La tensi¨®n racial descoloca a los medios estadounidenses

Los disturbios raciales tras la muerte del afroamericano George Floyd a manos de un polic¨ªa blanco no s¨®lo est¨¢n tensionando las calles de Estados Unidos: m¨¢s de una docena de editores han dimitido o han sido cesados en medios progresistas influyentes. El caso m¨¢s sonado es el de James Bennet, que estaba al frente de la opini¨®n de The New York Times, por publicar la tribuna de un senador republicano que ped¨ªa una respuesta militar a las protestas. Al director ejecutivo del Philadelphia Inquirer tambi¨¦n le han invitado a marcharse despu¨¦s de titular que los edificios importaban tambi¨¦n (en referencia al lema Las vidas negras importan); una reportera negra ha demandado al Pittsburgh Post-Gazette por no dejarle cubrir las manifestaciones, despu¨¦s de que ella se significara en redes sociales.

?Se trata de purgas o de empezar a predicar con el ejemplo? Para el escritor Matt Taibbi, los medios progresistas se est¨¢n disparando en el pie porque piensan m¨¢s en no ofender que en enriquecer los debates. M¨¢s autores se quejan de un ambiente de ultracorrecci¨®n pol¨ªtica en el que pesan m¨¢s las narrativas morales que los datos. Al mismo tiempo, este debate est¨¢ poniendo encima de la mesa que en muchas empresas la diversidad es solo de cara a la galer¨ªa. Con las n¨®minas en la mano, muchos reporteros negros cobran menos que sus colegas en la misma categor¨ªa. Se quejan de que cuando empezaron las protestas, muchos directivos blancos se fueron a sus segundas residencias en los Hamptons. Hasta la editora de Vogue ha reconocido que los fot¨®grafos, los entrevistados, los modelos negros son pr¨¢cticamente anecd¨®ticos, y que deben hacerlo mejor. Un mea culpa que huele a forzado por salvar su imagen comercial.

Si hay un tema que escuece en EE UU es el racismo. Es estructural. Es odioso. Cuando un adolescente negro se junta con amigos blancos, el terror de sus padres es que alguno haga alguna tonter¨ªa, porque en vez de una reprimenda a su hijo puede caerle pena de c¨¢rcel, o directamente morir. Hay tantos estudios que prueban la discriminaci¨®n para acceder a una vivienda, a educaci¨®n de calidad, y a un trato judicial adecuado que sonroja a¨²n m¨¢s la actitud del presidente Trump. Evita abordar ese debate porque lo que le conviene en campa?a electoral es hablar de manifestantes violentos, cuando fueron una minor¨ªa.

Sin solucionar un problema, se est¨¢ creando otro. El racismo est¨¢ siendo abducido por las guerras culturales. En las redacciones estamos viendo un choque entre el progresismo de viejo y nuevo cu?o. Un conflicto entre quienes creen que hay que presentar los hechos de la manera m¨¢s as¨¦ptica posible y los que defienden que el buen periodismo exige un posicionamiento moral. Se necesita muy buen bistur¨ª para extirpar malas pr¨¢cticas sin que los relatos emocionales empiecen a mandar sobre los datos.