Vac¨ªo industrial
El cierre de Nissan y Alcoa ha puesto un rostro dram¨¢tico a la crisis del sector
La industria espa?ola ha sido la gran olvidada de las ¨²ltimas tres d¨¦cadas. La pol¨ªtica econ¨®mica ha confiado en un patr¨®n de crecimiento basado en el turismo, el ocio y la construcci¨®n durante el boom inmobiliario. Los Gobiernos han dado por hecho que la industria pod¨ªa progresar de forma sostenida sin necesidad de reformas. El confinamiento y la par¨¢lisis de la actividad han arruinado a la industria hasta extremos catastr¨®ficos. En abril, la producci¨®n industrial cay¨® en t¨¦rminos interanuales el 33,6%, el hundimiento m¨¢s acusado desde que existen series estad¨ªsticas en la democracia. Si se considera que la actividad industrial es responsable del 80% de las inversiones en investigaci¨®n y desarrollo, se tendr¨¢ una idea clara del da?o que produce esta crisis industrial en el futuro de la econom¨ªa del pa¨ªs.
El cierre de Nissan y Alcoa ha puesto un rostro dram¨¢tico a la crisis industrial. Pero viene de lejos. Cuando se normalice la actividad habr¨¢ una recuperaci¨®n de la producci¨®n, pero persistir¨¢ la tendencia end¨¦mica a la baja. Hay varias razones para explicar esta decadencia, pero una es la dominante: la industria espa?ola ha competido con las manufacturas y productos de otros pa¨ªses, principalmente con salarios bajos; as¨ª ha atra¨ªdo tambi¨¦n inversiones extranjeras en bienes sofisticados de larga duraci¨®n, como el autom¨®vil. Pero la producci¨®n espa?ola dej¨® de ser competitiva en salarios ya en los noventa. El cambio del modelo industrial que deber¨ªa haberse iniciado casi con la reconversi¨®n industrial se ha retrasado en exceso.
No faltan ideas para definir la pol¨ªtica industrial necesaria que lleve a este sector espa?ol al 20% del PIB, como quiere Europa. Hay que invertir en la mejora tecnol¨®gica de las empresas para que compitan por productividad en lugar de por salarios. Los costes energ¨¦ticos que paga la industria espa?ola son superiores a los que incorporan empresas de otros pa¨ªses en el precio final de sus productos. El estatuto redactado para regular los precios de las empresas de consumo intensivo tiene a?os de retraso. El tercer pilar de una estrategia industrial deber¨ªa implicar una orientaci¨®n en los estudios medios y superiores hacia la gesti¨®n empresarial.
Pero lo que s¨ª falta es iniciativa pol¨ªtica y tensi¨®n en el esfuerzo. Para aumentar la participaci¨®n de la industria en el PIB hay que actuar de forma persistente; no bastan los impulsos err¨¢ticos, que se agotan r¨¢pidamente, bien porque cambia el Gobierno, bien porque no hay recursos p¨²blicos ni incentivos para sostener los programas durante el tiempo necesario. Faltan adem¨¢s recursos p¨²blicos. Las empresas y los agentes sociales reclaman un pacto por la industria; sin duda, ser¨ªa deseable. Pero mientras se consigue, bastar¨ªa con definir una estrategia de recuperaci¨®n industrial que sea algo m¨¢s que una declaraci¨®n sobre el papel y que no se abandone en cuatro a?os.
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