Estr¨¦s democr¨¢tico
Polonia, con una enrevesada situaci¨®n pol¨ªtica, es un buen ejemplo de c¨®mo la pandemia se ha sumado a la polarizaci¨®n para someter a una prueba de resistencia a las costuras del sistema
Si en los ¨²ltimos a?os la polarizaci¨®n pol¨ªtica ya hab¨ªa tensado las costuras de un buen n¨²mero de democracias en todo el mundo, la pandemia, con su exigencia de una respuesta solidaria y cohesionada, ha a?adido una prueba m¨¢s de resistencia a los maltrechos trajes de algunos Gobiernos. Esto se hace especialmente evidente en el pa¨ªs donde me encuentro, Polonia, inmersa en la campa?a electoral para las presidenciales del 28 de junio. Debido a las presiones, el partido gobernante se vio forzado a retrasar los comicios previstos para mayo, pero este aplazamiento fue acogido por la oposici¨®n confinada como una medida m¨¢s bien favorable al Gobierno, con libertad de movimiento y una amplia cobertura medi¨¢tica.
La estrategia del partido de derecha radical Ley y Justicia (PiS), que, adem¨¢s de controlar la presidencia y el Parlamento, ha ido socavando la independencia judicial desde su vuelta al poder en 2015, ha sido soliviantar a sus bases en torno a un programa que azuza el ¡°divide y vencer¨¢s¡±. En un mitin reciente, el actual presidente y candidato Andrzej Duda tach¨® el movimiento LGTB de ¡°neobolchevismo¡± y no vacil¨® en secundar a otro pol¨ªtico conservador que hab¨ªa manifestado que los miembros de este colectivo ¡°no eran personas, sino ideolog¨ªa¡±. Los asistentes aplaudieron esa ret¨®rica excluyente que percibe toda orientaci¨®n que no sea la heterosexual como una desviaci¨®n impropia de la familia tradicional aut¨®ctona y cat¨®lica. Algunos gobiernos locales han declarado sus ciudades como ¡°zonas libres de LGTB¡±, lo cual ha provocado una reacci¨®n de la Comisi¨®n Europea, que ha preguntado formalmente si los fondos de la pol¨ªtica de cohesi¨®n de la UE se est¨¢n destinando a violar la normativa europea. Se?alar a enemigos y minor¨ªas, por otra parte, no es algo nuevo. En 2015, cuando llamaron a su electorado a las urnas con el eslogan ¡°Polonia en ruinas¡±, pese a que la econom¨ªa del pa¨ªs hab¨ªa salido bastante airosa de la Gran Recesi¨®n iniciada en 2008, desde las filas de PiS se se?al¨® a los migrantes y solicitantes de asilo, en plena crisis de refugiados, como ¡°portadores de enfermedades muy peligrosas desaparecidas desde hace mucho tiempo en Europa¡±. Las denominadas campa?as antig¨¦nero, la construcci¨®n de un relato alternativo del pasado y las restricciones al aborto forman parte de una hoja de ruta que solo se ha logrado suavizar bien por el clamor de las manifestaciones, bien por presiones internacionales, bien por la pandemia.
Los partidos que instrumentalizan la polarizaci¨®n emplean una medida an¨¢loga a la que, con el coronavirus, se ha introducido en nuestra rutina: el distanciamiento social. Se trata de reducir el debate plural a un combate entre antag¨®nicos que cada vez tienen menos puntos de entendimiento, en el que se cuestiona sin cesar la legitimidad del otro, entendido como amenaza. Se desaprende todo lenguaje com¨²n. No hace falta escuchar cuando el otro habla. Peor a¨²n, ni siquiera se quiere dialogar. Sus miradas nunca se cruzan, como las de las dos caras de Jano. Tras de s¨ª, un panorama est¨¦ril: se sabotea cualquier consenso, se dispara la intolerancia, se alimenta la desconfianza en el sistema. Un c¨ªrculo vicioso retroalimentado sin fin, y en un tiempo relativamente breve, tal ha sido el r¨¦dito obtenido por quienes fomentan la polarizaci¨®n, que incluso partidos tradicionales, temerosos de volverse irrelevantes o perder fuelle, hacen caso omiso de las l¨ªneas rojas.
