate de las compa?¨ªas a¨¦reas deber¨ªa estar sujeto a la aprobaci¨®n de una fiscalidad medioambiental m¨¢s ambiciosa, junto con una gesti¨®n del tr¨¢fico a¨¦reo m¨¢s sostenible. Cuanto m¨¢s se eleve la financiaci¨®n y gesti¨®n a nivel europeo, mayor ser¨¢ nuestro poder para reconducir la actividad econ¨®mica hacia las se?as de identidad europeas (progreso, sostenibilidad y reparto equitativo de los beneficios de la integraci¨®n).
Ser¨¢ necesario establecer criterios y prioridades para asignar los fondos. Bajo el paraguas comunitario, se podr¨ªan lanzar programas sectoriales en ¨¢reas particularmente golpeadas por la crisis, o en ¨¢reas estrat¨¦gicas. Las agendas verde y digital est¨¢n ya trazadas, no hay que inventar nuevas pol¨ªticas. Los recursos para su financiaci¨®n podr¨ªan llegar a los pa¨ªses m¨¢s afectados nada m¨¢s superada la crisis sanitaria.
Pi¨¦nsese en la acci¨®n en materia de clima y energ¨ªa. Al tiempo que aparec¨ªan los primeros casos de la covid-19 en China, Europa hac¨ªa p¨²blico su compromiso de alcanzar la neutralidad clim¨¢tica no m¨¢s tarde de 2050. El Pacto Verde Europeo requerir¨¢ cuantiosas inversiones en renovables, eficiencia energ¨¦tica, electrificaci¨®n, digitalizaci¨®n, reciclaje¡, actividades que, m¨¢s all¨¢ de sus beneficios medioambientales, aportar¨¢n beneficios econ¨®micos ¡ªcreaci¨®n de empleo y tejido empresarial¡ª y beneficios sociales ¡ªmejor salud y calidad de vida¡ª. Los efectos multiplicadores sobre la econom¨ªa podr¨ªan ser incluso m¨¢s pronunciados de lo que cab¨ªa esperar antes de la crisis.
Hay margen para mejorar el uso de los fondos si se apuesta por mecanismos genuinamente europeos. ?Por qu¨¦ no aprovechar esta ocasi¨®n para instaurar, por ejemplo, un verdadero programa europeo de subastas de renovables? Ello facilitar¨ªa que las inversiones en energ¨ªa solar o e¨®lica se ubicaran en zonas con m¨¢s sol o m¨¢s viento, y no all¨ª donde los Gobiernos fueran m¨¢s ambiciosos en este ¨¢mbito. Un mecanismo europeo atraer¨ªa un mayor grado de competencia, lo que reducir¨ªa los costes del despliegue renovable y los precios de la energ¨ªa para los consumidores europeos.
Apostar por el Pacto Verde a trav¨¦s de un programa de ayudas europeo permitir¨ªa demostrar que el dilema entre crecimiento y sostenibilidad ¡ªcoartada para quienes quieren relajar la ambici¨®n medioambiental¡ª es, simplemente, falso. La b¨²squeda de la sostenibilidad medioambiental reactivar¨¢ nuestra econom¨ªa y la redireccionar¨¢ hacia mayores y mejores cotas de progreso.
Un programa europeo de ayudas, alimentado por el Fondo de Recuperaci¨®n, permitir¨ªa tambi¨¦n avanzar en la agenda digital, o cubrir las necesidades de garant¨ªa de suministro de bienes esenciales. Por ejemplo, ?en cu¨¢nto se hubieran reducido los costes de los Estados miembros si, antes de la crisis, hubiera habido un programa europeo para asegurar la disponibilidad de mascarillas y material sanitario?
De la propuesta de la Comisi¨®n sobre el Fondo de Recuperaci¨®n depender¨¢ en buena medida el que salgamos de esta crisis m¨¢s d¨¦biles y menos cohesionados, o por el contrario, el que avancemos hacia una mayor convergencia real de nuestras econom¨ªas, con un mercado interior m¨¢s competitivo, y un modelo productivo m¨¢s preparado para hacer frente a los grandes retos a los que se enfrenta Europa.
Natalia Fabra, Massimo Motta y Martin Peitz son, respectivamente, catedr¨¢ticos de Econom¨ªa en la Universidad Carlos III, la Universitat Pompeu Fabra y la Universidad de Mannheim.
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