Camale¨®n
Me puse a ver en noches epid¨¦micas una selecci¨®n de pel¨ªculas hechas por Woody Allen en el siglo XX y salt¨® la sorpresa
Me puse a ver en noches epid¨¦micas una selecci¨®n de pel¨ªculas hechas por Woody Allen en el siglo XX y salt¨® la sorpresa. ?Premonici¨®n, desquite, jugada del destino? El a?o 1983 cosas que hoy juzgamos imprescindibles a¨²n no se hab¨ªan instaurado. Por ejemplo el falso documental; Zelig lo es, y deslumbra m¨¢s que en su estreno. ?Lo recuerdan los mayores de edad? ?Lo han visto en la cinemateca o en repescas piratas los no nacidos entonces? Leonard Zelig es un hombrecito con el don de la ubicuidad y la metamorfosis: aparece en desfiles nazis detr¨¢s de Hitler, rodeado de estrellas mudas en Hollywood, a trompazos con P¨ªo XI en el balc¨®n vaticano, al tiempo que engorda cuando ve a dos obesos, sus rasgos se achinan si est¨¢ con chinos, su piel negrea entre los jazzmen negros, tocando igual que ellos. Le llaman el Hombre Camale¨®n, y sus prodigios, unidos al merchandising reptil, le dan riqueza y fama. Scott Fitzgerald escribe sobre ¨¦l en 1928, cuando el personaje est¨¢ en lo m¨¢s alto, pero su notoriedad perdura y se comenta con escepticismo muchos a?os despu¨¦s. Son deliciosas las falsas entrevistas a los aut¨¦nticos Susan Sontag y Saul Bellow (este con una camisa imperdonable) hablando en serio del farsante interpretado por el cineasta; Allen les escribe a los dos escritores lo que ellos sin duda dir¨ªan, de haber sido todo verdad. Otro morbo m¨¢s es que la psiquiatra que descubre y se enamora del Camale¨®n sea Mia Farrow; hablan los dos de Freud con desenvoltura, y Zelig se define como un ¡°psic¨®tico total¡±. Ejerce oficios que desconoce (pintor de brocha gorda, sacamuelas) y tambi¨¦n resulta pol¨ªgamo y padre de unos cuantos ni?os llorosos. ?Un infeliz, un monstruo, un aprovechado?
Enigm¨¢tico el happy end, basado en lo que nunca escribi¨® Scott Fitzgerald: ¡°No fue la aprobaci¨®n de muchos sino el amor de una mujer lo que le hizo cambiar¡±.
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