El arte de convertir una fisura de resentimiento, miedo o frustraci¨®n en una profunda grieta divisoria tiene hoy su paradigma en la figura de Donald Trump. En Estados Unidos, la antipat¨ªa entre votantes de diferente signo ha aumentado considerablemente en comparaci¨®n con 1994, cuando solo el 21% de republicanos y el 17% de dem¨®cratas ten¨ªan opiniones muy negativas de los contrarios. En 2016, la carrera a la presidencia que llev¨® al magnate a ganar las elecciones hizo que esas cifras escalaran al 58% y el 55%, respectivamente, seg¨²n datos del Pew Research Center. En los pr¨®ximos d¨ªas, Trump recibir¨¢ a Andrzej Duda, que ser¨¢ el primer presidente extranjero en visitar la Casa Blanca desde febrero. Esto representa un impulso nada desde?able a su candidatura en detrimento de la del liberal Rafal Trzaskowski, alcalde de Varsovia, del partido Plataforma C¨ªvica, con quien probablemente se volver¨¢ a medir en una segunda vuelta el 12 de julio. En Surviving Autocracy, el ¨²ltimo t¨ªtulo de Masha Gessen, la ensayista estadounidense de origen ruso dibuja el perfil de un l¨ªder, Trump, que, ante el grave contexto de pandemia, no ha rebajado ni un ¨¢pice la confrontaci¨®n con periodistas, opositores o expertos cient¨ªficos, cuando la realidad de las cifras y el impacto asim¨¦trico de la covid-19 sobre la poblaci¨®n han sido incontestables. Ni siquiera ha moderado su postura ante los v¨ªdeos de brutalidad policial, pruebas de cargo de un racismo estructural. ¡°Los pa¨ªses esperan que sus l¨ªderes pol¨ªticos articulen (...) qu¨¦ futuro est¨¢n construyendo, qu¨¦ esperanzas, sue?os e ideales los unen y los convierten en una comunidad pol¨ªtica ¡ªsostiene Gessen¡ª. En la era Trump no hay pasado ni futuro, ni historia ni visi¨®n: solo el ansioso presente¡±. Su mandato es un claro ejemplo de la degradaci¨®n del debate p¨²blico a la que conduce recurrir una y otra vez a la polarizaci¨®n pol¨ªtica. Y en el coraz¨®n de este proceso se encuentra la tergiversaci¨®n del lenguaje. ¡°La tentativa autocr¨¢tica de Trump empez¨® con una guerra contra las palabras. [¡]Tiene un instinto, tal vez incluso un talento, para manipular el lenguaje: emplea palabras para expresar lo opuesto y las despoja de significado¡±. Y por ello es tan importante que no se desmantelen los sistemas de contrapesos, como la labor indispensable para la democracia de los medios de comunicaci¨®n plurales, porque el periodismo ¡°crea un sentido de realidad compartida¡±, que es precisamente lo que destruye la polarizaci¨®n. La profusi¨®n de tuits presidenciales, por ejemplo, es otra arma arrojadiza que ha desvirtuado las reglas del debate. Cuando se les da tratamiento de noticia, adem¨¢s, se obvia su poder de intrusi¨®n en la conciencia colectiva, a modo de caballos de Troya, y su capacidad para difuminar los l¨ªmites entre opini¨®n interesada y hechos.
Seg¨²n apunta el polit¨®logo holand¨¦s Cas Mudde en su reciente The Far Right Today, la derecha radical populista, cada vez m¨¢s normalizada, est¨¢ aqu¨ª para quedarse, y ning¨²n pa¨ªs, pese a la memoria de reg¨ªmenes totalitarios, es inmune a ella. Aun as¨ª, su electorado es vol¨¢til, y, adem¨¢s, el mensaje simplificado sobre el que se apoyan choca contra la realidad que, pese a quien le pese, es mutante, diversa y compleja. Entretanto, en Cracovia, los museos han ido reanudando su actividad, pero habr¨¢ que esperar hasta despu¨¦s de las elecciones a que abra sus puertas el que custodia La dama del armi?o (c.<TH>1490), de Leonardo da Vinci. Es curioso que uno de los cuadros m¨¢s emblem¨¢ticos de Polonia (una obra n¨®mada que es en s¨ª misma una historia port¨¢til de la Europa moderna y contempor¨¢nea) sea el retrato de una joven italiana de 16 a?os unida a un hombre con quien tendr¨ªa un hijo fuera del matrimonio. Animadora m¨¢s tarde de los primeros salones literarios, los valores humanistas de Cecilia Gallerani parecen contrastar con los discursos nacionalistas que inundan un pa¨ªs cuya ¨¦lite aspirante a repetir mandato, y no solo, se muestra recelosa hacia lo extranjero y lo diferente.
Marta Reb¨®n es escritora y traductora.
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