Olvidar la pandemia
Echarse los muertos a la cabeza ya se ha normalizado como otra operaci¨®n de rutina en la lucha pol¨ªtica a la espa?ola
Cuando me preguntan por mi origen me envanezco de que mi abuelo da nombre a una calle de mi ciudad natal. La raz¨®n es que fue el ¨²nico m¨¦dico de la provincia que sobrevivi¨® en la lucha contra la gripe espa?ola de 1918. Por eso, igual que hoy aplaudimos a los sanitarios como h¨¦roes civiles, tambi¨¦n entonces la Corona otorg¨® una medalla a mi abuelo en honor a su esfuerzo. L¨¢stima que yo no lo pudiera conocer, pues muri¨® de otra gripe benigna diez a?os despu¨¦s. Una an¨¦cdota que viene a cuento por el paralelo que hay entre aquella pandemia y esta otra. Y no me refiero al triste protagonismo de dar...
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Cuando me preguntan por mi origen me envanezco de que mi abuelo da nombre a una calle de mi ciudad natal. La raz¨®n es que fue el ¨²nico m¨¦dico de la provincia que sobrevivi¨® en la lucha contra la gripe espa?ola de 1918. Por eso, igual que hoy aplaudimos a los sanitarios como h¨¦roes civiles, tambi¨¦n entonces la Corona otorg¨® una medalla a mi abuelo en honor a su esfuerzo. L¨¢stima que yo no lo pudiera conocer, pues muri¨® de otra gripe benigna diez a?os despu¨¦s. Una an¨¦cdota que viene a cuento por el paralelo que hay entre aquella pandemia y esta otra. Y no me refiero al triste protagonismo de dar nombre a la gripe del 18 y alcanzar la mayor letalidad de la pandemia actual sino a otro hecho m¨¢s significativo. El domingo 10 de mayo se public¨® en este diario un reportaje que revelaba el olvido en que cay¨® aquella gripe para la conciencia de los espa?oles que, a pesar de las 200.000 muertes, una vez superada pronto la borraron de su memoria. Y ahora bien podr¨ªa pasar igual, si lo que m¨¢s recordamos tras su incierto final es la crisis pol¨ªtica y el derrumbe econ¨®mico causados.
De hecho, tras la inicial sorpresa de su catastr¨®fica irrupci¨®n, la pandemia ya se ha convertido en otro motivo m¨¢s de bronca nacional. El cierre inicial de filas contra la emergencia pronto se disip¨®, en cuanto unos y otros advirtieron que pod¨ªan utilizarla con fines pol¨ªticos, ya fuera para reforzar la adhesi¨®n de los tibios o para esgrimirla como prueba de cargo contra el contrario. As¨ª, echarse los muertos a la cabeza ya se ha normalizado como otra operaci¨®n de rutina en la lucha pol¨ªtica a la espa?ola, adicta al discurso del odio que busca cualquier excusa, tr¨¢gica o c¨®mica, para difamar y humillar al rival. Y para eso todo vale, ya sea la Covid-19 o la casa de D¨ªaz Ayuso.
?A qu¨¦ se debe esta compulsi¨®n nacional, que banaliza cualquier problema real para disputarlo como otra pieza de caza a cobrar en su recurrente juego de poder? En parte es efecto de la autonom¨ªa de la pol¨ªtica, que se desvincula de sus referentes sociales para encerrarse en la burbuja autosuficiente de la lucha por el poder, donde todos juegan el mismo juego de ganarle la apuesta al contrario al precio que sea, pagado como siempre por la ciudadan¨ªa. Pero en Espa?a ocurre algo m¨¢s, y es que nuestra cultura pol¨ªtica s¨®lo funciona como confrontaci¨®n excluyente, que se desborda del antagonismo Gobierno-oposici¨®n para desviarse del Parlamento hacia los cauces judiciales y territoriales que hoy act¨²an como frenos y contrapesos del Gobierno. Por eso Isabel D¨ªaz Ayuso (o su pigmali¨®n Miguel ?ngel Rodr¨ªguez, MAR) hace ahora lo mismo que hac¨ªa el president Quim Torra antes de reciclarse como gestor antivirus: tapar sus propias carencias y fallos con alegatos victimistas contra su enemigo designado, que no es el virus sino La Moncloa. No por odio personal, solo por ventajismo pol¨ªtico.
Y en cuanto cesen los ¨²ltimos coletazos del coronavirus la pandemia bien podr¨ªa caer en el olvido, cuando la contienda pol¨ªtica ya se dispute en otro juego de poder diferente, ya sea culpar al contrario de la ruina econ¨®mica que se avecina o llevarle a los tribunales para cargarle los muertos habidos. Un nuevo collar para la misma marmota de siempre.