?Qui¨¦n miente aqu¨ª?
El pol¨ªtico que afirma por sistema que los medios mienten lo hace porque le conviene sembrar la confusi¨®n
No se sabe de un pol¨ªtico que, al ser confrontado por la prensa al respecto de cualquier irregularidad, error o insuficiencia, reconozca de buena gana su falta y se aplique a remediarla. No: lo que suelen hacer los pol¨ªticos, y en especial los contempor¨¢neos, es negar todo y, aprovech¨¢ndose de la proliferaci¨®n del concepto-paraguas de ¡°Fake News¡±, tachar a la prensa que revela sus tropel¨ªas de mentirosa, corrupta o vendida. No hace falta ser un genio para distinguir entre los medios que trabajan con rigor y los emisores de paparruchas. Sin embargo, la gente com¨²n tiene la mala costumbre, lea lo que lea o escuche lo que escuche, de creer solo aquello que ya cre¨ªa antes. Y, demasiadas veces, le resulta f¨¢cil tragarse el anzuelo de la descalificaci¨®n de un pol¨ªtico en el que, por el motivo que sea, conf¨ªa.
Pero no nos pasemos de inocentes. Tampoco podemos partir del supuesto de que la prensa est¨¢ conformada por puras blancas palomas. Por supuesto que hay intereses vivaqueando en los medios. Pero estos suelen manifestarse bajo formas mucho m¨¢s complejas de las que logra entender un fan¨¢tico y, no pocas veces, el pol¨ªtico mismo. Veamos: un medio suele albergar directivos, editores, colaboradores y reporteros con idearios, agendas e intenciones muy diversas. Y no se diga hasta qu¨¦ grado aumenta esa complejidad cuando hablamos de plataformas tan diferentes como los peri¨®dicos (locales, regionales, nacionales o de alcance mundial), las televisoras, los grupos radiof¨®nicos, los portales de noticias en red¡ Despachar toda esa mir¨ªada de esfuerzos, ideas y programas de acci¨®n con generalizaciones tan burdas como "es que los medios mienten¡± no sirve, en pocas palabras, de nada. Es como decir ¡°los mexicanos son bigotones¡± o ¡°las enfermeras son bajitas¡±.
El pol¨ªtico que afirma por sistema que los medios mienten lo hace porque le conviene sembrar la confusi¨®n y porque asume, adem¨¢s, que los medios son manejados con el mismo estilo vertical y autoritario con que opera ¨¦l su gobierno, partido o movimiento. Si el poderoso de marras impone una l¨ªnea y azuza o manda azuzar a sus incondicionales y bots para prodigar ataques personales, con nombre y apellido, contra rivales y cr¨ªticos, pues es l¨®gico que sostendr¨¢ que todo le¨®n es de su condici¨®n. Solo que no: basta con haber trabajado en un medio, o al menos ser un lector con criterio e inteligencia, para darse cuenta de que las cosas no funcionan as¨ª de lineales. No hay un solo medio aut¨®nomo (ac¨¢ no cuentan las agencias, publicaciones y emisoras oficiales), ni siquiera los m¨¢s descaradamente posicionados, en el que todos y cada uno de los directivos, editores, reporteros y colaboradores opinen igual y act¨²en coordinados, como en tabla gimn¨¢stica. De hecho, una multitud de reporteros, editores y colaboradores entran en batalla todos los d¨ªas con editores y directivos, por m¨¢s encumbrados que sean, para defender sus historias, investigaciones y maneras de ver el mundo. El que quiere ver ¡°acuerdos turbios¡± y ¡°nados sincronizados¡± entre competidores en las coberturas solo revela que ¨¦l mismo opera de esa forma y entiende la realidad bajo esa luz.
No nos enga?emos: la sumisi¨®n, la abyecci¨®n, la genuflexi¨®n ante lo que diga al jefe, aun si eso implica falsear, amenazar o manipular la informaci¨®n, son costumbres nacidas de la pol¨ªtica, no del periodismo. Y, de nuevo: eso no significa que el periodismo sea perfecto. Hay medios que investigan muy mal. Hay reporteros que no se documentan ni intentan comprender siquiera los temas que abordan. Hay editores que pierden la perspectiva de lo que es relevante y se van por ¡°latidas¡± y obsesiones personales. Hay directivos que piensan m¨¢s en la publicidad y los ingresos que en dotar de estabilidad y herramientas a sus equipos. Y el periodismo pobre en recursos y apoyos tambi¨¦n suele estar mal hecho (pues los buenos trabajadores salen corriendo y se quedan los ganapanes). Ese periodismo abunda y se hace al avent¨®n, sin capacitaci¨®n, sin revisiones ni enfoques cr¨ªticos. Y claro que hay medios manchados por los intereses, con columnistas que son voceros oficiosos, editores que razonan como militantes y directivos que se esfuerzan por ¡°agarrar¡± la l¨ªnea que les d¨¦ m¨¢s dinero. Pero incluso eso, que tanto y tan alto vociferan los fan¨¢ticos, es culpa directa de sus pol¨ªticos preferidos. Es el poder el que se esfuerza por cooptar a la prensa, por distorsionar la informaci¨®n hasta dejarla irreconocible, por convertir en aparentes verdades sus falsedades y mentiras.
Y, a fin de cuentas, un periodista que miente no pasar¨¢ de ser una marioneta sin credibilidad. En cambio, el pol¨ªtico que miente cada ma?ana suele llegar a los puestos m¨¢s altos (gobernador, presidente, l¨ªder de la primera potencia mundial) si hay detr¨¢s de ¨¦l suficientes tontos que le crean.
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