Error matem¨¢tico
No hay raz¨®n para suprimir la obligatoriedad de las matem¨¢ticas en el Bachillerato
Suprimir el car¨¢cter obligatorio de las matem¨¢ticas en el Bachillerato, como plantea el texto de la nueva ley educativa (Lomloe) que se tramita en el Congreso, resulta muy dif¨ªcil de entender en los tiempos que corren. Las matem¨¢ticas son uno de los principales cimientos de nuestro mundo, y los estudiantes necesitan conocerlas antes de enfrentarse a sus carreras, a sus estudios de Formaci¨®n Profesional y a su futuro. No se trata solo de quienes se orienten a la f¨ªsica o la ingenier¨ªa. La biolog¨ªa y su entorno ¡ªbiomedicina, epidemiolog¨ªa, biotecnolog¨ªa¡ª ya no se pueden entender sin las matem¨¢ticas, desde los algoritmos de an¨¢lisis gen¨®mico a las dianas para nuevos f¨¢rmacos pasando por las curvas de contagio en una pandemia. Las ciencias de la computaci¨®n son matem¨¢ticas de la cabeza a los pies, y quien las ignore tiene todas las papeletas para quedarse al margen de ese mundo emergente y complejo: nuestro mundo.
Los argumentos del Ministerio de Educaci¨®n, que ha redactado el texto, son poco convincentes. Alegan que hay que asegurar un curr¨ªculo diverso porque muchos alumnos de Bachillerato no se van a orientar hacia una carrera universitaria, sino a la Formaci¨®n Profesional. Esto no es una raz¨®n para suprimir la obligatoriedad de las Matem¨¢ticas, sino para mejorar su pedagog¨ªa. Los redactores tambi¨¦n sostienen que la ley solo debe esbozar los grandes rasgos, y que las Matem¨¢ticas ya ser¨¢n reguladas por real decreto. M¨¢s que un argumento, esto parece una salida por la tangente, y la experiencia de anteriores regulaciones de ese tipo demuestra que no ha funcionado.
La ciencia moderna arranc¨® cuando Galileo mostr¨® que las matem¨¢ticas son el lenguaje de la naturaleza. Quiz¨¢ porque son de letras, los pol¨ªticos no han entendido ese simple mensaje cuatro siglos despu¨¦s. Antes de que pasen otros cuatro, los legisladores har¨ªan bien en estimular la formaci¨®n matem¨¢tica de sus hijos y sus nietos, en lugar de condenarlos a la misma ignorancia que han sufrido ellos.
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