Suiza, el dinero y el amor propio herido
La Confederaci¨®n moviliz¨® sus energ¨ªas, sac¨® su talonario de cheques y contuvo relativamente bien la epidemia
?Treinta, cincuenta, setenta mil millones? Es dif¨ªcil decir lo que Suiza y sus cantones van a tener que desembolsar para abonar la factura del coronavirus. Lo que es seguro es que han bastado unos meses de crisis para reducir a nada las reservas financieras arrinconadas durante estos ¨²ltimos 25 a?os. Pero lo esencial no est¨¢ ah¨ª. Suiza, que ha reducido masivamente su deuda desde 2005, cumple el papel de primero de la clase en la comparaci¨®n internacional. En realidad no tiene que preocuparse gran cosa por esa sangr¨ªa financiera.
Es cierto que Suiza pagar¨¢ un pesado tributo humano con el aumento del desempleo y su s¨¦quito de despidos. Pero el pa¨ªs tiene el h¨¢bito de recuperarse, como se pudo ver tras la crisis de 2008. Y tambi¨¦n ah¨ª, en la comparaci¨®n internacional, la tasa de desempleo podr¨ªa hacer so?ar a la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos. Seg¨²n las ¨²ltimas cifras del mes de mayo, se situaba en el 3,4%.
No, la factura m¨¢s dolorosa para Suiza se pagar¨¢ en la categor¨ªa ¡°amor propio¡±. La Confederaci¨®n ha sido pillada en flagrante delito de falta de preparaci¨®n frente a la crisis. Toda una bofetada para los suizos, cuya prudencia es legendaria y que adoran precaverse contra todo. De ello se derivan los seguros de todo tipo destinados a los particulares, que abarcan desde el robo con allanamiento hasta el terremoto. En el siglo XX, cuando la Guerra Fr¨ªa, las autoridades obligaron a todos los propietarios de edificios y chal¨¦s a construir un b¨²nker en el subsuelo donde refugiarse en caso de amenaza at¨®mica.
?La pandemia? S¨ª, s¨ª, Suiza la hab¨ªa previsto. Figuraba incluso como un riesgo principal en los estudios de la Confederaci¨®n. Exist¨ªa tambi¨¦n un plan a prop¨®sito, pero se vio muy pronto que conten¨ªa lagunas enormes. Como en cualquier otra parte, las reservas de material m¨¦dico han escaseado cruelmente. Lo que oblig¨® a las autoridades a propagar la necedad de que a la poblaci¨®n las mascarillas no le eran realmente ¨²tiles para contener la epidemia.
Como circunstancia agravante, todas las primeras l¨ªneas contra el virus cedieron. Desde la alerta tard¨ªa sobre la gravedad de la epidemia al deficiente control de las fronteras a¨¦reas y terrestres, pasando por unos tests y unos rastreos claramente insuficientes de los contaminados.
Se descubrieron tambi¨¦n cosas desconcertantes. Suiza, que posee grandes escuelas polit¨¦cnicas de renombre mundial, tiene una oficina de protecci¨®n de la salud p¨²blica que recaba los datos de manera arcaica. Algunos m¨¦dicos enviaban sus casos de contagio a la central por... fax.
A pesar de esos fallos, Suiza se remang¨®, moviliz¨® sus energ¨ªas, sac¨® su talonario de cheques y contuvo relativamente bien la epidemia. Es lo principal. Pero queda un gusto un poco amargo. Para los suizos, que brillan por su organizaci¨®n cuando una cat¨¢strofe natural afecta al pa¨ªs, es penoso darse cuenta de que no estaban realmente preparados frente al peligro y que se ha debido poner en descanso forzoso a la sociedad y a la econom¨ªa para salir del trance. Es un poco como Francia, a cuya poblaci¨®n se ha encandilado durante mucho tiempo con el discurso ¡°tenemos el mejor sistema de salud del mundo¡±, y que se ha visto forzada a recurrir a los pa¨ªses vecinos, Suiza entre ellos, para que acogieran a enfermos en peligro de muerte por la covid-19.
El precio a pagar por Suiza va a consistir en reexaminar, empezando de cero, toda la preparaci¨®n y la gesti¨®n de la crisis. Tendr¨¢ que tragarse su orgullo y estar dispuesta a tomar consejos ¨²tiles, por ejemplo, de Taiw¨¢n o de Singapur, que lamentan, en su caso, un n¨²mero de muertos extremadamente d¨¦bil. No se trata de copiarles de manera id¨¦ntica, sino de elaborar un plan de crisis realmente operativo. Lo hemos aprendido a nuestras expensas: el factor tiempo es crucial para implementar medidas eficaces. Y el sistema federal, que tiene unas ventajas comprobadas, presenta tambi¨¦n algunos inconvenientes cuando se trata de acelerar.
La puesta en entredicho suiza deber¨¢ ir m¨¢s all¨¢ de la lucha contra una epidemia. Pues no se sabe si la pr¨®xima vez ser¨¢ un virus inform¨¢tico o un grave fallo energ¨¦tico lo que paralizar¨¢ a la sociedad. Por lo que hay que saber preparar y gestionar una crisis cualquiera que sea su naturaleza. Todo un vasto programa.
Arthur Grosjean es corresponsal parlamentario en Berna de Tribune de Gen¨¨ve.
Traducci¨®n de Juan Ram¨®n Azaola.
? Lena (Leading European Newspaper Alliance)
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