?Y los j¨®venes cu¨¢ndo?
La realidad de la generaci¨®n que se hizo adulta con la crisis del 2008 deber¨ªa ser objeto de algo m¨¢s que un salvamento de coyuntura
Agotadas las hip¨¦rboles, la dictadura constitucional, el peligro bolivariano y la restricci¨®n de movimientos, a partir del lunes que viene desaparece el estado de alarma y viviremos dentro de un ep¨ªgrafe con ese nombre espantoso y dist¨®pico de nueva normalidad.
Nada nueva para los j¨®venes espa?oles, que, otra vez como en cada crisis, son los primeros en perder sus empleos. Seg¨²n el bar¨®metro de Eurostat del mes de abril, el paro joven espa?ol encabezaba todo el europeo. Y seg¨²n el estudio Juventud en riesgo, publicado estos d¨ªas por el Instituto de la Juventud y el Consejo de la Juventud, la pandemia ha aumentado en un 33% el n¨²mero de j¨®venes en paro, con respecto a abril, y en un 84% la demanda de empleo en este segmento de la poblaci¨®n.
Hay que resolver todas las vulnerabilidades que provoca esta situaci¨®n in¨¦dita, pero la realidad de la generaci¨®n que se hizo adulta con la crisis de 2008 y una d¨¦cada despu¨¦s se encuentra con este tsunami, deber¨ªa ser objeto de algo m¨¢s que un salvamento de coyuntura. Afecta a la calidad de sus empleos, a los sueldos que cobran, a las casas en las que pueden vivir y a las expectativas de tener o no tener hijos, en definitiva, a la posibilidad de ir construyendo un proyecto de vida digno de tal nombre.
La profunda renovaci¨®n generacional de la pol¨ªtica espa?ola no ha servido para poner el foco en sus problemas. Nuestra curva demogr¨¢fica es la que es, hay m¨¢s votantes mayores, y eso est¨¢ dejando a la intemperie a los que tienen que tomar el relevo alg¨²n d¨ªa.
Han cumplido mayoritariamente un confinamiento muy estricto a la edad de saltarse todas las imposiciones; se han colocado la mascarilla; han aplazado viajes o encuentros; algunos han trabajado en una sanidad de guerra siendo estudiantes todav¨ªa; y ah¨ª siguen, esperando.
Y si se atreven a hacer preguntas, pueden encontrarse con una multitud de se?ores con la vida hecha que, en tono atronador, les advierten de que las reglas del juego que ellos establecieron no se tocan, o al presidente de una universidad cat¨®lica amenazando con el demonio, o a un coro multidisciplinar con toda clase de admoniciones sobre los riesgos del mundo digital, en el que ellos empezaron a moverse antes de saber andar.
Mucha paciencia tienen. @PepaBueno
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