Reglas comunes
La pandemia no puede ser excusa para blindar fronteras entre Estados de la UE
Europa tard¨® 50 a?os en eliminar sus fronteras internas ¡ªdesde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta la entrada en vigor del Tratado de Schengen¡ª, pero ha necesitado apenas unos d¨ªas para erigirlas de nuevo. Con la emergencia del coronavirus, la restauraci¨®n de los controles fronterizos en el espacio europeo de libre circulaci¨®n se impuso casi sin reflexi¨®n. Y aunque buena parte de esa movilidad perdida se recuper¨® el pasado fin de semana, el abanico de matices que la acotan impide atisbar un horizonte de normalizaci¨®n a corto plazo.
En Espa?a, la disparidad de mensajes lanzados a cuenta de la reapertura de fronteras revela bien el choque de intereses. Inicialmente el Gobierno apunt¨® al 1 de julio como fecha para el fin de los controles con los socios comunitarios, lo que situaba al pa¨ªs entre los m¨¢s rigoristas de la UE. Como gui?o al turismo, la ministra de Industria, Reyes Maroto, fij¨® m¨¢s tarde el inicio de la normalizaci¨®n en el 21 de junio. Aunque entonces su mensaje fue corregido, finalmente prevaleci¨® esa fecha. Espa?a se ha alineado con la Comisi¨®n Europea al reclamar con fuerza un mecanismo de coordinaci¨®n de la UE que evitara discriminaciones, pero lo cierto es que las decisiones espa?olas tambi¨¦n han evidenciado improvisaci¨®n. Los proyectos piloto de llegada de turistas ¡ªsolo con alemanes¡ª, la cuarentena repentina que se impuso a todos los visitantes del exterior y el levantamiento, a ¨²ltima hora, de aquella a los brit¨¢nicos constituyen buenas muestras de esa senda.
Para zanjar la disparidad de criterios entre los pa¨ªses miembros, Bruselas abog¨® por adelantar el fin de los controles fronterizos al 15 de junio. Pero el mosaico de salvedades reinante permite aventurar que no habr¨¢ libre movilidad en la UE al menos hasta el 1 de julio. Con situaciones parad¨®jicas como la de Portugal, que mantiene cerradas las conexiones con Espa?a hasta esa fecha, pero ha garantizado ¡ªcon limitaciones¡ª el tr¨¢nsito con Brasil, el segundo pa¨ªs con m¨¢s contagios del mundo.
A las trabas en el tr¨¢nsito de los europeos se le suma la m¨¢s que probable reanudaci¨®n de los movimientos migratorios hacia la UE tras estos meses de llegadas excepcionalmente bajas. Habr¨¢ que vigilar que, con la excusa de la pandemia, los Estados no aprovechen para frenar los flujos intracomunitarios con el ¨²nico prop¨®sito de aliviar la llegada de demandantes de asilo, no la expansi¨®n del coronavirus. Resulta oportuno, como pretende la Comisi¨®n Europea, rescatar el intento de pactar unas reglas migratorias en la UE. Pero el propio proyecto de la Comisi¨®n, que trata de hacer menos porosas las fronteras exteriores y acelerar las expulsiones de extranjeros sin derecho al asilo, nace con pocas expectativas de ser acordado antes de un a?o. Eso deja un enorme margen a la discrecionalidad en gesti¨®n de fronteras durante este periodo.
La libre circulaci¨®n, uno de los pilares de la UE, se ha puesto varias veces a prueba en los ¨²ltimos a?os. La amenaza terrorista y los desplazamientos de refugiados por las fronteras europeas que proliferaron en 2015 motivaron ya las primeras excepciones. El riesgo estriba en que esos bloqueos queden como una mera an¨¦cdota al lado de las restricciones que a¨²n pueden llegar en el futuro pr¨®ximo amparadas en la pandemia.
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